Capítulo 39 🔞

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Escena con violencia explícita, si no desea leerlo puede pasar a los siguientes tres puntos. Recuerde que usted es responsable de lo que lee... Gracias.

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Me senté en la cabeza de la mesa mientras el evento transcurre con calma. Le pedí a mis guardias de confianza que llevaran a Cedric a la fosa. Que lo hicieran con cariño de no tocarle un pelo, seré yo quien arranque su piel hasta carcajearme.

Le informé a Kia que no será posible hacer hoy la pijamada pero le juré hacerla otro día. Hablé con Lilia y le pedí que cuidara de Afra cuando no esté aquí. Le dije a Raunel que se ocupara de algunas cosas.

El evento se terminó mientras algunas monjas cantaban "no a la violencia". La rabia me consumía y observaba con cara inexpresiva a todos.

(...)

Bajo los escalones de fosa adentrándome en el lugar con luz opaca, el olor a estiércol está en todas partes. Paso cerca de las celdas donde veo a las personas mutiladas.

—¿Está todo en orden?

—Si Su majestad, todo está como usted lo ordenó—contesto uno de los verdugos.

Entré en la habitación, hace frío. Estoy vestido de blanco, también tengo mi bata de científico. Mis manos están forradas de látex.

Cedric se encuentra amarrado a la silla. Torso, muñecas y tobillos. Su belleza es etérea, años atrás me lo follaría, pero ahora la situación es distinta.

—¿Cedric?—pregunté. Una sonrisa retorcida brotó de sus labios.

—Su majestad—inclinó la cabeza.

Está en la fosa y no tiembla quiere decir que es como yo. Me estoy dando cuenta que Afra es un pequeño imán de enfermos obsesivos.

—¿Me matarás verdad?—suelta una risita amarga—. ¿Mi florecita te contó?

¿Su florecita?

Quito mis guantes, quiero sentir su sangre en mis manos. Quieres escuchar sus gritos, y quiero oler su miedo. Veo la variedad de herramientas sobre la mesa.

—Me contarás detalle a detalle lo que hiciste—murmuré con tranquilidad.

—¿Yo? Yo no le hice nada—ladea la cabeza y hace un puchero. Me acerqué listo para dar el primer golpe—. Ohh, se me olvida que le di hasta verla sangrar—algo dentro de mi hace «crack».

Impacto mi puño contra su pómulo dándole con deseo. Mi mente se nubla mientras la rabia se apodera de mi ser. Le di rienda suelta a esa parte de mí. Esa parte sangrienta y con sed de venganza.

No lo merecía, era solo una niña.

Una niña, menor de edad.

Paré de golpearlo cuando vi sus pómulos hinchados. La sangre de mis nudillos se mezcla con la suya.

—Hijo de puta—escupí su cara con asco.

Mi pecho baja y sube, quiero gritar y matarlo pero tengo que contenerme, tendrá una muerte lenta que voy a disfrutar.

Me senté delante de él. Saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo prendí.

—Cuéntame rubiecito, ¿cómo fue?—tengo la necesidad de saberlo, de que él me cuenta.

—Mi flore...—me lancé sobre él y lo callé de un puñetazo.

—Tu florecita ni un carajo—la sangre le corrió por el cuello. Su nariz torcida sangra igual que su boca. Sus ojos son la parte menos lastimada de la cara, quiero que vea todo lo que le haré.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora