Capítulo 30

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Salimos envueltos en toallas, fuimos directo al cuarto de ropas. Vamos a llegar tarde al almuerzo.

—¿Qué tal si jugamos a algo?—murmuré.

—¿Qué?—parpadeó.

—Tú eliges la ropa que me pondré hoy y yo elijo la tuya—mi idea la alegró.

—Pues, de acuerdo—aplaudió. Nunca pensé que yo haría una propuesta como esta.

Comenzó a tararear y se fue a donde están los trajes. Tiene el cabello mojado, se ve muy graciosa. Caminé hasta sus prendas.

—Hoy necesito ir al pueblo para una reunión, así que busca algo para la ocasión—canturreo desde aquí.

Hay muchos vestidos, no sé cuál elegir. Largos, cortos, holgados, de diferentes tonalidades de negro, diferentes diseños y formas. He diseñado algunos. Ella está concentrada en los trajes, caminé hasta ella y pegué mi pecho a su espalda, mis manos recorrieron su cintura.

—¿Puedes ir conmigo al pueblo? No me quiero separar de ti niña—susurré cerca de su oído.

—No puedo ir.

—¿Por qué? ¿Algo no te gusta? Me dices y lo cambiamos, no me voy a separar de ti—di un beso en su nuca.

Recuerdo lo asustada que estuvo la otra vez. Todavía no sé por qué fue, pero intentaré averiguar.

—Exel, solo iré si me prometes que no te vas a separar, ni un solo segundo, solo si lo prometes—un montón de emociones me llegaron por el vínculo. Ansiedad, angustia, desespero, miedo, ira pero a la vez me llegó la paz y seguridad.

¿Por qué siente todo eso?

Vi sus ojos azules a través del espejo.

—¿Quieres que lo prometa?

—Si no lo haces no voy—zanjó.

—¿A qué le temes, Afra?—la hice quedar frente a frente.

—¿Eh? A-a nada—balbució dejando de mirarme.

—No sabes mentir mientras miras a los ojos, entiendo—traté de ser comprensivo—. Niña—la llamé con seriedad.

—¿Qué?—me miró intimidada.

—¿Pasa algo en el pueblo? ¿Tienes algún problema con alguien? Soy tu pareja, no deberías desconfiar de mí, puedes contarme lo que te apetezca—intenté verme como una pareja que sabe lo que hace. No tengo ni la menor idea de como relacionarme en este tema. No sé que pasa, eso me preocupa.

—Es solo una tontería—negó con la cabeza y me miró.

—Si sucede algo y no quieres contarme—la agarré de las muñecas con cuidado—. Cuando fuimos al pueblo te agitaste y casi lloras, mirabas a todas partes como si alguien te estuviera observando, aunque puede que busques a alguien. Y ahora vienes con la estúpida promesa como si yo fuera a permitir que alguien te pusiera un dedo encima—dejé de hablar cuando vi sus ojos aguados—. Mi niña, no te lo estoy diciendo para que llores, estoy intentando saber que pasa.

—No pasa nada Exel.

—Afra—tomé un largo respiro y clavé la mirada en su cuerpo—Mírate, estás temblando.

—Yo...—las palabras no salían de su boca, se agarró la garganta como si tuviera un nudo en ella.

—Cuéntame niña, que pasa—di un beso en su mejilla.

—Ahora no puedo hacerlo, dame tiempo, por favor Exel—seguido me abrazó y llevé las manos a su espalda algo confundido.

Entonces si pasa algo, pero ¿qué? ¿Qué es lo que la asusta y la deja temblando? Me desespera no saber que hacer, no saber que pasa.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora