Capítulo 41

13 3 0
                                    


Me volteo hacia Afra que está tendida sobre la cama.

—¿Qué tal si nos damos un baño juntos y después bajamos al laboratorio?—me acerco.

—Vale—la idea la emociona—. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?—entrecierra los ojos.

—Por el pueblo resolviendo unos asuntos—intento no dar detalles—. ¿Dónde quiere bañarte?

—No lo sé, me da igual cualquier lugar—se desviste y se hace un moño rápido.

—¿Qué tal en el jacuzzi?—asiente y entra con cuidado.

Me desvisto con rapidez y entro, el agua está caliente. Afra se mueve jugando con las burbujas. Me senté en los banquitos sintiendo las burbujas en el trasero, esto es relajante.

—Exel—me tira agua.

—¿Qué?—mi vista cae en sus senos.

—¿Si tenemos un varón se llamará Exel II?

—Si tú estás de acuerdo se llamará así.

—Me gustaría que nuestro hijo lleve tu nombre—me abraza la cintura.

—También podemos tener una niña con tu nombre, le llamamos Anastasia a la primera y Afra a la segunda—mis manos van a su espalda baja.

—Exel no toques eso, ¿tu padre no te ha dicho que no le gusta que toques sus cosas?—finge hablar con un niño, me saca una sonrisa.

—Anastasia que haces ahí, te vas a ensuciar. Afra, suelta las muñecas de tu hermana—hago lo mismo.

—¿Te imaginas?—esboza una sonrisa con boberías.

—Todavía no puedo creer que seré padre, hace unas semanas no me creía que tenía pareja—lloriqueo.

—Tengo miedo Exel—me aprieta.

—¿A qué? No nos atacarán en varios meses, tenemos la posibilidad de ganarle a las hadas y la seguridad del reino a aumentar.

—A eso no, al embarazo—me explica.

Es comprensible, solo tiene ciento dieciocho. Me siento un maldito pedófilo.

—Es normal, eres una embarazada primeriza—acaricio su espalda, ella me mira con mucha atención—. Sé mucho de medicina, sé todo lo que deberías hacer estando embarazada. Las dietas, los antojos, los controles médicos. Todo lo voy a hacer yo—le informé, se ve más tranquila—. El bebé nacerá sano.

—Pero el parto puede...

—Todos los partos son complicados y doloroso. Yo estaré ahí, yo te acompañaré en el parto, seré el médico principal—su mirada decayó.

—¿Y si no resisto y...?—mis vellos se erizaron. Si le sucediera algo yo... intento no pensarlo.

—Shhh—la interrumpí—. Tú eres muy fuerte, puedes con todo, es obvio que podrás. Yo estaré ahí para darte de mi fuerza si la tuya se agota—dejo un beso en su mejilla.

—Eres el mejor—agarró mi cara entre sus manos y me dió un beso tierno. Voy a morir de tanta melosidad, me gusta mimarla.

—Prometo estar en el parto, contigo—paso mi dedo índice por mi cuello haciendo una línea horizontal.

—¿Por qué haces esa marca?

—No lo sé—no le doy importancia.

—Si no puedes estar tendrás una cicatriz...

—Claro que voy a estar. ¿Por qué dices eso chiquilla?—se encoge de hombros—. Tengo un poco de miedo al hablarte.

—¿Por?

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora