Hoy había una cena, estaría Rinasí, los hermanos de Elizabeth y la niñita. Desgraciada.Tengo que empezar sus exámenes desde el inicio, volver a sacarle sangre, necesito dos plumas más, también necesito estudiar sus cambios de humor, su asquerosa sensibilidad, sus ojos. Todavía estoy tratando de entender que significa la pupila blanca y el iris negro.
Me di un largo baño y me alisté para la cena. Un traje negro con capa y mi corona de plata, unos cuantos anillos de plata y listo.
Escaneo el panorama de mi habitación con detenimiento. Todo está organizado, limpio. Como tiene que estar.
Hoy había mucho frío, a los vampiros nos encanta el frío, Rinasí debe estar sufriendo.
Me siento en la cabeza de la mesa. A mi lado izquierdo está Rinasí y a mi lado derecho los hermanos.
En la mesa dejan una variedad de platos, yo directamente me sirvo sangre en una copa. Rinasí llevaba su corona de lado y un grueso abrigo.
—Amo esta ensalada—murmuró.
—Si probaras la carne cambiaras de opinión—rectifica Elien.
Yo como la carne con aburrimiento. Todos los días es una carne distinta que he probado millones de veces.
—¿Y Afra?—pregunté. Todos miraron hacia mí.
—En su habitación, supongo—habló Elian. Su hermano se encogió de hombros.
—Maldita mocosa—murmuré limpiando mis labios con una servilleta.
—El otro día se te lanzó encima—se burla un hermano del otro.
—No hables de eso, parecía un animal rabioso—se burló el otro.
—Pobre... ella no tiene culpa—habló Rinasí.
—Zyker la dejó traumada—articuló Elian.
—Le rompió el corazoncito—murmuró Elien.
—Valla jugada le han dado, yo pensé que verdaderamente se iban a casar y todo. Me quedé muy confundido con la noticia—balbuceó Elian.
Rinasí soltó un resoplido. Yo me levanté con cuidado y me retiré sin decir nada. Necesito recoger nuevas muestras en el laboratorio.
—Guardias—llamé.
—Dígame, Su majestad—balbucea.
—Traigan a la prisionera—pedí.
Llegué al laboratorio, estaba congelado aquí adentro. Me quité la capa y me coloqué la bata de blanca. Organicé las jeringas y saqué el alcohol. Me puse unos guantes blancos de látex.
Abrieron las puertas y la mocosa cayó al suelo como siempre.
—Levántate—ordené poniendo los ojos en blanco.
Busqué los pomos para la muestra y limpié el cristal del microscopio. Me volteo hacia la silla para tomarle sangre a la estúpida.
—Hoy...—me quedé con la palabra en la boca. La niña no estaba en la silla, estaba en el suelo—. ¡Levántate!
Intentó levantarse pero se cayó a un lado, estaba llorando, su cuerpo trémulo su balanceó y cayó otra vez al suelo. El porrazo hizo eco en toda la habitación.
Solté un suspiro, que dramática es esta chiquilla. Llegué a ella y la agarré del brazo para...
—¡Joder niña!—exclamé, su piel casi me quema a través del látex. Su piel está hirviendo, tiene fiebre, altísima.
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El corazón del villano [2]
FantasíaExel Ortiz es el peligroso villano de la historia, está lleno de pensamientos e ideas macabras donde solo planea las formas para logrará sus objetivos pero todo cambia cuando la víctima entra en su corazón...