Capítulo 47

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Exel Ortiz

Entramos a nuestra habitación, Afra cerró la puerta con tranquilidad y después me empujó contra ella, comenzó a besarme con descontrol. Sus manos están ocupadas arrancando mi camisa. Estoy erecto, duro.

—Joder, quiero follarte—jadea.

—Afra—la voz brotó de mi garganta. Caminamos a tropezones hasta la cama, bajé las mangas de su vestido liberando sus pechos.

—Cuidado—me pide, tiene los senos sensibles y un poco hinchados, es por la leche. 

—Son grandes—sus pezones están erguidos. Metí uno en mi boca con suavidad, la lamí despacio, saboreando su piel, su textura.

Afra está jadeando, sus dedos están enredados en mi cabello. Llevo mi boca a su otro pecho, mi lengua se desliza babeando su pezón. Succiono despacio, dejando la piel enrojecida pero no lastimada.

La camisa cae al suelo y sus ojos se quedan viendo la cicatriz negra que hay sobre el lado izquierdo de mi pecho. Se queda inmóvil por unos segundo y después toma un respiro subiéndose los mangas del vestido.

—¿Por-porqué te cubres?—me confundo, después observó su expresión.

—Ahora no—mira el suelo.

—Pero...

—Ahora no—me da la espalda y entra al baño.

Inicio del flashback

—Tú no me vas a dañar de nuevo ¿o si?

—No lo haré—pasé mi dedo índice por encima de mi corazón—. Prometo no hacerlo niña—sus cejas se levantan al presenciar lo que acabo de prometer.

Fin del flashback

Se cortó porque recordó lo que le hice, rompí mi promesa de no dañarla. Sé que le dolió mucho más de lo que demuestra. Está guardándose el dolor dentro y eso es lo peor que puede hacer. Quizá está desahogándose, bloqueó el vínculo.

Mi error fue grave. Ella es fácil de herir. Siento que las disculpas que pedí no fueron suficientes. ¿Qué puedo hacer para que ella olvide eso? ¿Cómo puedo unir los trocitos de su corazón sin romper otros? Dándole amor, pero eso no es suficiente.

¿Por qué los cuervos atacaron a esa mujer?

Al menos le demuestro a Afra lo que siento, me expreso mejor. ¿Pero que puedo hacer? La veo salir del baño con un vestido para dormir, entra al cuarto del bebé y sale con el peluche del conejo blanco. La sigo con la vista. Se acuesta en la cama dándome la espalda, está abrazando al peluche.

—¿Quieres hablar? ¿Quieres hacer algo en específico?

—No, quiero estar sola—se cubrió con las sábanas.

—¿Me estás apartando?

—No te estoy apartando, necesito un tiempo a solas conmigo misma para premeditar—susurra.

—¿Qué quieres premeditar?—me siento en la cama, el colchón se aplasta con mi peso. Afra deja sus alas sobre las sábanas que la cubren.

—Necesito. Estar. Sola.

—Cuando estás sola estoy solo y eso no me gusta—hice un puchero aunque no me viese.

—¿Qué no te gusta?

—Estar sin ti—contesté quitándome los zapatos.

—Pero necesito estar un rato sin ti—sus palabras me frenaron. ¿Necesita estar sin mí? ¿Lejos?

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora