Capítulo 26

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Raunel

Cuatro días después...

Estamos en el salón de juegos del segundo piso, el primer piso está en reconstrucción. Desde el ataque han reforzado la seguridad del palacio.

Solo tengo algunos rasguños. Kia no salió lastimada pero camina asustada con la idea de que volverán a atacarnos. Lilia y mis niños no tienen un rasguño.

Saimond es el más afectado emocionalmente, no quiere jugar con los niños, hemos intentado animarlo pero se pasa todo el día cabizbajo porque no ve a su hermana desde el ataque.

No hay señales de Exel ni de Afra.

Cuando Exel entró al laboratorio no volvió a salir, no sabemos el estado de Afra. Ella se sacrificó por nosotros, gracias a ellas estamos bien.

Las puertas del laboratorio están rodeadas de soldados que siempre están en guardia. Exel no ha salido, no ha comido, quien entra en ese laboratorio sale muerto.

Exel mató a la sirvienta que intentó llevar comida.

Nunca vi a Exel tan aterrado y descontrolado como cuando vió a Afra luchar sola.

El castillo está lleno de cuervos blancos y negro, siempre andan posados en las ventanas y volando por el techo. La mayoría está cerca del laboratorio.

Lilia está muy preocupada por Afra. No sabemos cómo se encuentra, no sabemos si su vida está en riesgo.

Yo estoy intranquilo, estoy tratando de resolver los problemas que causó el ataque en el pueblo. Exel no está, tengo que hacer algo para que el reino no se debilite. ¿Quién se cree que es para dejarme toda la responsabilidad?

Su pareja está en peligro de muerte, solo por eso lo entiendo.

No entendemos por qué un ejército de hechicero nos atacó. ¿Zyker atacaría a Exel? Las naciones son amigas, no entiendo por qué razón harían eso. Debe haber algún error.

—¿Qué a sucedido?—le preguntó Lilia al guardia.

—El rey salió del laboratorio y se dirigió a su antigua habitación—Lilia asiente.

Tenemos guardias vigilando a Exel. Tengo que ver a Exel, al menos saber en qué estado está.

Caminé por los pasillos y me quedé esperando a que saliera de la habitación. Cuando la puerta se abrió yo caminé fingiendo normalidad como si encontrarnos fuera una coincidencia.

—¿Primo?—pregunté.

Olía a loción, acaba de bañarse. Tiene ojeras oscuras y profundas debajo de sus ojo. Está vestido con unos pantalones oscuros y una bata blanca.

Parece un zombi.

—¿Estás bien? ¿Cómo se encuentra Afra?—le pregunté.

—Eso no le incumbe a nadie, estoy centrado en otra cosa en estos momentos. No tengo tiempo para preguntas absurdas—caminé tras de él hacia el laboratorio.

Abrieron las puertas para que entrara. Yo me quedé en el umbral.

—No seas inmaduro Exel, estamos preocupados por vosotros.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora