Capítulo 14

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Llegamos al carruaje y el cochero se incorporó.

—¿Qué esperas? ¿Qué te dé la mano y te ayude a subir?—hablé pero ella ya se estaba subiendo.

Subí tras de ella y me senté a su lado. Miré al cochero, él agarró las riendas y comenzó el viaje. Estamos alejados del pueblo, atrás de la montaña así que este viaje será un poco largo.

—¿Qué haremos en el pueblo?

Ya empezó con su interrogatorio.

—Yo voy a supervisar y tú ayudaras a unas personas que necesitan de tus conocimientos—le informé despacio.

—¿Ehh?—ladeo la cabeza.

—De tu trabajo, espero que no te moleste—formulé.

—¿Mi trabajo?—curiosea.

—Anja... Lo normal—me encogí de hombros.

—¿No tienes consejera o qué?—¿Por qué me habla tan hostil? Mis cejas se unieron al oír su tono.

—No, soy un rey y no necesito gente que me dé concejos absurdos—interrumpí.

—¿Absurdos? Se supone que si voy a ayudar no es algo absurdo—empezó a rechistar.

—No es absurdo pe...

—¡Ayyy! ¡Ya cállate!—sus manos se hicieron puños y se retorció poniendo distancia entre nosotros.

—¡¿Qué te pasa?! ¡Estoy intentando tratarte bien y tú me hablas en ese tono agresivo! ¡¡No te entiendo!!—ella se encogió al oír mi disgusto.

Soltó un suspiro y me observó con una mirada cansada.

—Disculpa, solo...—abrió y cerró los puños con ansiedad.

—¿Qué te sucede?—le pregunté con más calma. Necesito paciencia.

—Es que...—me dió una corta mirada y después se miró las manos—. Nada, no pasa nada, disculpa.

Yo solo asentí.

No sabe cómo expresar lo que siente y por eso está súper frustrada, cada un rato me mira raro.

¿Qué le pasa?

El resto del viaje lo pasamos en silencio hasta llegar al pueblo, no entiendo por qué se sentía incómoda. ¿Le perturbaba mi presencia o que carajos? Me estresa no saber que le pasa.

—Niña—la llamé despacio.

—Mmmm...

—¿Te sientes bien?—intenté saber pero ella soltó un resoplido.

No me respondió.

Si a ella le vale mierda mi preocupación a mi me valdrá mierda su bienestar.

El carruaje llegó, mi pueblo era grande pero no tan poblado como los otros reinos. El día de hoy tiene un clima nublado, las hojas de árboles vuelan por el viento como las tortugas por las corrientes marinas. El suelo pedroso no es molesto, no hay muchos vampiros en las calles. Y por todo el lugar se extiende una neblina ligera.

La niña está perdida, mira a todas partes con miedo como si todo le aterrara. ¿Nos tiene miedo? ¿Está incómoda por qué no le gusta el lugar?

—Exel...—caminó con dificultad hasta mí, parecía un corderito asustado, asustado por estar dentro de la manada de lobos. Sus ojos estaban cristalizados.

—Niña. ¿Qué te pasa?—no me iba a preocupar pero su comportamiento me tiene inquieto.

—Yo... yo no quiero estar aquí—su voz salió quebradiza.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora