Capítulo 35

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Exel se puso su corona y agarró las dos maletas. Me coloqué las gafas de soles.

—¿Quieres ayuda?—pregunté.

—¿Crees que necesito ayuda?—dejó de caminar—. Observa—soltó las maletas y flexionó sus brazos marcando sus bíceps.

—¿Por qué tiene tanto músculo?—pregunté. Volvió a agarrar las maletas. No tengo idea de dónde está ese hotel, solo estamos en un pavimento, alrededor de nosotros hay riscos amarillentos.

—Porque entreno como los soldados.

—¿Por qué? Eres un rey. Zyker no tiene tanto músculo como tú, ni es fornido—Exel sonrío se lado.

—Yo peleó junto a mi pueblo cada vez que atacan. Peleé cuando atacaron el castillo lo que tú quisiste robar mi protagonismo—se excusa.

—¿De verdad luchas como un soldado más?—asintió.

—He ido al pueblo. ¿Recuerdas las cicatrices de mi pecho? Fueron rasguños de espadas— me explica mientras caminamos bajo los soles, el cielo está despejado.

—Entonces si estas con tu pueblo cuando te necesitan—asintió.

—¿Ves eso?—apuntó con la barbilla a una dirección.

Hay una pared de cemento, es como un cubículo en medio del desierto.

—Es la entrada—¿Una pared es la entrada? ¿Es una broma?

—Exel—me miró de lado, el cabello se mueve con la brisa. Es muy guapo. ¿Cómo puede existir una especie así? No sé si parece un dios o un demonio. Carga una belleza que opaca el resto, es oscura y turbia.

—Afra—me acerqué y rodeé su cintura con mi brazo. Es muy alto. Casi cincuenta centímetros más alto que yo.

—¿Alguien día te casarás conmigo?—pregunté en broma.

—Obvio, te daré un anillo muy bonito y nos casaremos en... ¿Dónde quieres casarte? ¿En otra dimensión? ¿En el castillo? ¿En el pueblo? Dónde tú quieras niña—subí mi cabeza para verlo. Está mirando al frente con una sonrisa reprimida.

—¿Podemos casarnos en un salón normal?

—Como quieras.

—Pero antes tienes que conocerme más para saber si soy lo que quieres—volví a mirarlo.

—No necesito pasar años a tu lado para darme cuenta que eres todo lo que quiero. Desde el segundo uno que comenzamos esta relación ya sabía que íbamos a terminar así. Y si no puedo casarme contigo o estar juntos por alguna extraña razón viviré con tu recuerdo en mi mente y el amor que siento no se marchitará—me cuenta mirando la carretera.

—¿No es mejor seguir adelante y buscar otra mujer a la que puedas amar y...?

—Cuando un hombre se enamora verdaderamente se aferra y nunca suelta ese amor. Pueden pasar años, siglos, tener varias parejas, pero nunca va a querer a ninguna como quiso a esa mujer, nunca va a olvidarla. Puede que quiera a otra mujer pero el amor que sintió en la relación a la que se aferró nunca se irá ni perderá la intensidad—se expresa con naturalidad.

—¿Entonces me querrás por siempre?—hice un puchero mirándolo.

—Exactamente—dió un beso un mi cabello—. Mi niña hermosa.

Llegamos a esa pared rocosa, delante de esta hay un círculo en el suelo. Hacia abajo se desplaza una escalera de caracol.

—En marcha.

—¿Hay que bajar por esa cosa?—está polvoriento. Parece que entraremos a la tumba de un faraón.

—No juzgues algo si no lo has visto por dentro—baja por las escaleras.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora