Hace dos semanas estoy en esta habitación, hace dos semanas como aquí sola, hace dos semanas que no veo al morboso.Jessi me trae verde, suelo inyectarme una dosis pequeña antes de dormir. Siempre ando con vestidos negros, holgados, por los muslos, medio transparentes, no salgo de aquí.
Me alimento cinco veces al día, ya no estoy tan delgada, estoy casi como antes.
Mis mejillas estaban sanas, solo tenían profundas cicatrices, igual que mi cuello.
Me hice amiga de la soledad, de los malos pensamientos, del llanto, de la lluvia, de la tristeza, de las nubes grises que tapaban los soles.
Estoy más sola que esa mariposa que se posa en mi ventana todos los días, estoy más sola que ese búho solitario que canta en las noches.
El día que escape de aquí me vengaré...
—Señorita—me llamó Jessi sacándome del trance.
—¿Que pasó?—pregunté.
—El rey Exel quiere verla—me quedé quieta unos segundos y después asentí. No iba a luchar, ¿para qué? Al final hará lo que se le de la gana conmigo.
—Dame un segundo, voy a cambiarme de ropa...
—El rey Exel quiere verla en este instante, no es bueno hacerlo esperar, creo que...—su voz fue interrumpida por los guardias.
Entraron a la habitación y me sacaron a la fuerza.
—Necesito cambiarme, no puedo presentarme así, ¡¿no ven?!—gruñí.
—¡Cállate!—demandó un guardia.
Me llevaron hasta un lugar con puertas plateadas, las abrieron, me tiraron dentro y cerraron las puertas.
El olor a alcohol estaba en todas partes, alcohol de enfermería. Unas luces de humanos se encendieron en el techo, parpadeo adaptándome a la luz. Había frío, mucho frío.
Las paredes blancas, el suelo blanco, de textura lisa. Habían mesas, tenías cosas cuadradas que emitían luz, tenían letras y cuadrados. Debajo tenía un teclado, Exel movía sus dedos sobre él y las cosas cambiaban en la cosa cuadrada. ¿Qué es eso? ¿Es mágico?
En otra mesa habían herramientas de enfermería, aguja, jeringa, tijeras, gasas, lupas, pomos, microscopios. Bolsas y bolsas de sangre. Y carpetas. Vampiros al fin.
Exel se levantó de la silla y yo lo miré desde el suelo, tenía su mirada neutra, una camiseta y un pantalón negro, tenía encima una bata de enfermero, blanca, con muchos bolsillos. Sus manos tenían guantes azules, guantes de látex, pegados a su piel.
—Levántate del suelo, niña—cada vez que me decía niña me irritaba. Me levanté del suelo y me abracé del frío. Se quedó inmóvil, mirándome, escaneado mi cuerpo de una manera enferma, turbia.
Fue a otra mesa y tomo un aro, pequeño, llegó hasta mí con unas zancadas y lo metió por encima de mi cabeza hasta que quedó colgando de mi cuello como un collar. Estaba congelado, es metal.
—¿Ves esto?—me enseñó una cosa cuadrada con un botan rojo en el centro—. Si formas un berrinche apretaré este hermoso botón y ese aro se cerrará en tu cuello hasta asfixiarte. ¿Entiendes, mocosa?—asentí. La verdad me daba un poco de miedo, sus ojos de un gris-azul me intimidaban.
Ese color era la mezcla de un cielo muy azul y las nubes grises claro, era difícil de describir. Pero si alguien preguntara de quien son esos ojos yo diría que de la muerte.
Exel es el dolor, el sufrimiento, la muerte, la melancolía, la enfermedad, el morbo, la destrucción, es la personificación de cada una de esas palabras.
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El corazón del villano [2]
FantasyExel Ortiz es el peligroso villano de la historia, está lleno de pensamientos e ideas macabras donde solo planea las formas para logrará sus objetivos pero todo cambia cuando la víctima entra en su corazón...