Capítulo 23

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—¿Raunel?—interrogué riendo.

Un sirviente trajo algodón alcoholizado, Lilia se lo colocó a Raunel delante de la nariz para despertarlo.

—¡Joder!—chilló levantándose—. ¿Qué pasó?

—Te desmayaste con la noticia—le dice Theo.

Raunel viene hasta mí y me abraza.

—Tomaste la decisión correcta—me susurra palmeando mi espalda.

Sonreí con la boca cerrada. Se recuperó del desmayo en cuestiones de segundos, es increíble lo que el chisme hace.

—Felicidades—murmura Lilia y yo asiento.

Afra está apartada con Kia, cerca de la ventana. Me imagino que están conversando algo de madrastra-hijastra.

Tomé asiento alado de Saimond.

—No sabíamos que sentías algo por ella—murmura Lilia acariciando el cabello de Leo—. ¿Sigues con el plan?—preguntó confundida y yo negué con la cabeza.

—No tiene lógica ser pareja y después...—no dije el después porque los niños estaban aquí—. De hoy en adelante duermo en el quinto piso.

—¿Por qué tan lejos?—Raunel levantó las cejas.

Me encogí de hombros. Afra toma asiento a mi lado y Kia brinca por toda la sala junto a Theo.

—¿Ya estás bien?—pregunta Afra y Raunel asiente.

—¿Qué tal si comemos algo?—propuse. Estoy siendo más sociable últimamente.

—Ya comimos—responde Lilia.

La mirada que Afra me dió fue: «estoy muriendo de hambre».

—Entonces Afra y yo vamos a comer a nuestra habitación—la agarré de la mano y la saqué, quería despedirse pero ni eso pudo.

Subí las escaleras más rápido de lo normal hasta llegar al pasillo de habitaciones.

—Te tengo que decir algo—me paré frente a ella.

—¿Sucede algo?—tengo miedo a que rechace mi propuestas.

—Mi nueva habitación es en el quinto piso—le solté, su mirada decayó un poco.

—Estaremos muy lejos—murmuró.

—Pero... puedes dormir conmigo cuando quieras o ¿quieres compartir habitación conmigo?—levantó la mirada y vi sus ojos lila brillante.

—¿Una habitación? ¿Juntos?—asentí—. ¡Uffff!— empezó a hiperventilar con las manos—. Vas muy rápido—hice una mueca.

—No hay problema si no quieres, puedes quedarte con...

—Si quiero pero...—la interrumpí besando sus labios. Me reí mientras la besaba, a ella pareció hacerle gracia.

—Yo sabía que ibas a querer así que ordené que llevaran cosas para los dos—presumí.

—¿Y si yo no aceptaba?—se cruzó de brazos.

—Dejaría todo como estaba esperando a que aceptaras—le agarré la mano para guiarla.

Llegamos al fondo del pasillo y entramos al elevador. Bajé la palanca y comenzamos a ascender.

—¿Te dan miedo los elevadores?—pregunté al ver de la forma en la que me agarró.

—Nunca he estado en uno.

Me gusta besarla, me gusta tocarla. Después de tanto tiempo puedo hacerlo con libertad. ¡Todavía no me creo que es mi pareja! ¡¡Joder!! ¿En qué momento dejé de odiarla y comencé a sentir esto? Es tan raro.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora