ᥣᥙᥒᥲ ᥡ sᥲᥒgrᥱ

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(һіᥴᥱ ᥆𝗍rᥲ ᥎ᥱrsі᥆́ᥒ:᥎)

La luna llena iluminaba el bosque, sus rayos plateados penetraban las copas de los árboles y dibujaban sombras inquietantes sobre el suelo. Riley, con su pelaje negro azabache, corría libremente entre los árboles, disfrutando de la libertad que solo una noche de luna llena podía ofrecerle. Sus sentidos estaban agudizados, y podía oler cada planta, cada animal a kilómetros de distancia. Pero esa noche, un aroma peculiar captó su atención, uno que no había percibido antes. Se detuvo, sus orejas se alzaron, y sus ojos dorados buscaron en la penumbra.

Valentina, o Val como prefería que la llamaran, observaba desde las sombras. Sus ojos rojos brillaban con curiosidad y desdén. Había escuchado historias sobre los hombres lobo, criaturas salvajes y sin control, y nunca había conocido a uno en persona. Sin embargo, había algo en Riley que la intrigaba, aunque no quería admitirlo.

"¿Qué haces en mi territorio, perro?" su voz era fría y calculadora, resonando en el aire nocturno. Riley se giró, sorprendido por la presencia de la vampira. Su hocico se arrugó en un gruñido instintivo.

"Solo estaba explorando", respondió él, su voz gutural debido a su forma de lobo. "No sabía que era tuyo".

"Pues ahora lo sabes. Lárgate antes de que decida que quiero un aperitivo nocturno", replicó Val, mostrando sus colmillos de manera amenazante. Riley mantuvo su posición por un momento antes de decidir que la confrontación no valía la pena. Con un último vistazo a la misteriosa vampira, se adentró de nuevo en el bosque.


Las semanas pasaron, y los encuentros entre Riley y Val se hicieron más frecuentes. Cada vez que Riley se aventuraba en los alrededores del bosque, Val aparecía, siempre con una actitud despectiva y hostil. Pero a pesar de sus amenazas y comentarios mordaces, Riley no podía evitar sentirse atraído por ella. Había algo en sus ojos rojos y en su fría presencia que lo fascinaba.

Por su parte, Val intentaba convencerse de que su interés en Riley era meramente una cuestión de vigilancia. No podía permitirse bajar la guardia con una criatura tan impredecible cerca de su territorio. Pero en el fondo, sentía una extraña conexión con él, una curiosidad que iba más allá de la simple rivalidad.

Una noche, mientras Riley se transformaba de nuevo en humano bajo la luz de la luna menguante, Val apareció silenciosamente detrás de él.

"No entiendo por qué sigues viniendo aquí", dijo ella, su tono menos agresivo de lo habitual.

"Tal vez porque me gusta el lugar", respondió Riley, mirándola a los ojos. "Y tal vez porque quiero entenderte mejor".

Val lo observó en silencio, sorprendida por su sinceridad. Decidió cambiar de táctica.

"¿Por qué querrías entender a alguien como yo?", preguntó con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

"Porque, a pesar de todo, creo que no somos tan diferentes", dijo Riley, dando un paso hacia ella. "Ambos somos seres de la noche, atrapados entre dos mundos".




Los meses pasaron, y la relación entre Riley y Val comenzó a cambiar. Aunque seguían teniendo sus enfrentamientos, también había momentos de tregua y comprensión. Riley, con su torpeza y sinceridad, logró poco a poco abrirse camino en el corazón de Val. A veces, sus conversaciones se prolongaban hasta el amanecer, hablando de sus vidas, sus miedos y sus sueños.

Una noche, mientras caminaban juntos por el bosque, Riley tropezó con una raíz y cayó al suelo de manera poco graciosa. Val no pudo evitar soltar una risa, una que sonó casi desconocida para ella misma.

"¿Estás bien?" preguntó, ayudándolo a levantarse.

"Sí, solo mi torpeza habitual", respondió Riley, sonriendo de manera torpe.

Val lo miró a los ojos y, por primera vez, vio algo más que un simple hombre lobo. Vio a alguien que, a pesar de todas sus diferencias, compartía un vínculo con ella, una conexión que no podía negar.

"Tal vez no seas tan inútil después de todo", dijo ella, con una pequeña sonrisa en los labios.

"¿Es eso un cumplido?" preguntó Riley, sorprendido.

"Tal vez", respondió Val, sus ojos brillando con una nueva luz.




Con el tiempo, Val comenzó a bajar su guardia alrededor de Riley. Sus encuentros se hicieron más frecuentes y menos hostiles. Riley, con su encanto torpe y su naturaleza honesta, se había ganado un lugar en su corazón, aunque ella aún no quería admitirlo por completo.

Una noche, mientras se refugiaban de la lluvia bajo un gran roble, Val decidió abrirse un poco más.

"¿Por qué siempre vuelves, Riley?" preguntó ella, su voz suave y vulnerable.

"Porque hay algo en ti que me atrae", respondió él, sin titubear. "A pesar de tu frialdad, veo la persona que eres realmente. Alguien que ha vivido mucho y que, en el fondo, solo busca alguien con quien compartir esa carga".

Val se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la precisión de sus palabras. Nadie la había visto de esa manera en siglos.

"Y tú, Riley, ¿qué buscas?" preguntó ella finalmente.

"Busco lo mismo", dijo él, mirándola a los ojos. "Alguien que me acepte por lo que soy, con mis defectos y todo".

Esa noche, bajo la lluvia y el refugio del roble, Val permitió que su corazón se abriera un poco más a la posibilidad de amar y ser amada por alguien tan diferente y, sin embargo, tan similar a ella.




Justo cuando Riley y Val empezaban a aceptar sus sentimientos, un nuevo peligro surgió en el horizonte. Una antigua orden de cazadores de criaturas nocturnas había llegado al bosque, con la intención de eliminar cualquier amenaza sobrenatural.

Riley y Val se encontraron luchando juntos para protegerse a sí mismos y a sus respectivos territorios. Durante una feroz batalla contra los cazadores, Val fue herida gravemente por una estaca de plata.

"No me dejes, Val", suplicó Riley, sosteniéndola en sus brazos mientras la sangre manaba de su herida.

"No tengo intención de hacerlo", respondió ella con una débil sonrisa. "Pero necesitas sacarme de aquí".

Con un esfuerzo supremo, Riley llevó a Val a un lugar seguro y comenzó a cuidar de sus heridas. Pasaron días antes de que ella empezara a recuperarse. Durante ese tiempo, Riley permaneció a su lado, velando por ella y asegurándose de que estuviera a salvo.

"Gracias", dijo Val, su voz apenas un susurro. "Por no rendirte conmigo".

"Nunca lo haría", respondió Riley, acariciando suavemente su mejilla. "Porque te amo, Val".




Con el tiempo, Val se recuperó por completo y los cazadores fueron derrotados o expulsados del bosque. Riley y Val, ahora más unidos que nunca, comenzaron a imaginar un futuro juntos. A pesar de sus diferencias, sabían que su amor podía superar cualquier obstáculo.

"¿Qué haremos ahora?" preguntó Val, mientras caminaban juntos bajo la luz de la luna.

"Lo que queramos", respondió Riley, sonriendo. "Podemos construir una vida juntos, lejos de los prejuicios y el odio. Solo nosotros, siendo quienes somos".

Val lo miró y, por primera vez en mucho tiempo, sintió esperanza. Había encontrado a alguien que la aceptaba completamente, con todas sus imperfecciones y oscuridad. Alguien que la hacía sentir viva de una manera que no había experimentado en siglos.

"Entonces, empecemos de nuevo", dijo ella, tomando la mano de Riley. "Juntos".

Y así, bajo la luz plateada de la luna llena, Riley y Val comenzaron una nueva vida, uno al lado del otro. Superando sus diferencias, construyeron un amor que desafiaba el tiempo y las sombras, demostrando que incluso las criaturas más diferentes podían encontrar la paz y la felicidad en compañía del otro.

Fin.

OneShots (Val X Riley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora