𝙈𝙞 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙤𝙨𝙖 𝘿𝙞𝙤𝙨𝙖

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Durante milenios, Riley vagó por la tierra, viendo cómo civilizaciones se levantaban y caían, cómo la humanidad evolucionaba y cómo la naturaleza seguía su curso eterno. Como un ser inmortal, su existencia estaba marcada por una soledad interminable. Había amado y perdido más veces de las que podía contar, y cada vez, la pérdida dejaba una marca indeleble en su alma.

Riley había aprendido a vivir en las sombras, observando sin intervenir, cuidando sin ser vista. La inmortalidad le había enseñado la paciencia y la sabiduría, pero también le había mostrado el dolor de la eterna despedida. Su corazón, aunque fuerte, estaba cansado de la soledad que parecía ser su única compañera constante.


En una noche oscura, mientras Riley deambulaba por un bosque antiguo, sintió una presencia inusual. Era una energía que nunca antes había experimentado, algo poderoso y enigmático. Intrigada, siguió el rastro hasta llegar a un claro iluminado por la luz de la luna. Allí, en medio del claro, se encontraba una figura imponente y majestuosa: Val, la diosa de la muerte.

Val era una visión de belleza y poder. Su piel pálida brillaba bajo la luz de la luna, y sus ojos oscuros reflejaban la profundidad del cosmos. Aunque su presencia inspiraba temor, Riley sintió una atracción irresistible hacia ella, una conexión que trascendía el tiempo y el espacio.

"¿Quién eres?", preguntó Val, su voz resonando como un eco en el silencio del bosque.

"Soy Riley," respondió con calma, "una inmortal que ha vagado por este mundo durante más tiempo del que puedo recordar."

Val la observó detenidamente, como si pudiera ver a través de su alma. "Eres diferente," dijo finalmente. "No como los mortales que temo. ¿Qué buscas aquí?"

Riley dudó por un momento antes de responder. "He buscado respuestas durante siglos. Pero hoy, he encontrado algo que no esperaba: a ti."


Los encuentros entre Riley y Val se volvieron más frecuentes. A pesar de sus diferencias, encontraron consuelo en la compañía del otro. Val, la diosa de la muerte, estaba acostumbrada a ser temida y adorada, pero nunca había conocido a alguien que la tratara con tanta humanidad y comprensión.

Riley, por su parte, encontró en Val una fuente de fascinación y consuelo. A pesar de ser una diosa, Val tenía sus propias cargas y tristezas. La responsabilidad de guiar a las almas al más allá no era fácil, y la soledad de su posición la había dejado aislada de cualquier conexión genuina.

Durante sus conversaciones, Riley y Valentina compartieron sus historias, sus miedos y sus sueños. Riley le habló de los siglos de soledad y pérdida, mientras Val reveló la tristeza de ver pasar incontables vidas y la carga de su inmortalidad divina.

Una noche, mientras observaban el cielo estrellado, Val se volvió hacia Riley. "Nunca pensé que encontraría a alguien como tú," confesó. "Alguien que entiende la soledad de la inmortalidad."

Riley tomó la mano de Val, su tacto cálido y reconfortante. "Y yo nunca pensé que encontraría a alguien que pudiera ver más allá de mi inmortalidad. Alguien que viera mi alma."


El amor entre Riley y Val floreció de manera natural y profunda. A medida que pasaban más tiempo juntas, su conexión se fortalecía, superando las barreras de la mortalidad y la divinidad. Riley se convirtió en un ancla para Val, alguien en quien podía confiar y apoyarse en los momentos más difíciles.

Por su parte, Val le mostró a Riley un mundo más allá de la mortalidad, una comprensión más profunda del ciclo de la vida y la muerte. Le enseñó a ver la belleza en el final de una vida y la esperanza en el renacimiento.

Un día, mientras paseaban por un jardín celestial que Val había creado, Riley se detuvo y la miró a los ojos. "Val, te amo," dijo con sinceridad. "Te amo más de lo que he amado a nadie en mi larga vida."

Val sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. "Y yo te amo a ti, Riley. Nunca pensé que podría encontrar a alguien que entendiera mi soledad y compartiera mi amor por este mundo."


A pesar de su amor, su relación no estaba exenta de desafíos. Los otros dioses y seres inmortales miraban con recelo la unión entre una diosa de la muerte y una inmortal. Algunos temían que su amor pudiera alterar el equilibrio del cosmos, mientras que otros simplemente envidiaban la conexión que habían encontrado.

Un día, el consejo de los dioses convocó a Val para discutir su relación con Riley. "Tu amor por un inmortal es peligroso," advirtió uno de los dioses ancianos. "Podría desequilibrar el ciclo de la vida y la muerte."

Val se mantuvo firme. "Riley no es una amenaza para el equilibrio. Si acaso, su presencia me ha ayudado a entender mejor mi papel y a llevarlo con más compasión y sabiduría."

Riley, que había permanecido en las sombras, dio un paso adelante. "No busco alterar el orden de las cosas. Solo busco amar y ser amada. Nuestra unión no es un desafío al equilibrio, sino una prueba de que incluso en los roles más solitarios y difíciles, el amor puede florecer."


Con el tiempo, los dioses comenzaron a ver la verdad en las palabras de Val y Riley. Su amor no era una amenaza, sino una fuente de fortaleza y sabiduría. Juntos, trabajaron para encontrar un equilibrio entre sus responsabilidades y su amor.

Riley continuó acompañando a Val en sus tareas divinas, ayudándola a guiar a las almas y a entender mejor el ciclo de la vida y la muerte. Val, por su parte, aprendió a apreciar la perspectiva de Riley, su amor por la humanidad y su compasión inagotable.

Un día, mientras descansaban en su jardín celestial, Val miró a Riley con una sonrisa. "Hemos pasado, por tanto, juntas, y aun así, nuestro amor solo ha crecido más fuerte."

Riley asintió, tomando la mano de Val. "Nuestro amor es eterno, como nosotras. Juntas, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente."


Juntas, Riley y Val encontraron una paz y una felicidad que ninguna de las dos había conocido antes. Su amor trascendía las barreras del tiempo y el espacio, creando un vínculo que nada ni nadie podía romper.

A lo largo de los siglos, continuaron su trabajo, guiando a las almas y protegiendo el equilibrio del cosmos. Su amor se convirtió en una leyenda, una inspiración para dioses e inmortales por igual.

Riley y Val demostraron que incluso en las vidas más solitarias y difíciles, el amor puede florecer y traer luz a la oscuridad. Juntas, enfrentaron los desafíos del destino y construyeron un futuro lleno de esperanza, compasión y amor eterno.

En su jardín celestial, bajo el cielo estrellado, se prometieron amarse por toda la eternidad. Y así, vivieron juntas, inmortales y eternamente enamoradas, demostrando que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo y perdurar más allá del tiempo mismo.

OneShots (Val X Riley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora