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Desde que Riley y Valentina eran niñas, sus destinos habían estado entrelazados de una manera especial. Sus familias eran vecinas en un tranquilo barrio a las afueras de la ciudad, y las dos niñas crecieron juntas, compartiendo risas, secretos y sueños. Desde el primer momento, había una conexión especial entre ellas, algo que iba más allá de la simple amistad.

Riley era una niña extrovertida y aventurera, siempre lista para explorar y descubrir cosas nuevas. Valentina, por otro lado, era más reservada y reflexiva, pero siempre encontraba consuelo y alegría en la compañía de Riley. Juntas, eran inseparables, pasando horas jugando en el jardín, inventando juegos y creando mundos de fantasía en los que eran las heroínas de sus propias historias.

Conforme fueron creciendo, la amistad entre Riley y Valentina comenzó a transformarse en algo más profundo. A medida que la adolescencia se acercaba, las dos chicas se dieron cuenta de que sus sentimientos eran más que simples afectos de amigas. Sus corazones latían más rápido cuando estaban cerca una de la otra, y sus miradas se prolongaban en silencio, comunicando lo que aún no se atrevían a decir en voz alta.

El amor entre Riley y Valentina floreció en secreto, consciente de que sus familias nunca aceptarían su relación. Vivían en una comunidad conservadora, donde cualquier desviación de las normas sociales era vista con desdén y rechazo. A pesar de esto, las dos jóvenes no podían evitar lo que sentían. Cada momento a solas era una oportunidad para expresar su amor de manera furtiva, ya fuera a través de un simple roce de manos o un beso robado bajo la luz de la luna.

Una tarde de verano, Riley y Valentina decidieron escaparse al parque que había sido su refugio durante tantos años. El parque estaba situado en una zona apartada del barrio, rodeado de altos árboles y espesos arbustos que ofrecían un escondite perfecto. Era su lugar especial, un santuario donde podían ser ellas mismas sin miedo al juicio o la represión.

Se sentaron juntas en un banco de madera, bajo la sombra de un antiguo roble. Las hojas susurraban suavemente con la brisa, y el sol se filtraba a través del follaje, creando un ambiente cálido y acogedor. Riley tomó la mano de Valentina y la miró a los ojos, sus corazones sincronizados en un ritmo que solo ellas podían entender.

—Te amo, Val —dijo Riley en voz baja, su voz llena de emoción—. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Valentina sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.

—Y yo te amo a ti, Riley. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Se inclinaron hacia adelante, sus labios encontrándose en un beso dulce y apasionado. Por un momento, todo lo demás desapareció, y solo existían ellas dos en su pequeño universo de amor.

Pero su felicidad fue interrumpida bruscamente. Sin previo aviso, los padres de Riley aparecieron en el parque, habiendo seguido a las chicas sin que ellas lo supieran. Al ver a su hija besando a Valentina, sus rostros se contorsionaron en una mezcla de furia y horror.

—¡Riley! —gritó su padre, su voz resonando con una ira feroz—. ¿Qué crees que estás haciendo?

Riley se apartó de Valentina, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Valentina se levantó rápidamente, sus ojos llenos de miedo y preocupación.

—Papá, yo... —comenzó a decir Riley, pero su padre la interrumpió bruscamente.

—¡Esto es inaceptable! —rugió—. ¡No puedo creer que estés deshonrando a nuestra familia de esta manera!

La madre de Riley, con lágrimas de rabia en los ojos, se volvió hacia Valentina, su voz llena de veneno.

—Tú eres la culpable de esto. Has corrompido a nuestra hija. ¡No mereces vivir!

El pánico se apoderó de Riley al escuchar las palabras de su madre. Sabía que sus padres eran capaces de llevar a cabo sus amenazas, y no podía permitir que le hicieran daño a Valentina. En un acto de desesperación y amor incondicional, se interpuso entre sus padres y Valentina, extendiendo los brazos para proteger a su amada.

—¡No la toquen! —gritó Riley—. Si tienen que castigar a alguien, que sea a mí. Pero no le hagan daño a Valentina.

Los ojos de su padre se estrecharon con una furia fría y calculadora.

—Muy bien, Riley. Si eso es lo que quieres, así será.

Antes de que Valentina pudiera reaccionar, Riley sintió un dolor agudo en su abdomen. Miró hacia abajo y vio la hoja de un cuchillo brillando con un resplandor siniestro, el arma que su propio padre había utilizado para herirla. El mundo comenzó a girar a su alrededor, y cayó de rodillas, el dolor extendiéndose como fuego por su cuerpo.

—¡Riley! —gritó Valentina, corriendo hacia ella y sosteniéndola en sus brazos—. ¡No, por favor, no!

Con las fuerzas menguando, Riley levantó la mano y acarició la mejilla de Valentina, sus ojos llenos de amor y tristeza.

—Te amo, Val... —susurró—. Nunca lo olvides.

Las lágrimas caían libremente por el rostro de Valentina mientras miraba a los ojos de Riley, viendo la vida desvanecerse lentamente. Los padres de Riley se quedaron quietos, observando con rostros impenetrables mientras su hija daba su último aliento.

El parque, que una vez había sido su refugio de amor, se convirtió en el escenario de su tragedia. Valentina abrazó el cuerpo sin vida de Riley, su corazón roto en mil pedazos. Sabía que su amor había sido verdadero, y que la valentía y el sacrificio de Riley no serían olvidados.

La comunidad se estremeció con la noticia de la tragedia. Los padres de Riley fueron arrestados y juzgados, pero nada podía reparar el dolor y la pérdida que Valentina sentía. Sin embargo, en su corazón, llevaba el recuerdo del amor que ella y Riley habían compartido, un amor tan puro y fuerte que había desafiado las convenciones y enfrentado el odio con valentía.

Con el tiempo, Valentina encontró la fuerza para seguir adelante, dedicando su vida a luchar por el amor y la aceptación en una sociedad que tantas veces había sido cruel. Y cada vez que visitaba el parque, ahora un lugar de memoria y reflexión, sentía la presencia de Riley a su lado, su torpe pero valiente alfa, que había sacrificado todo por amor.

OneShots (Val X Riley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora