Amor interplanetario

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Riley siempre había soñado con explorar el espacio. Desde niña, pasaba horas mirando las estrellas, imaginando los mundos lejanos que esperaban ser descubiertos. Ahora, como astronauta, su sueño estaba a punto de hacerse realidad. La misión lunar en la que había trabajado durante años estaba lista para despegar.

El viaje a la Luna fue emocionante y lleno de maravillas. Mientras el cohete despegaba, Riley sintió un cúmulo de emociones: emoción, nerviosismo y una pizca de temor. Pero sobre todo, estaba ansiosa por lo que encontraría al llegar. La travesía fue más corta de lo que había imaginado, y cuando finalmente aterrizaron, se sintió abrumada por la belleza desolada del paisaje lunar.

Al salir del módulo lunar, Riley respiró profundamente, aunque sabía que el aire en su casco era el mismo que había estado respirando todo el viaje. Había algo en estar en la superficie de la Luna que la hacía sentir más viva que nunca. Mientras sus compañeros de misión se ocupaban de las tareas asignadas, Riley decidió explorar un poco más lejos del módulo de aterrizaje.

Caminando por la superficie polvorienta, descubrió una cueva oculta entre las sombras de un gran cráter. La curiosidad la llevó a adentrarse en ella, iluminando su camino con una linterna. Lo que encontró en su interior la dejó sin aliento: una comunidad de seres que brillaban con una luz suave y plateada, seres que parecían formar parte de la misma Luna.

Entre ellos, una figura destacaba. Valentina, con su cabello largo y plateado que flotaba alrededor de ella como un halo, y ojos que reflejaban las estrellas. Riley se quedó inmóvil, maravillada por su belleza y la serenidad que emanaba.

Valentina, notando a la intrusa, se acercó con cautela. "¿Quién eres y qué haces aquí?", preguntó con una voz que sonaba como un susurro de viento lunar.

"Soy Riley, una exploradora de la Tierra," respondió, tratando de sonar valiente a pesar de la emoción que sentía. "No sabía que había vida aquí."

Valentina sonrió suavemente. "Somos los guardianes de la Luna. Hemos estado aquí desde que se formó. Nunca imaginé conocer a alguien de otro mundo."

A partir de ese momento, Riley y Valentina comenzaron a pasar mucho tiempo juntas. Valentina le mostró a Riley los secretos de la Luna, lugares escondidos y vistas impresionantes que ningún humano había visto antes. Riley, a su vez, le habló de la Tierra, de sus océanos, bosques y de la vida que la llenaba.

Con el paso del tiempo, la conexión entre ellas se hizo más profunda. Riley se dio cuenta de que no solo estaba fascinada por la Luna, sino también por Valentina. Sus conversaciones se volvieron más personales, compartiendo sueños, miedos y esperanzas. Valentina le contó historias sobre los antiguos guardianes y cómo protegían los secretos de la Luna.

Una noche, mientras observaban la Tierra desde la superficie lunar, Riley tomó la mano de Valentina. "Val, nunca imaginé que encontraría a alguien como tú aquí. Siento algo especial por ti, algo que nunca he sentido antes."

Valentina apretó suavemente la mano de Riley. "Yo también, Riley. Desde que llegaste, he sentido una conexión que no puedo explicar. Pero tú eres de la Tierra y yo de la Luna. ¿Cómo podría funcionar?"

Riley sonrió. "No sé cómo, pero sé que quiero intentarlo. Tal vez podemos encontrar una manera de estar juntas, sin importar la distancia."

Decidieron aprovechar el tiempo que les quedaba juntas, sabiendo que la misión de Riley pronto llegaría a su fin. Exploraron más rincones ocultos de la Luna, compartiendo risas y momentos de ternura. Riley se maravillaba con la belleza y el misterio de Valentina, y con cada día que pasaba, se enamoraba más profundamente.

Cuando llegó el día de partir, Riley prometió regresar. "Te encontraré de nuevo, Val. No importa cuánto tiempo, tome."

Valentina asintió, sus ojos brillando con lágrimas que no cayeron. "Te esperaré, Riley. Siempre miraré hacia las estrellas, sabiendo que tú también las estás mirando."

Con un último abrazo, Riley abordó el módulo de regreso, llevando consigo no solo recuerdos increíbles, sino también la promesa de un amor interplanetario. Sabía que su vida nunca volvería a ser la misma, pero también sabía que, sin importar la distancia, su corazón siempre estaría conectado con Valentina, la habitante de la Luna.

De vuelta en la Tierra, Riley no podía dejar de pensar en Valentina. Las semanas y meses pasaron, y aunque estaba ocupada con sus responsabilidades como astronauta, siempre encontraba un momento para mirar al cielo nocturno y pensar en su amor lunar. Escribió detallados informes sobre su misión, pero omitió la parte más increíble de su experiencia: Valentina y la comunidad lunar. Era un secreto que quería proteger, al menos por un tiempo.

Riley se dedicó a estudiar formas de volver a la Luna. Participó en proyectos que buscaban enviar misiones de exploración más largas y establecer bases permanentes. Su pasión y dedicación no pasaron desapercibidas, y pronto se le ofreció la oportunidad de liderar una nueva misión a la Luna. Esta vez, con la promesa de un regreso más prolongado.

El día del lanzamiento, Riley estaba llena de anticipación. Sabía que estaba a punto de reunirse con Valentina, y el pensamiento la llenaba de una mezcla de emoción y ansiedad. El viaje fue similar al anterior, pero esta vez, cada momento en el espacio la acercaba más a su amada.

Al aterrizar, Riley no perdió tiempo en buscar la cueva oculta. Valentina la estaba esperando, su luz plateada más brillante que nunca. "Riley, sabía que regresarías," dijo Valentina, corriendo hacia ella y envolviéndola en un abrazo.

"Te prometí que lo haría," respondió Riley, sintiendo que su corazón latía con fuerza. "He pensado en ti todos los días."

Durante los siguientes meses, Riley y Valentina vivieron una vida que era una mezcla de trabajo y amor. Riley continuó con sus investigaciones, mientras Valentina le mostraba más secretos de la Luna. Aprendieron el uno del otro, sus culturas y sus formas de vida, y la conexión entre ellas se hizo aún más fuerte.

Riley encontró formas de comunicarse con la Tierra, asegurando que sus informes reflejaran la importancia de establecer una base lunar. Sin embargo, siempre se cuidaba de no revelar la existencia de la comunidad lunar. Sabía que debía proteger a Valentina y su hogar.

Un día, mientras caminaban por un valle lunar, Valentina tomó la mano de Riley y la llevó a un lugar especial. Era un lago de hielo, oculto de la vista, que reflejaba la luz de las estrellas de una manera mágica. "Este lugar es sagrado para nosotros," explicó Valentina. "Es un símbolo de vida y esperanza."

Riley se sintió profundamente conmovida. "Es hermoso, Val. Gracias por compartirlo conmigo."

Valentina la miró con intensidad. "Riley, sé que nuestras vidas son diferentes y que nuestro amor enfrenta muchos desafíos. Pero no puedo imaginar mi vida sin ti. Eres mi conexión con un mundo más allá de este."

"Y tú eres mi razón para volver," dijo Riley, abrazando a Valentina. "Juntos, encontraremos una manera de superar cualquier obstáculo."

A medida que pasaban más tiempo juntas, Riley y Valentina comenzaron a planear un futuro. Sabían que no sería fácil, pero estaban dispuestas a luchar por su amor. Riley propuso la idea de construir una pequeña base donde pudieran vivir juntas, uniendo sus dos mundos.

Con el apoyo de la comunidad lunar y los avances tecnológicos de la Tierra, la idea de una base lunar conjunta comenzó a tomar forma. Riley trabajó incansablemente, comunicándose con científicos y autoridades en la Tierra para asegurar que el proyecto se llevara a cabo.

Finalmente, después de mucho esfuerzo y dedicación, la base lunar estuvo lista. Fue un momento de celebración, no solo para Riley y Valentina, sino para todos aquellos que habían trabajado para hacer realidad su sueño. La base se convirtió en un símbolo de cooperación y amor interplanetario.

Riley y Valentina se establecieron en su nuevo hogar, viviendo una vida que era una mezcla de ambas culturas. Pasaban sus días explorando, investigando y disfrutando de la compañía del otro. Aunque enfrentaron desafíos y momentos difíciles, su amor siempre prevaleció.

Con el tiempo, más humanos llegaron a la Luna, y la base se expandió. Riley y Valentina se convirtieron en líderes y ejemplos de lo que se podía lograr con amor y cooperación. Su historia inspiró a otros a soñar en grande y a creer en la posibilidad de superar cualquier barrera.

En las noches tranquilas, Riley y Valentina se sentaban juntos, observando la Tierra y las estrellas. Sabían que su amor había trascendido las fronteras de sus mundos y que, mientras estuvieran juntos, no había límite para lo que podían lograr.

OneShots (Val X Riley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora