Lazos paralelos

53

Tsurugi despertó con frío en medio de la noche en aquel desolado lugar del cual y agradecí poder ir y estar, la piel fría temblaba por el toque del viento nocturno, el sonido de la naturaleza en una noche sin luna con la cual hablar, pero con cientos de millones de estrellas y galaxias por admirar.

«Ven conmigo, viajemos juntos» su abuelo estaba preocupado, y como ultimo medio le dijo que fuera donde él, que ambos podrían vacacionar, ser libres como el viento algo que su nieto rechazo.

Tomo asiento en el suelo, abrazándose de las rodillas. Se sentía como un niño, un niño solo y triste, demasiado triste que había olvidado que se quedo dormido en medio del llanto, y que de nuevo estaba llorando.

Deseaba no haber nacido, o haber muerto en algún momento, de esa manera nadie hubiera sufrido, su hermano no habría tenido que preocuparse por él, que cuidarlo, que mantenerlos cuando apenas era un niño. Su abuelo podría estar también mejor sin tener que cuidarlos, incluso tal vez tendría alguna compañera, alguien con quien estar.

Su madre y padre pudieron haber seguido juntos con su hermano, siendo una feliz familia.

El solo nació para amargarles la vida, para ser un estorbo.

—Nadie necesita de mí... Y no necesito de nadie... –musito en el silencio del lugar —pareciera que soy un amuleto de mala suerte.

Suspiro, le dolía el pecho sintiéndolo pesado, se limpio el moco y las lágrimas que aun resbalan por aquellas pálidas mejillas, esos ojos apagados, el cabello sucio, el cuerpo entumecido. Había dejado de comer, el dormir solo le hacía tener pesadillas y estar despierto le torturaba los recuerdos.

No estaba en paz siendo día o noche, no estaba contento con él mismo tiraba de los cabellos a punto de arrancarse un par de ellos y herirse el cuello cabelludo en el proceso, las uñas largas y sucias, la piel áspera, sin vida.

—Yo no pedí nacer... No pedí nada... No es mi culpa y... Y aun así... –temblaba al hablar, su voz apenas y se escuchaba para él —maldita sea...

Antes de llegar, se había encontrado con unas personas que, notándole cabizbajo le dieron "algo" para que dejará de tener esa cara larga, siguiendo los fulanos con sus asuntos y Tsurugi irse sin decir en realidad nada.

Saco del bolsillo aquella pequeña bolsa que contiene algo blanco, no es estúpido para no saber que es, tampoco deseaba volverse un adicto para dar pena por las calles ¿Qué diría su hermano de eso? ¿Pensaría que sería de nuevo una carga? ¿Su abuelo y hermano volverían a estar atados a él?

No, no quiere eso.

Lo arrojo lejos fuera de la casa y vuelve a tumbarse de lado abrazado y con las ventanas abiertas, no le importa el frío, solo quería desaparecer, que la tierra se lo tragará o que algo pasará, que nadie supiera de él, tampoco es que fuera importante ¿Lo fue acaso?

¿En que quedaría todo su esfuerzo?

¿Las noches de desvelo?

¿Los días ajetrados?

¿Las prisas?

¿En donde quedaría todo eso?

¿Todo en lo que se esforzó? 

El pecho no es lo único que le empezó a doler, la cabeza de nuevo le volvió a palpitar como el estruendo de un tambor en guerra, fuerte.