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Después de todas las cosas que han estado pasando en su vida, Tsurugi no puede decir que tiene una mala vida, al contrario, esta agradecido con todo lo que tiene, que para algunos tal vez no sea mucho, pero para el era suficiente.

Un hogar donde llegar a refugiarse o descansar, a su abuelo quien recupero la buena salud y ahora no paraba de reñirle de por que no llevaba a casa una linda chica, o algún chico interesante; Yuuichi seguía en el campo, y al parecer había una chica en especial con la cual empezó a salir.

Tenía buenas notas, y gracias a la ayuda de su maestro Fubuki y la tutoría de Yukimura llevaba la materia con tranquilidad, el trabajo junto a Matatagi y sus compañeros era un sin fin de buenos y malos momentos en donde todos o uno pasaba por alguna situación



Pero aun con todas esas cosas buenas, no puede olvidar que hay también algunos detalles en su vida de los cuales no esta muy contento, y aun si esto no fuera culpa ni de su hermano ni de él, sentía en el corazón un dolor cada tanto que recuerda ese pasado que procura tener en el olvido.



Cuando fue abrir a puerta hubiera deseado que alguna voz del más allá, o un espectro le hubiera dado alguna señal que lo mentalizará a la hora de ver a la mujer que bien ya poco recuerda delante con ropa elegante y un rostro que para nada muestra algún sentimiento que no sea de asco por el lugar.

—Oh... pensé que estarías en la escuela... –hablo con un acento distinto —¿Yuuichi esta?

Alzó la ceja ante aquello y frunció las cejas después de ello con molestia —no está.

—¿Quién es? –Hiroga cuestiono desde la cercana estancia, pero no recibió respuesta, algo que le disgusto —¿Muchacho? –llamó de nuevo caminando a la puerta —¡Sabes que nada de vendedores ambulantes ni...! –había movido a Kyousuke de la puerta, creyendo que de seguro alguno de esos tipos que gustan de lavar el cerebro estaría haciendo eso mismo, pero gruño al ver a la mujer —ni damos dinero por caridad –dijo con seriedad.

Ella rio y se descubrió los ojos de las gafas de sol que tenía puestos —tan amable como siempre... Pero el que pide caridad es su...

—Kyousuke ve empanzado la comida por mi –ordeno antes de que la mujer a completara aquello —tu hermano no tardará en llegar con hambre –en respuesta Kyousuke asintió y se retiro, mirando por última vez por el hombro a la mujer que le dio la vida, pero solo eso.

La mujer se abrió pasó y entro al lugar aun con la resistencia del anciano Hiroga —sigue siendo el mismo lugar... Y Yuuichi sigue en ese mísero lugar de mugre y tierra.

—Un trabajo digno que le gusta y en el cual encontró su vocación –hablo Hiroga.

Bufó ella y le miro —Yuuichi tiene madera de algo más grande que solo estar entre ramas y lodo, y lo sabes. 

—El ya es un adulto, sabe lo que quiere –defendió —y lo diré por él "no acepta tu propuesta".

Rio con ganas ella y se puso al nivel del anciano —ya veo por que su hijo es estúpido y lo tratan como tal –camino a la puerta y le miro de reojo –vendré después para hablar con él. Dígale que no siempre estaré de humor para esperar por él. Cuídese, Hiroga –y con ello cerro la puerta tras de ella y dejar al anciano cansado por aquella inesperada visita.


Kyousuke aun con la orden del mayor, no evito quedarse escondido para escuchar aquello que lo puso a pensar ¿Por qué el mayor seguía teniendo contacto con su madre? ¿Por qué ella insistía en un trabajo diferente para Yuuichi?

Era inevitable no sentir tristeza de que su madre, aun con el pasar del tiempo, siguiera sin demostrar afecto a su hijo menor y tampoco puede decir que no lo necesita, así como el cariño de su padre, y Yuuichi desde que tiene memoria siempre le ha dado todo el amor y cuidado que, aparte de su abuelo, alguien le pudo dar, más el niño dentro de él siempre espero un afecto de su padre o madre.

Le quemaba por dentro pensar el hecho de que tal vez, solo tal vez el fue el culpable de que sus padres se separarán, y de que su hermano tuviera que estar de sol a sol trabajando solo por ser el mayor, su responsabilidad como hermano. 

Ya era un adulto, un hombre que podía hacerse cargo de él mismo sin que Yuuichi se esforzara tanto.

Sintió como tiraban de él, sin resistirse dejo que lo estrecharán y sentir ese calor y aroma a ciruela que su abuelo lleva siempre en las ropas, como le palpa la espalda con cariño y el calor de su propio rostro con el deslizar fresco de las lágrimas que salen de lo profundo de ese niño dentro de él.

Hiroga siempre ha sabido que Kyousuke ha necesitado de sus padres, a diferencia de Yuuichi quien convivió un poco más con ellos antes del nacimiento de Kyou. Nunca de lo había dicho a Yuuichi, pero Kyou era más frágil de lo que se piensa, necesitando el afecto de sus padres, sentir ese amor que todo niño necesita.

Le estrecho con fuerza contra el pecho, dejando que este se desahogue, y aun si Hiroga no sabe lo que es el rechazo de ambos padres al vivir una infancia tranquila, su viejo corazón duele al verlo desde niño con ojos esperanzados de que su madre o padre le den siquiera una muestra de afecto.



—Estoy en casa... Traje mochi y taiyaki recién hechos –dijo dejando la bolsa con los mencionados alimentos en la mesa de entrada y retirarse los zapatos.

—Bienvenido, hermano –llegó Kyou recibiéndole en la entrada con una suave sonrisa y ayudándole a retirarse el abrigo —la comida esta casi lista –tomando la bolsa de papel en mano y llevándola a la cocina para guardar como es debido para más tarde.

—Será mejor que te des una ducha antes, apestas –ordeno Hiroga, y Yuuichi con una leve risa obedeció a ello sin reproche, después de todo Kyou le tenía la tina lista para un baño y luego comer juntos, como una familia.



22/07/2023.

Lazos paralelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora