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Yukimura no era el chico que todos pensaban a simple vista, o que las chicas idealizaban. Taiyou lo sabía muy bien, demasiado bien.

—¡Mierda...! ¡Ahí... No pares! –jadeo alto Taiyou sintiendo aquellas manos sobre su piel, se sentía en el cielo.

—Gritas mucho, a la próxima considerare hacer esto mientras duermes –dice mientras se retira el sudor de la frente. La piel de Ame esta caliente —esta menos dura que la vez pasada.

—¿De quien es la culpa? –le mira por el hombro y suelta un suspiro de gozo –tus manos son lo mejor... Quisiera que lo hicieras siempre...

Mientras las manos de Yuki recorren toda la espalda, hombros y caderas del chico con aquel aceite aromático relajándolo y quitándole la tensión, Amemiya se olvidaba de todo y todos quedándose solo con la agradable sensación de aquel movimiento de manos de Yuki a su son donde la tensión se acumula.

Era una lastima que solo lograra tener esa atención pagando por ello. Una cosa era su relación, y otra muy diferente el trabajo.

La familia de Yukimura se especializaban en los masajes sanadores con ayuda de piedras de rio al calor del fuego, uso de lámparas especiales para el cuerpo, aceites y otras más que ayudan a la estimulación de la energía del cuerpo, aliviar la tensión, entre otras finalidades y Amemiya era un fanático y cliente frecuente.


Los bisabuelos de Yuki gracias a los abuelos de los mismos, adquirieron un terreno amplio y grande gracias a favoreces que estos habían hecho a unos extranjeros quienes como muestra de su agradecimiento, se los cedieron, además de ello aquel sitio contaba con aguas termales, y con mano de obra y financiamiento, el lugar se alzó teniendo un hostal en donde los extranjeros y gente de casa podían estar de manera tranquila y cómoda.

En el desarrollo de estos acontecimientos, los antepasados de este conocían el arte de los masajes y sus beneficios, lo cual les ayudo a solventar gastos y ganarse una reputación en donde de boca en boca fueron ganando clientes.


Saliendo de las termas después de aquel masaje que le hace siempre salir su alma del cuerpo, llegó a la habitación que siempre pide y en la cual se siente cómodo, las cortas vacaciones de la universidad las pasaba en aquel lugar, le gustaba ver a su novio tan atractivo y servicial, aun si pagaba por ello, el dinero era de menos al apoyar a su madre a cambio de una remuneración al ayudarle con trabajo de oficina.

Además, era una buena manera de descansar del ajetreo de la escuela y recuperar energías. No era un mal estudiante, hasta ahora se había mantenido con un promedio medio alto y era también parte de la lista de los más guapos de la facultad entre chicas y chicos, por que Taiyou jamás negó ni mucho menos se sintió menos al decir que es gay, pero no era como si lo gritará a los cuatro vientos.


—Parece que tuviste un día muy movido –vio a Yuki entrar con cara de fastidio —ven, acomódate aquí –dijo al tiempo que palmea las piernas para que Hyouga coloque la cabeza sobre estas, lo cual hizo y empezó a darle mimos —tu y Kyou no dejan de trabajar, incluso en vacaciones.

—Yo apoyo solo cuando hay demasiada gente. Tsurugi es alguien diligente y responsable –dio un suspiro y de alzó para besar a Amemiya, el cual correspondió con gusto.


Otro motivo por el cual vale cada moneda el ir ahí, es para tener cada noche a su chico comiéndole los labios y un poco más.



La noche siendo hermosa, un regalo que Akane no pasa por alto y toma una buen foto. 

Aquella boda planeada con meses de anticipación había salido todo un éxito desde la ceremonia hasta la fiesta, y siendo Yamana hermana del recién casado, este no esperaba menos de su pequeña hermana más que excelentes fotos y un vídeo especial que ella llevó con mucho cuidado con ayuda de la familia de la novia, un detalle que hizo llorar a la mujer y abrazar con fuerza a su cuñada.

Después de tanto ajetreo, nervioso y tensión, ahora estaban disfrutando de una agradable velada con los seres queridos y amigos más cercanos.


—Estas distraída. Más de lo normal –Akima tomo asiento en el césped a lado de Akane —¿Te preocupa algo?

—Lo dice quien casi vomita en el templo –bromeo la menor haciendo reír de manera nerviosa al mayor. Bajo la mirada observando como si fuera la primera vez que sostiene una cámara —no es nada en realidad... Solo me cuestiono algunas cosas sobre el amor.

Akima sonríe suave. Akane no guardaba ningún secreto, mucho menos a él, logrando hablar con confianza ante cualquier problema o duda que tuviera, por más sencilla o difícil que fuera, él estaba para ayudar a su pequeña hermana. Una promesa que le dio desde que estaba en el vientre de su madre.

Compartiendo el color de los ojos como el de cabello, teniéndole el un tono más oscuro y estilo mohicano, un corte que desmayo al padre de ambos y ganándose un buen golpe por parte de su madre, la cual seguía sin perdonarle esa ofensa. 

—El amor llega cuando menos lo esperas –respondió con tranquilidad —la persona ideal aparece en el momento indicado.

—¿Y si esa persona... No es quien crees? ¿Si sientes que no es la persona correcta?

—Entonces no lo es. Y no hay por qué abrumarse, solo es cuestión de esperar.

Ambos ven aquel hermoso cielo, la música como las conversaciones y risas de fondo hacen el ambiente agradable.


Akane piensa que Hakuryuu debe de terminar con Aoi lo más pronto posible y no dejar ir a ese ser que por fin se a presentado en su vida, pero siente que aquello no será nada fácil.



20/07/2023

Lazos paralelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora