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—No es fácil la primera vez venir aquí –hablo la mujer delante de Tsurugi, quien después de unos días en casa de Taiyou y Yukimura, decidió darle fin a su tortura de estar siempre pensando de ese modo tan patético de él mismo y sentirse una carga para hacer algo al respecto.

Sus amigos le apoyaron, incluso Haku y Víctor le dieron ánimos en ello, Sakura y el resto estaban alegres por ese avance lento pero seguro de Kyousuke, aquel que se esforzó bastante para salir adelante, y que ahora debe de dar ese paso para salir a flote en su vida.

Se removió incómodo en aquel sillón de cuero, estiro la camisa debido a sentirla apretada en el cuello, estaba tenso, aquella es la primera sesión a la cual va, y no sabe como empezar, lo bueno es que esa persona entiende, y como no hacerlo, si esta temblando de nervioso, apenas logro saludar a la mujer al pasar el umbral de la puerta.

—¿Te apetece tomar algo? ¿Té? ¿Limonada? –ofreció ella poniéndose en pie y dirigirse a una carrito de servicio en donde hay lo necesario para prepararse un té, de igual modo una jarra con rebanadas de limón y naranja en agua.

Acepto la taza de té que ella le ofreció, sorbiendo un poco y relajar con ello un poco las manos, la humeante taza y el calor de la misma haciendo contraste con el frío de sus manos. Inicios de otoño y ya el clima es bastante frío, aunque eso no tiene mucho que ver con que este helado, aun no ha ganado suficiente masa corporal, aunque Hayato y Tetuskado ya se estaban encargando de eso.

—Mi hermano –hablo como si apenas estuviera aprendiendo ha hacerlo —lo amo –dejo la taza con aun bastante contenido para ponerse cómodo, o al menos eso ha estado intentado —mi abuelo-

La mujer no apartaba la vista de él, no era una mirada juzgadora, tampoco de aquellas como si viera a un loco, es más una mirada tierna y comprensiva, de esas donde no te sientes incómodo de ella, siendo más bien la situación y las emociones que tiene dentro.

—Ellos son la familia que conozco desde que tengo uso de razón y- Siento que no he sido suficiente para ellos por todo lo que me han dado, no hablando solo de lo material- –le duele el pecho al decir aquello, de nuevo siente esa inquietud dentro de él.

De nuevo silencio, la mujer decidió empezar con eso, ya le habían mencionado un poco sobre aquel asunto y tiene idea de lo que sucede. No es algo que no haya escuchado antes, el problema que parte por el hecho de que la madre o padre, incluso ambos rechazan a su hijo y alguien más se encarga de ellos.

—Tsurugi, antes de todo quiero que sepas una cosa –ella se acerco a este —eres importante, eres suficiente, y tienes toda la capacidad de salir adelante. En este momento lo estás demostrando –le sonrió —no lo crees ahora, y se que te costará hacerlo.

La tibieza de las lágrimas bajando por aquellas pálidas mejillas, el ahogamiento interno, ese peso aun en los hombros y pecho seguía, y aun así, esas palabras estaban rondando su mente, queriendo penetrar en él, tumbar esa barrera.

Aquella hora de sesión pareció larga y corta, satisfactoria como sin avance. Se abrigo bien al salir del edificio, notando rápido entre la gente que va y viene por el lugar a Hakuryuu esperándolo, no habían hablado mucho desde aquel día que lo llevó a casa de Yukimura.


El aire caliente del auto fue agradable como también el chocolate caliente que Hakuryuu le había reservado con bombones y caramelo, algo dulce para su gusto, aunque el amargo sabor del chocolate hace que el resto se adapte mejor al paladar; el ruido suave de la radio transmitiendo música de la temporada aligeraba el ambiente dentro del auto.

«¿En verdad quieres que este agonizando para decirle lo que sientes?» recuerda las palabras de Akane. Hakuryuu aun siente que no es momento de hablar aquello, después de todo siguen siendo dos extraños que se conocieron por casualidad.

Estaba demasiado ansioso todo aquella semana debido al estado de Tsurugi, conteniéndose de estar todos los días en casa de Yukimura y Ame para estar al pendiente de Kyousuke. En aquellos días al menos ya no estaba con el pendiente de no saber de él, y es algo que más complico las cosas, saber que esta cerca y retenerse de ir.

—Volveré a Londres en unos días –soltó siendo consciente de ello y abofetearse el mismo por no tener tacto —quiero decir-

—Eso es bueno, tienes un buen trabajo –sonrió ligero Tsurugi —Akane menciono bastante tu gusto de viajar cuando estábamos en la universidad, y ahora lo estás haciendo.

El semáforo cambia dejándolos delante de la línea de cruce peatonal, la gente va de un sitio a otro, algunos sumidos en el celular, otros charlando. Hakuryuu reposa la cabeza en el volante, lo cual Kyousuke nota como un tanto extraño —¿estás bien?

—Kyousuke –le mira a los ojos, aquellos con los cuales sigue soñando —aun me sigues gustando –declara sin más dilación ni excusas —no es el mejor momento, lo se, aunque también se que si dejo pasar más tiempo ¿Cuándo podre decirlo? –es liberador, más no suficiente —y no quiero que esto sea una especie de presión o-

—Hakuryuu –irrumpió Tsurugi señalando que el semáforo había cambiado.


—¡¿Es que acaso tienes plomo en el cerebro?! –regaño Yukimura a Hakuryuu, que si bien esta feliz de que este diga sus sentimientos, es también el peor momento. Kyousuke apenas va en recuperación, las terapias y todo lo que conlleva para agregar un peso más.

—Tu mismo me dijiste también que no dejará pasar más tiempo ¿Acaso no me reñiste por lo mismo? No puedo dejar de sentir esto desde que lo conocí, y no puedo dejar pasar más tiempo. Tampoco es obligación que me corresponda.

Y eso, el rechazo es algo que esta dispuesto a aceptar por más que duela.

Una cosa es que él guste de Tsurugi desde ya bastante tiempo, y otra diferente es que Kyousuke guste de él. Aun puede recordar ese beso que se dieron, el sabor, la textura de los labios, ese calor y aroma, desea sentirlos de nuevo, más no por obligación, no por complacer.

Ambos amigos tomaron asiento en el sillón largo, Ame se llevo a Tsurugi con Hayato, ayudando a que se distraiga de la sesión como de aquella confesión.

—Y justo a días de que te vas –reprocha Yuki –al menos no le dijiste antes eso –ríe girándose a verlo, notando la tensión en los músculos del otro, lo cual solo hacía más clara la respuesta —¡en verdad que eres imbécil! 



04/10/2024

No debemos permitir que la flojera nos gane.

Saludos y gracias por leer.


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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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