CAP.23- REENCUENTRO

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Será una mañana bastante tranquila a pesar de pintarse en el cielo algunas nubes grises, el día aparentaba ser bueno. De las cosas que más amaba, Draco Malfoy era viajar. Decidió emprender camino a París, para visitar a su madre, algo rápido de solo dos días, pues con el asunto de las pociones que el ministerio le asignó, se había cargado de trabajo. El plan principal era pasar al menos una semana y disfrutar el clima cálido de la ciudad, pero con los imprevistos y su urgencia por cambiarse lo antes posible a su nueva casa, lo tenían bastante ocupado, todos los planes cambiaron y necesitaba terminar con el asunto rápido.


Para las diez de la mañana debía tomar el trasladar, que lo llevaría a su destino, esto le ayudó para tener el suficiente tiempo y terminar algunos pendientes como enviar el maldito detalle al estúpido Harry Potter, de parte de su ocurrente hijo. Cuanto más lo pensaba más idiota se sentía, Draco Malfoy mandando detalles a Harry Potter, "hubiera preferido un crucio antes que mandarle un maldito detalle de "que te mejores maldito idiota" pero se trataba de su hijo, un favor a su hijo y no podía negárselo. " Es lo malo de ser un buen padre, Lucius me hubiera lanzado una maldición antes de mandar un detalle al maldito niño que vivió". Cuando surgió este pensamiento en Draco, algo fuerte le golpeo en el pecho, se sintió tan real, como si realmente su padre le hubiera lanzado una maldición por ser amigo de Harry Potter.


Otra maravilla del mundo mágico que amaba Draco era la velocidad con la que se podían mover de un lugar a otro, en cuestión de minutos ya estaban en su destino. Draco llegó a la estación donde tomaría el traslador para luego aparecer en la maravillosa ciudad de París. La ciudad le encantaba, pero no lo suficiente para mudarse, muchas veces su madre insistió que se fuera con ella a la casa en la que estaba viviendo, pero Draco disfrutaba mucho de lo acogedor que era Londres, aunque su niñez no había sido la más feliz o la mejor, le gustaba estar en aquel lugar. y algo muy dentro de él, le decía que era su lugar.


Antes de aparecerse en la casa en la que vivía su madre, decidió dar un pequeño paseo por las calles de la ciudad, el día era acogedor y ameritaba disfrutar del aire fresco, para despejar sus pensamientos. Mientras caminaba sin rumbo fijo, escucho una voz muy amistosa que llamaba su nombre.


- ¡Draco! ¡Eh, Draco! - El rubio se giró en varias direcciones para alcanzar a distinguir quién le llamaba por su nombre de pila con tanta confianza. De pronto alcanzó a ver a un hombre delgado, alto y moreno haciendo espacio entre algunas personas que se interponían en su camino, caminando casi a punto de correr para que Draco no pudiera escapar. Era su antiguo amigo Blaise Zabinni.


Draco sintió una ola de emoción, hacía mucho tiempo que no miraba a Blaise, si lo pensaba era desde aquella vez en la sala de los menesteres, después de los juicios el chico desapareció mudándose a Paris y no había vuelto. Draco no sabía cómo reaccionar, pero claro que le daba gusto mirar al que antes había sido su amigo. Sin dudarlo, Blaise se acercó a este, le extendió la mano y de un jalón lo llevó a sus brazos, apretando tan fuerte, como queriendo borrar todos esos años que la vida los había separado. Draco correspondió aquel gesto apretando de igual manera el abrazo que Blaise le daba.


- ¡Oh por Salazar! ¡Draco Malfoy!, no lo creo, no lo creo, ¡hace tanto tiempo amigo mío! - El chico balbuceaba de alegría por la sorpresa de haber encontrado aquel rubio en la ciudad sin siquiera preverlo. Para Draco era algo extraño, el chico que el ordenador era diferente, no era nada expresivo como aquel que tenía enfrente, era más reservado, manipulador, engreido y si podía evitar hablar lo hacía. Pero ahora este era otro hombre, alguien totalmente distinto a quien conoció y Draco no sabía que hacer con eso.


- ¡Que tal Zabinni!- fue lo que pudo decir Draco, intentando que no sonara a lo impresionado que se sentía.


- ¡Oh, por Salazar! si no haz cambiado nada ¿sigues con esas formalidades? llámame Blease. ¡Que somos amigos! - dijo el chico bastante animado.


- ¿Lo somos? - Draco realmente no sabía si lo eran, tantos años de no verse no podría asegurar que esa amistad siguiera ahí, al menos el creía que ya no estaba.


-Vamos Draco. Ha pasado tanto tiempo. Claro que lo somos, nunca dejé de serlo. Lamento mucho no haberte buscado, pero tú sabes... tu entiendes... - dijo ya algo más serio jugando con las puntas de su pie haciendo una línea mirando al piso.


-No. realmente no lo sé Zabinni. Sinceramente necesitaría que lo explicaras. - la voz de Draco era algo plana, la lejanía de su amigo le había dolido, de pronto quedar solo sin las amistades que decían serlo, lo había herido considerablemente.


-Siento mucho no haberte buscado Draco. Pero después de todo lo que pasó, pense que tu no querías saber de mí. Me sentí bastante mal con el tiempo por no haber sido un buen amigo para ti. Por abandonarte cuando estabas sufriendo. Me he arrepentido mucho y he cambiado también. Eso de los sangre pura eso que nuestros padres... Tú sabes, ya no pienso eso. Y sé que tampoco tú lo haces...


-Pero vamos- Dijo Blease, sonriendo de nuevo, mostrando sus blancos y bien alineados dientes a Draco- Olvidemos todo eso, ya ha pasado mucho, me gustaría volver a quedar contigo, salir, regresar a ser amigos- el chico elegante le seguía sonriendo.


Para Draco todo aquello era una sorpresa, pero era más sorprendente que en menos de una semana dos personas le estuvieran pidiendo su amistad, el Draco Malfoy del pasado se hubiera llenado de vanidad y su ego se lanzaría a las nubes por aquellas dos personas que pedían ser su amigo. En cambio, el Draco de ahora, en el fondo se sentía dichoso de poder recuperar amistades perdidas o nuevas amistades que siempre quiso tener.


- ¡Bien! ¿Tendría otra opción? - El rubio le sonrió a su viejo amigo. Blaise soltó una carjada, lo tomo por los hombros y lo abrazo, haciéndolo caminar para cruzar la calle. -Sigues siendo tan arrogante, querido amigo- Palmeo la espalda de Draco, este lo miró por el rabillo del ojo y resopló.


-Tu parece que comiste unicornios rosas- Los dos chicos comenzaron a reír, seguían caminando sin rumbo fijo.


Draco realmente se sentía bien, su vida estaba cambiando y los cambios comenzaban a gustarle.

HARRY POTTER Y EL LUGAR DE SUS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora