CAP.28- LA FIRMA

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Harry había regresado a "la casa Potter" bastante temprano para asegurarse de que Ginny no hubiera huido como el día anterior, necesitaba hablar urgentemente con la pelirroja.

Antes de salir de la casa de Neville se había tomado una poción para la resaca, después de salir del hospital el dolor de cabeza no había regresado y realmente no lo extrañaba así que tomó su poción por qué aquello que se avecinaba en la casa podría provocar la jaqueca y ahora si esto lo matara.

Cuando aterrizó en la sala, camino hacia la cocina esperando ver a su esposa en aquel lugar ya levantada desayunando ya para irse al trabajo.

La noche anterior se había comunicado por flu con la chica para avisar que no llegaría, se sentía incómodo y al parecer ella también, quería darle su espacio y ser lo más prudente posible.

En la cocina no había nadie, subió a revisar las recámaras de sus hijos, también estaba vacía, por último, pasó por la habitación principal, la que había sido de él y Ginny como esposos por veinte años, se escuchó el ruido de la ducha, sintió un ligero alivio de encontrar a la chica aún en casa.

Necesitaba hablar con ella, el asunto no podía demorarse más tiempo. Se quedó sentado en la cama esperando que Ginny saliera del baño. La pelirroja salió de la ducha para encontrase a Harry sentado en la cama, dio un ligero brinco de susto, no esperaba mirar a Harry tan temprano por la casa.

-Hola... -hablo Harry arrastrando un poco las palabras.

-Hola... contestó Ginny sin ninguna muestra de entusiasmo.

-Dejaré que termines de arreglarte, te veo abajo- continuó Harry poniéndose de pie para salir de la habitación.

-Tengo algo para ti- Harry se giró para mirar a Ginny, esta sacó un sobre del cajón de noche, y lo extendió a Harry.

-Revísalo y ahorita bajo.

Harry tomó el sobre en sus manos y salió de la habitación. Una vez estando en la cocina puso agua para preparar té, sus nervios se estaban abalanzando.

El sobre que estaba en sus manos contenía las hojas de divorcio, leyó cuidadosamente todas las cláusulas y no había ninguna irregularidad, la joven no le estaba pidiendo nada. Harry pensó que lo que Ginny quería de él no podía dárselo.

Poco después la pelirroja hizo presencia en la cocina, con el rostro más pálida que antes, tenía una excreción como si alguien hubiera muerto.

Y realmente si, estaba muriendo lo que ellos creyeron que había existido, al menos de parte de Harry, este no dudaba que Ginny lo amo o que aún lo siguiera haciendo.

Harry le preparó el té, lo había puesto en su taza favorita, un ligero toque de jengibre y limón con un poco de miel.

Ginny se sentó frente a Harry, dando un suspiro hondo al unísono, se miraron fijamente.

-Firma. No quiero nada, Harry. No necesito nada, lo que pude tener de ti, ya fue, ya lo tuve. Ahora firma por favor. -estaba tranquila, con las dos manos tomaba su té como queriendo calentar sus dedos.

-Yo no quería que esto pasara. Sabes que esto no es algo que yo quería ¿verdad? - Harry quería que Ginny supiera que no era culpable, no quería que Ginny lo odiara.

-Lo sé. Solo firma. - Harry asintió y puso su nombre, tal cual lo hizo veinte años atrás, con Ginny a su lado en un hermoso vestido blanco y una corona de flores en su cabello rojo.

Se había casado creyendo que amaba a Ginny y todavía sentía ese amor por la pelirroja, pero era un amor distinto, diferente al que le hacía sentir el león de sus sueños. Por qué sabía que no era un león, sabía que era una persona transformada en un patronus.

HARRY POTTER Y EL LUGAR DE SUS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora