CAP.29- DISCULPAS ACEPTADAS

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Había estado esperando aquella noche durante toda la semana, Harry tenía unas ganas inmensas de embriagarse como nunca en su vida lo había hecho, el caos por el que había pasado toda la semana lo estaban ameritando y ahora más que nunca estaba esperando que aquella noche llegara lo más rápido posible.

Estuvo pensando muy detenidamente que, si aquel recuerdo borrado de su vida era el odioso Daco Malfoy, este también debería tener recuerdos suyos, pero no había mostrado ninguna señal de que los tuviera. Aunque para ser honestos, Malfoy no era el tipo de hombre que se supiera cuáles son sus sentimientos, era todo un misterio y a Harry eso le gustaba, quería estar seguro de que la teoría de Neville fuera verdad, quería ver su mano, descubrir el anillo y ser el alma destinada del Malfoy.

Pero y si no tenía el anillo, ¿qué iba a hacer? Debía comprobarlo esa noche y terminar con el asunto de una vez.

Cuando la tarde estaba por concluir llegó otra lechuza con la respuesta de la profesora McGonagall, dando la autorización para disponer de su despacho y pudieran hablar con sus hijos Ginny y él. No le habían dado demasiados detalles a la profesora, pero aun así la amistad que los cobijaba hacía años ayudaba a tener ciertos privilegios con la actual directora de Hogwarts.

Para antes de salir de su oficina había enviado una lechuza a Ginny, informando de la carta con la autorización de la profesora Minerva, saliendo a toda prisa a la casa de Neville, desde la noche anterior Harry había pedido a su amigo si podía quedarse un tiempo en lo que encontraba un espacio adecuado para él, claro que su amigo sin dudarlo le cedió el pase, al fin y al cabo, en los últimos años esa casa había sido su lugar de resguardo. Apareció en el pequeño departamento para tomar una ducha, aún era bastante temprano para ir al pub, pero quería tomarse algo de tiempo para ver si podía arreglar un poco el daño de los años en su rostro, las ojeras habían salido nuevamente, sus ojos normalmente se miraban inflamados, aunque había podido dormir su cansancio era notorio.

Hizo un movimiento de varita para deshacer el hechizo reductivo a una maleta que se había llevado con ropa de la casa Potter, echó un vistazo a aquella ropa y nuevamente lo inundó la desilusión, iba a verse con Draco Malfoy, el elegante y apuesto hombre. Con las feas y viejas prendas que tenía frente a él, rebuscó lo más que pudo para encontrar algo decente, pero se dio por vencido.

Sin pensarlo dos veces buscó en el clóset de Neville, cuando estaba en la academia usualmente tomaba cosas prestabas de Neville, al chico no le importaba, a Harry le gustaba el estilo de vestir de su amigo y sabía que en esa ocasión no le molestaría prestarle algo, buscó algo que no estuviera tan fuera de moda, pero cómodo.

Al fondo algo olvidado estaba un suéter verde esmeralda, lo tomó y lo puso sobre de él, era perfectamente su talla. Hizo unos encantamientos de limpieza, intentó peinar su cabello, se puso unos jeans cómodos y se sintió satisfecho de su aspecto y atuendo, mejor que el del viejo y anticuado Harry Potter. Con sus ropas color café y deslavadas. 

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Draco había salido hecha una furia del ministerio, decidió ya no volver a San Mungo y mejor echar un vistazo a su nueva casa. Los muebles habían llegado, la mayoría de las decoraciones también solo era cuestión de ir acomodando todo aquello en su lugar, con algunos movimientos de varitas, unos cuantos arreglos aquí y allá, terminó la sala y la cocina.

Subió al que sería su dormitorio, reorganizó sus muebles, acondicionó la cama aplicando ligeros hechizos de limpieza y alguno que otro aromatizante para la habitación.

Era un trabajo que sin dudarlo pudieron haber hecho los elfos de la Mansión, pero aquel esfuerzo necesitaba hacerlo él detenidamente, quería que todo quedara perfectamente como le gustaba.

HARRY POTTER Y EL LUGAR DE SUS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora