Capítulo 42.

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Ivan se apoyó sobre la mesada de mármol y me observó preparar el café como si fuera la obra más brillante que alguna vez presenció.

Cuando estaban listos, se adelantó en tomar las dos tazas y subir las escaleras para que yo no lo haga.

Bufé. Como si yo no hiciera eso todos los días, se usar perfectamente mis extremidades y el equilibrio.

Lo seguí con la peor de las ondas, tomando una bolsa de bizcochitos en el camino.

Al entrar, pude ver a Michi durmiendo plácidamente sobre la sábana de color gris.

Dejamos las cosas en el escritorio y me senté organizando mentalmente todo lo que debo hacer.

El leve aroma del café mezclado con el dulce perfume que uso habitualmente  inundan la habitación. Es una combinación agradable y como las ventanas permanecen cerradas el aroma no se escapa a ninguna parte.

Ivan acercó uno de los banquitos blancos que poseían un lindo tapizado con botones que forman un patrón de rombos, al igual que la cabecera de mi cama, y se sentó.

Apoyó su codo sobre la mesa y su rostro sobre su mano para mirarme atentamente sin perderse de ningún detalle.

Aclaré mi garganta nerviosa y tomé el cuaderno que tenia escrito "Violencia, control y Exclusión Social" en la tapa, junto a las fotocopias correspondientes, es lo primero que se me vino a la mente al tener a Ivan a mi lado, aunque al leer los primeros apuntes me di cuenta de que relacionarlo con él era inútil, ya que Ivan no demostraba ningún rasgo violento.

Un poco desanimada seguí pasando las hojas.

Conforme iba leyendo, autores profundizaban teorías interesantes acerca de cómo la violencia puede ser causada por la exclusión social.

Mis cejas se elevaron con sorpresa y conformismo al llegar a un apartado sobre la exclusión social y los grupos vulnerables, haciendo incapie en los huérfanos como uno de esos grupos.

—¿Encontraste algo interesante? —preguntó Ivan sin dejar pasar por alto mi expresión.

—Si. —Asentí levantando mi vista del texto —. Me parece algo interesante —opiné con una leve sonrisa, intentando parecer simpática e inocente.

—¿Ah, si? —Él observó encantado mi sonrisa —. ¿Qué dice?

—Menciona que los huérfanos son especialmente vulnerables a la exclusión social y a diferentes formas de violencia estructural —dije, observando su reacción.

Él frunció ligeramente el ceño, pero al mismo tiempo parecía interesado.

—¿Y qué más?

—Dice que los huérfanos generalmente enfrentan dificultades que un niño no debería, como la falta de apoyo familiar, estigmatización de la sociedad y limitaciones en el acceso a recursos esenciales. Esto puede llevar a que sean más susceptibles a caer en situaciones de riesgo o incluso en actividades delictivas —expliqué.

Iván se quedó en silencio por un momento, simplemente analizando mi rostro.

—Supongo que eso tiene sentido —dijo finalmente de forma tranquila.

—Si, yo también lo creo. —Asentí pensativa.

"Son más propensos a ser corrompidos por la sociedad".

—¿Y qué más crees? —susurró con unos ojos indescifrables.

Eso avivó mi teoría de que probablemente Ivan sea huérfano. Ahora no me siento emocionada por descubrirlo, sino que todo lo contrario.

¿A qué edad él tuvo que enfrentarse a eso? ¿Acaso siquiera cualquier persona está preparada para ese suceso? ¿Para perder a sus padres?

—Que es muy triste. —Apreté levemente mis labios —. Es muy triste pensar que un niño inocente y frágil tenga que pasar por esas cosas, no puedo imaginarme a un Manu en esa situación —confesé, desviando mis ojos de él.

Mi objetivo principal era sacarle los secretos más profundos a Ivan, pero al final mi mente terminó divagando en otras cosas. Mientras le doy vueltas al tema, me replanteo que Ivan tiene más cicatrices de las que puedo imaginar y de las que él esta dispuesto a mostrarme.

Temo que esas cicatrices aún puedan abrirse y lo hagan por mi culpa.

¿Estoy siendo muy dura con él? ¿Estoy siendo muy poco empatica con el hombre que nos saca sonrisas a mi hermano y a mi?

Tengo que convencer a mi mente de que si Ivan quisiera hacernos daño ya lo hubiera hecho hace tiempo.

Tengo que dejar de divagar en su vida, pero al mismo tiempo una punzada en mi pecho me dice que debo tener cuidado.

Supongo que es culpa de quien soy, por eso nunca tuve amigos y las únicas personas que me entienden son Manu y papá... creo que ahora puedo sumar a Ivan y a Emiliano en la pequeña lista. Más de tres ya son multitud.

Mi labio inferior tembló con culpa y mis puños se apretaron levemente.

Los dulces dedos de Ivan limpiaron mis lágrimas y me obligaron a mirarlo.

—¿Por qué...? —cuestionó sin poder terminar la pregunta.

—¿Tenes padres, Ivan? —susurré con pesar.

Su rostro se contrajo con dolor y el brillo de sus ojos bailó, recordando algo que no quería.

—No —respondió después de unos segundos, confirmando mi duda.

—¿Qué pasó con ellos? —mi voz salió entrecortada.

—Fueron asesinados —confesó, haciendo que lleve una de mis manos a mi boca para tapar el pequeño grito que quería salir de mis labios.

Me siento la peor persona de la faz de la tierra. Me siento como una mierda.

La realidad de Ivan es peor que mis suposiciones.

A pesar de todo, Ivan sonrió levemente para tranquilizarme y demostrarme que no posee ningún tipo de molestia conmigo.

—Perdón —rogué tirándome encima de él para abrazarlo por el cuello.

Escondí mi cara en su cuello deseando curar todos sus males. Deseando que su niñez no fuese tan caótica. Deseando que mi corazón hable antes que mi mente.

Una de sus amplias manos se posó sobre mi espalda. Subió y bajo en movimientos calmados y dulces para apaciguar mi llanto.

Perdí el control de mis emociones.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora