(...)
—Me tengo que ir —avisó Ivan.
—¿Tan rápido? —Manu se aferró a su pierna, tirado en el sillón —. Solamente llegamos a mirar dos películas —se quejó.
Lo golpeé cuando me puso el pie en la cara.
Estaba acostado arriba de mis piernas y las de Ivan.
—Ya es tarde —estuve de acuerdo.
—A vos no te dije. —Me miró con desdén.
¡Dios, no lo soporto!
Desde la última conversación en la cocina estuvo re insoportable. La fiebre le quemo las neuronas.
Bufé enojada.
Ivan lo despeinó a Manu como de costumbre y le dijo que se cuide. Después paso por en frente de mi sin siquiera mirarme y se fue.
—¿¡Vos viste eso!? —grité enojada.
—Si, vi. —Manu cambió de posición y apoyó su cabeza en mis piernas —. Esta celoso, él me lo dijo —confesó como si nada.
¿Qué?
Sentí mi cuerpo estremecerse como si un balde de agua fría se calara en mis huesos.
—¿Celoso? —repetí con duda, asegurándome de no haber escuchado mal.
—Si. —Asintió —. Esto no me lo dijo y se que no me vas a creer, pero le gustas.
Mordí mi labio inferior sin saber que pensar. Mi mente acaba de colapsar.
—¿Y qué tengo que hacer? —balbucee.
Si, estoy pidiéndole consejos amorosos a mi hermano de once años. Que bien.
—Depende, ¿que sentis vos? —preguntó mientras jugaba con una de mis manos.
¿Qué siento yo?
Nunca antes me gustó una persona. Nunca antes había experimentado lo que siento cada vez que Ivan esta cerca o aparece en mi mente. Si me guió por datos científicos; mi ritmo cardíaco acelerado, la liberación de dopamina que hace que mi cerebro no pare de pensar en él, las mariposas en mi estómago, la leve transpiración cada vez que me pone nerviosa y mis malditas pupilas dilatadas, que pude ver en una de las tantas fotos que saca Manu, me indican que efectivamente Ivan me gusta.
Incluso solamente pensando en esto siento que me falta el aire.
—Ay, no —susurré por lo bajo.
Manu me miró emocionado y soltó una carcajada.
—¡Sabri! —Me abrazó —. ¡Tenes que decirle! —suplicó.
Relami mis labios y tomé aire.
—Escúchame una cosa, hermanito mio. —Lo agarré de los hombros y lo separé para mirarle la cara —. Si a vos, accidentalmente, se te llega a escapar esto, te voy a tirar la play por la ventana —amenace pasivamente.
Manu levantó ambas manos rendido.
—Tu secreto muere conmigo —aseguró.
—Eso espero, te amo. —Apreté sus mejillas y plante un sonoro beso en su frente.
—Te amo —balbuceo.
(...)
Hoy Ivan no apareció por ningun lado.
Manu ya estaba acostado listo para dormir y se supone que yo también, pero no puedo conciliar el sueño.
Después de mucho pensar, me resigne y lo llamé.
—¡Te dije, hoy la pone... mbnd! —la voz de alguien fue acallada violentamente.
—Te voy a matar —fue lo último que murmuró Ivan antes de responder —. Hola, falsa amiga.
—¿Todo bien por ahí? —cuestioné un tanto cohibida.
¿Quién era la persona que estaba con Ivan y por qué su amenaza sonó tan real?
Oh, cierto, Ivan es un posible criminal, con múltiples actitudes sospechosas y cicatrices de guerra por todo el cuerpo, ¡casi me olvido! Que despistada...
Soy una pelotuda.
Me golpeé internamente.
—Es mi amigo, Rodri —recalcó el sobrenombre y escuché una puerta cerrarse detrás de él —. ¿Pasó algo?
Eh... me olvidé que le iba a decir.
—No... o sea sí. —Pensé unos segundos —. A vos te pasa algo, no a mi —acusé.
—Ah. —Se rió por lo bajo —. ¿Es por qué hoy no fui? —cuestionó.
—Es porque ayer te fuiste enojado conmigo, con un ser inocente y sensible —recalqué.
—¿Inocente y sensible? —inquirió —. No decis lo mismo cada vez que insultas abiertamente a tu vecina y planeas su asesinato por dejar que su perro cague en tu vereda —acusó divertido.
Mi semblante se puso serio al recordar al asqueroso caniche toy de mi vecina. Lo odio y la odio a ella también por dejar que haga sus necesidades en frente de mi casa.
—Ese es otro tema —susurré —. No me cambies de tema —dije más fuerte, volviendo a retomar el control —. Vos sos un inmaduro.
—¿Por qué? ¿Por decir la verdad? —discutió.
—Verdades es lo que menos decis, si venimos al caso —repliqué —. No hay ninguna verdad con respecto a lo que pasó ayer.
—Si hay una verdad, ¿lo preferis a Emi antes que a mi? —recalcó el apodo.
Bufé.
—Obviamente no, Ivan, si lo preferiría a Emi, él estaría mirando películas en mi pieza lo fines de semana, no vos —enfatice.
Ivan gruñó por lo bajo.
—Llega a estar un día en tu pieza ese chico y yo lo mato —masculló.
Escuché más amenazas de muerte en estos minutos que en toda mi vida.
—No, no podes, ni tenes el derecho. —Arrugué las cejas —. Es ilegal.
—Ilegal es lo que vos me estas haciendo —refutó.
—¿Qué te estoy haciendo? —interrogué.
—Me estas haciendo sufrir, Sabrina. —Se quejó por lo bajo —. Estoy seguro que Manu te dijo que estaba celoso y ahora me llamas ¿para qué? —debatió.
—¿Cómo qué para qué? Para... —balbucee, no sé para qué lo llamé —. Para escuchar tu voz, para ver si estas enojado conmigo, para dejar de extrañarte —lo último fue un susurro casi imperceptible.
Espero que él no lo haya escuchado.
—Para ilusionarme. —Suspiró con cansancio.
¿Ilusionarlo?
—No... ¿Ilusionarte con qué?
—No, con nada —contestó resignado —. Soy yo el problema, porque por más que quiera no te merezco.
—¿Por qué decis eso? —inquirí —. Yo quiero que me muestres tus sentimientos, Ivan —me sincerise —. Así voy a poder decidir si me mereces o no —declaré —. No te contengas ¿si?
Escuché como tomó una bocanada de aire.
—¿Estás segura del permiso que me estas dando? —cuestionó por lo bajo, haciendo su voz más ronca.
Estoy decidida a hacer esto. Estoy decidida a descubrir todas las verdades de Ivan para, de una maldita vez, saber si puedo dejarlo en mi vida o no.
Pestañee repetidas veces y aclaré mi garganta.
—Estoy segura de lo que quiero.
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Extraño; Spreen
FanfictionSabrina tiene un hermano menor que siempre trae diferentes amigos a casa. Su nuevo amigo se hace llamar Ivan y es más peligroso y extraño de lo permitido. Sabrina, con su obsesión por descubrir las verdades de las personas, se siente intrigada y se...