Capítulo 18.

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Cuando terminamos, miré todo orgullosa y mi humor mejoró notablemente.

—Voy a buscar a Manu —avisé.

Corrí hasta su pieza y toqué la puerta misteriosamente.

Manu salió a recibirme con un abrazo y caminamos juntos hasta la cocina.

—¿Y esto? —Saltó emocionado por todos lados.

Llevamos las cosas y las apoyamos en la mesa para exteriores de madera, tenemos un juego con sillas blancas de tela.

—¿¡Y esto!? —Volvió a repetir el menor corriendo a la tienda de acampar desarmada.

Parte de la experiencia es intentar arma eso entre los tres y salir exitosos.

—¿Sabes como se arma? —le susurré a Ivan sin que Manu escuche.

El más alto giró su cabeza hacia mí.

—¿Vos no sabes? —preguntó de la misma forma.

Fruncí el ceño.

—Obvio que sé... —balbucee —. Pero no me acuerdo cómo.

Ivan rió por lo bajo al ver mi expresión.

—Podemos averiguar cómo se hace —propuso, mirando como Manu empezaba a desarmar todo.

—¡Rápido! —nos apuró el menor.

Sonreí y me acerqué a él para ayudarlo, tirando a Ivan del brazo para llevarlo conmigo.

—Yo doy las indicaciones. —Manu saltó en su lugar emocionado.

—Si, señor. —Llevé la palma de mi mano a mi frente haciendo el saludo militar.

Ivan nos miró unos segundos e imitó mi acción.

Bajo el mando de Manu, intentamos armar la tienda por casi una hora.

—Me rindo —sentencie tirándome boca abajo en el césped.

Me había olvidado lo difícil que era esto, o mejor dicho mi papá era el que se encargaba de hacer el trabajo duro.

—¿Por qué es tan difícil? —Manu tiró su cuerpo al lado mio.

Giré mi cabeza para ver como estaba en la misma posición que yo.

—Busca un tutorial en YouTube, porfa —pedí.

—Busca vos, yo ya hice mucho. —Suspiró con cansancio.

Me senté sobre mis talones y rebusque mi celular.

—No es difícil. —Ivan se agachó al lado de nosotros, rozando su brazo con mi hombro en el proceso.

Manu y yo lo miramos ilusionados.

—¿Vos podes? —Mis ojos brillaron con emoción.

Tengo hambre y mientras antes terminemos, mejor.

Él asintió, haciendo que los rulos que descansaban sobre su frente se muevan ligeramente.

—¿Me ayudan? —preguntó con su tono de voz grave y suave.

Mi cuerpo se estremeció.

¿Por qué...? ¿Por qué me estoy percatando de detalles que antes no veía y me hipnotizan tanto?

Me relami los labios, nerviosa.

Ivan no pasó ningún detalle por alto. Sus ojos me observaron con una mezcla de curiosidad y algo más profundo. Su brazo se movió de forma involuntaria, pegándose más al mío.

Ese simple gesto hizo que su calor me envuelva sin escrúpulos.

Suspiré, tratando de disipar el sentimiento en mi pecho.

—¿Entonces... empezamos? —susurró roncamente.

Apreté mis labios y desvíe la mirada de él.

No me vi capaz de poder decir una sola palabra, por lo que solo asentí.

Manu se levantó emocionado y pudimos terminar la tarea en unos pocos minutos.

Chocamos los cinco, tiramos una manta en frente de la carpa y nos sentamos para comer.

—Que rico —halagó Manu con la boca llena.

Mis hombros se relajaron al verlo.

Sonreí y extendí mi dedo pulgar para limpiarle unas migas cerca de la boca, antes de alejar mi mano le di un leve apretón.

Manu hace que todo desaparezca con su luz.

—Te quiero —le recordé.

—Yo más —contestó como pudo.

Tomé mi celular y abrí el chat de mi papá. Le saqué una foto a Manu y se la envié. Suelo mandarle fotos diariamente, siento que eso lo hace salir de su aburrido trabajo aunque sea unos segundos. Manu también lo hace con frecuencia a escondidas, como si yo no me diera cuenta de eso.

—Que lindo —susurré admirando la foto.

Se la mostraría a Ivan, pero ahora mismo lo único que quiero hacer es ignorar su existencia.

Quiero ignorar esta cosa desconocida que comienza a albergarse en mi estómago cada vez que lo veo.

Finalmente, nos recostamos mirando el cielo esperando con ansias la lluvia de estrellas.

"—Nunca vi una lluvia de estrellas".

Recordé lo que Ivan me dijo y también estoy segura de haber prometido implícitamente que yo lo haría sentir acompañado en esta ocasión.

Rendida, me levanté y me acomodé en el lugar que Manu y él me habían dejado en medio de ellos dos. Manuel me sonrió con alegría ante el gesto.

Giré mi cabeza al otro lado para ver a Ivan, quien estaba concentrado en el cielo. Puedo notar como sus ojos oscuros y apagados hoy reflejan el brillo de las estrellas, dándole más vida.

Me prometí a mi misma que le haría pasar un buen momento al niño interno de Ivan, así que eso voy a hacer a pesar de todo.

A pesar de las contradicciones que pueda tener mi mente acerca de él.

Acerqué más mi hombro al suyo para darle un leve golpecito, llamando su atención.

Giró su rostro impoluto hacia mi. Su piel pálida y lisa parecía aún más reluciente con la luz plateada de la luna.

—¿No estas emocionado? —dudé al ver la emoción nula en su rostro.

Él frunció levemente el ceño.

—Hace años no siento tantas emociones como hoy —confesó intentando contentarme.

—¿Si? —Sonreí más tranquila.

—Si... —aseguró en voz baja.

Internamente algo me decía que no se refería a la lluvia de estrellas que estaba comenzando a iluminar el cielo. Sus palabras tenían un sentimiento más profundo que no logré descifrar. Incluso sus ojos parecieron brillar con más intensidad que las estrellas fugaces.

¿Por qué?

Manu dijo algo emocionado, pero mi mente no logro procesar el que. Estaba más concentrada en intentar adivinar los sentimientos de Ivan Buhajeruk.

—Gracias por esto —dijo finalmente —. De verdad.

Algo movió mi interior con esas palabras y una calidez se instauró instauró mi pecho.

—Me alegra que hoy estés acá —susurré mi confesión más profunda deseando que no la haya escuchado.

Nos quedamos en silencio, observando cómo las estrellas fugaces cruzaban el cielo con velocidad. Escuché a Manu decir que quería que una estrella caiga en nuestro patio para una experiencia más completa. Rece internamente para que eso no pase y así poder seguir vivos hasta la próxima lluvia de estrellas.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora