Capítulo 16.

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Narra Sabrina Thomson.

Pude ir a estudiar con más tranquilidad sabiendo que mi hermano no se quedaba solo.

Prendí mi laptop y las novedades saltaron en la pantalla de inicio.

Hoy va a haber una lluvia de estrellas, algo que no es muy común. Me gustaría que Manu presencié eso.

Sonreí internamente y le mande mensajes a mi papá pidiéndole consejos.

Cuando era chiquita me acuerdo que él planeo un campamento para poder ver las estrellas conmigo, en ese momento Manu todavía no nacía, pero mi mamá nos acompañaba con mi hermano menor en su panza. En ese momento ella todavía nos quería un poco.

Finalmente decidí, gracias a la ayuda de papá, acampar en el patio esta noche.

Así que, después de unas largas horas de estudio, me levanté para preparar todo.

Salí de mi habitación y pude ver a Ivan salir de la pieza de Manu en silencio.

Lo miré inquiriente y crucé mis brazos.

—¿Qué haces? —solté de repente en un intento de asustarlo.

Ivan lejos de hacerlo, me miró calmado.

—Se quedó dormido —concluyó con su voz grave.

Sonreí teniendo la situación perfecta para planear todo a espaldas de Manu y darle una sorpresa.

Me acerqué a Ivan emocionada y lo agarré del brazo para alejarlo de la pieza de mi hermano y meterlo en el cuarto donde guardamos todo.

Él levantó las cejas con un leve rastro de picardia para molestarme.

—¿Y esto? —preguntó burlón.

Lo fulminé con la mirada y solté su brazo de mala gana.

—Hoy va a haber una lluvia de estrellas —informé caminando a las estanterías —. Quiero que acampemos en el patio, a Manu le va gustar.

Quiero que se sienta igual de feliz y emocionado que yo en su momento. Ese día fue mágico para mí, porque pude desconectarme de la realidad y disfrutar de ese momento con mis padres.

En ese tiempo, mis padres ya empezaban a discutir con frecuencia y la relación se desmoronaba poco a poco con una niña de casi nueve años en medio de todas las peleas. Lo suficientemente grande como para entender lo que ocurría, pero lo suficientemente chica como para que no la escucharan.

Mamá era bastante histérica, pero por suerte mi padre se mantenía a raya y nunca pasó a mayores.

—Nunca vi una lluvia de estrellas. —Ivan frunció levemente el ceño como si desconociera ese suceso.

Eso me hizo salir de mis recuerdos y centrarme en él.

—¿No? ¿Nunca? —Lo miré extrañada.

—No. —Negó con la cabeza.

Cuando siento que mi infancia fue mala, la vida se encarga de darme un cachetazo haciendome saber que hay gente que la paso peor que yo.

—Entonces hoy vamos a verla juntos —propuse con una sonrisa.

Eso haría muy feliz a Manu y al niño interior de Ivan.

El pelinegro me miró con una intensidad inescrutable, a la vez que su cabeza parecía llenarse de pensamientos intentando descifrarme.

Hoy parece más expresivo de lo normal y mi actitud, gracias a mi nostalgia y mommy issues, no ayuda.

Dejé de prestarle atención y busqué la tienda de acampar. Pude divisarla en el primer estante, arriba de todo.

Volví a mirar a Ivan quien parecía que ya había salido de sus pensamientos. Señalé la carpa y él se acercó sin la necesidad de decir nada.

La tomó con facilidad y la bajó. El polvo que se dispersó por el aire me hizo estornudar.

—Salud —dijo por lo bajo.

—Gracias. —Rasqué mi nariz con el dorso de mi mano.

Agarré la tienda y la llevé afuera para limpiarle el polvo. Por suerte solamente es la funda lo que se ensucia.

Le mostré el dedo pulgar a Ivan cuando llegué a su lado.

Trabajo en equipo.

Sus orbes oscuros repasaron mi rostro y elevó su mano para limpiar mi mejilla. No evité ponerme nerviosa ante el suave roce.

—¿Qué más hay que hacer? —preguntó, sacando sus dedos cálidos de mi, seguramente sonrojada, mejilla.

Aclaré mi garganta y pensé.

En Estados Unidos solíamos hacer una fogata y comer salchichas asadas. Dudo que eso sea posible acá, a menos que querramos incendiar nuestra casa.

—Tenemos que buscar historias de terror para contarselas a Manu —dije emocionada cuando esa idea iluminó mi mente.

—¿Si? —Su ceño se frunció.

—¡Si! —Palmee su brazo y corrí a buscar mi celular.

Una vez lo encontré, volví al living.

Pude ver a Ivan sentado en el sillón negro, leyendo la pantalla de su celular con concentración.

A pesar de que su cara no lo demuestre, le pone la mejor de las ondas y valoro mucho ese esfuerzo. Después de todo, él no tiene ninguna obligación con Manu y sin embargo siempre está con él. Esta claro que si mi mente se pone a divagar el porqué de eso, nunca termina encontrando una buena respuesta.

Me senté al lado de él y le eché un vistazo rápido a su celular.

—¿Encontraste algo? —consulté.

—¿Esta te gusta? —Me mostró la pantalla.

Le di una lectura rápida a la historia.

—Me gusta. —Asentí.

—¿Del uno al diez cuánto te gusta? —interrogó interesado.

Fruncí levemente el ceño.

—Mm... —Volví a mirar la historia basada en hechos reales —. ¿Un ocho? —respondí confusa.

—Entonces voy a buscar otra —opinó volviendo a mirar su celular.

Se esta esforzando muchísimo.

Me reí con ternura e imité su acción en búsqueda de lo mejor para Manu.

—Mira esta —hablé tranquila después de unos minutos.

Extrañamente me siento en paz con Ivan al lado mio. Cuando pasas mucho tiempo con un potencial depredador y se muestra dócil te podes llegar a confiar y pensar que tal vez no era tan peligroso como creías, pero cuando menos te lo esperas ataca.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora