Capítulo 21.

1.4K 233 66
                                    

Entré a mi casa y Manu me recibió con un abrazo.

Le palmee la espalda y después fui al baño para ducharme y alistarme.

Que raro que hoy Ivan no desapareció como todas las noches.

Mi cabeza se llenó de pensamientos dudosos. Me es imposible ignorar al cien por ciento todo lo que Ivan parece querer ocultar. Siento que de cada cinco preguntas que le hago, tres de sus respuestas son mentiras.

Podría enojarme y quejarme. Podría hacerlo, ya que Ivan lleva prácticamente conviviendo con nosotros hace casi dos meses. Aunque seguramente yo no sea la mejor persona para que se descargue. Todavía estoy aprendiendo a como interactuar con él y como hacer para poder abrir un pequeño agujero en su coraza invisible e intentar entrar en ella. Básicamente, ya pobre hacerlo a la fuerza las primeras semanas, donde quería obligarlo a que escupa toda la verdad porque estaba segura de que era una amenaza viviente para mi hermano, tal vez ahora debo hacerlo con paciencia y cuidado.

¿Yo soy paciente y cuidadosa?

Bufé y salí se la ducha, envolviendome en una toalla.

Hice mi rutina después de cada baño y me vestí.

Caminé hasta la cocina, encontrándome con Ivan y Manuel conversando a la espera de que se caliente el agua y la leche.

—¡En dos semanas empiezan las clases, Sabri! —informó mi hermano cuando me vio.

Mía cejas se arrugaron levemente.

¿Dos semanas?

—¿Tan rápido? —Hice una pequeña mueca disconforme.

—Aww, ¿no querés que vaya al cole y te deje sola? —Me abrazó —. Sos una tierna.

Rodé los ojos.

—Si quiero que te vayas, por fin se cumplió lo que tanto pedí. —Suspiré, acariciando su pelo castaño claro.

—Bue —se quejó —. Yo pensé que la pasábamos bien juntos —usó un tono alicaído.

Sonreí ante su manipulación.

—Te voy a extrañar mucho —admití abrazándolo —. ¿Qué voy a hacer ahora sin vos? —me lamenté.

Pobre Michito, lo voy a volver loco, eso le pasa por auto-adoptarse. Hablando del gato, se acercó maullando agudamente y clavó sus uñas en mis piernas.

—Ivan se va a quedar con vos para reemplazarme —informó Manu, separándose.

—¿Qué? —pregunté secamente.

—Nuestro amigo, Ivan. —Se alejó de mi para ir a agarrarlo de la mano.

"Nuestro amigo".

¿Puedo considerar a Ivan mi amigo? Lo miré confundida.

Ayer parecíamos amigos, hoy ya no sé.

—¿Amigos? —pregunté dudosa.

—¿No somos amigos? —cuestionó Ivan.

—¿Vos me consideras tu amiga? —dije con desconfianza.

¿Qué hice yo para ganarme el título de "amiga"? Absolutamente nada.

—Si —respondió con simpleza y sin duda.

Levanté mis cejas sorprendida.

—¿En serio? —cuestioné más emocionada.

Es la primera vez que hago un amigo.

Ivan sonrió y asintió.

—¡Abrazo! —dijo Manu aprovechándose de la situación.

Al estar tan emocionada, me acerqué a ellos para envolverlos en mis brazos.

Manu rodeó nuestras cinturas e Ivan se quedó quieto en su lugar sin saber como reaccionar.

El sonido de la leche derramándose y quemándose nos hizo separarnos.

Hice panqueques y nos sentamos a desayunar en la barra como siempre.

—¿Hoy no trabajas? —le pregunté a Ivan amistosamente.

—No, por un tiempo no tengo que ir a trabajar —contestó.

¿Vacaciones?

—¿Entonces te vas a quedar acá para siempre? —inquirió el menor.

—Mm... no —respondió el más alto.

Manu bufó.

Seguimos desayunando y conversando de los nuevos útiles que le tenía que comprar a mi hermano.

Después de terminar, Ivan se fue.

Con Manuel decidimos jugar juegos de mesa y escuchar música toda la tarde. El tiempo nos obligó a parar, así que dejé la comida preparada como siempre y me preparé para ir a clases.

Me despedí de mi hermano con un beso en la frente y le hice prometer que me iba a esperar dormido.

Salí de casa y me encamine hasta la parada del colectivo. El clima es extremadamente cálido, por lo que opte por ir con una pollera gris, hecha con la misma tela que los pantalones de vestir. La única excusa que tengo para arreglarme es cuando voy a la universidad, por lo que la aprovecho bastante. Además, papá me llena de regalos que compra en sus viajes, así que puedo llegar a estar vestida un poco más formal de lo que se suele acostumbrar.

Al doblar por la esquina, me encontré con una persona esperando.

Al principio me asusté, pero al ver quien era me acerqué sin miedo.

—Hola —lo saludé con mi mano.

—Hola —respondió tranquilo.

—¿Te vas a quedar con Manu? —cuestioné empezando a caminar a su lado.

—Si, si no te molesta —contestó.

Asentí.

Mi mente me dice que si fuera una buena hermana, debería preocuparme por eso. Le resté importancia al tener la aplicación que se conecta a las cámaras de casa. Voy a vigilar todo.

—No me molesta —dije finalmente —. Mientras no hagas nada raro.

Ivan frunció el ceño. Me di cuenta que ahora nuestro significado de "raro" era diferente.

—O sea... vos me entendiste. —Desvíe la mirada con algo de vergüenza.

—Pensé que habíamos pasado la etapa en la que pensabas que era un pedofilo —me molestó.

—No me podes culpar por eso —declaré sin una pizca de arrepentimiento.

—No —estuvo de acuerdo —. Sos una buena hermana. —Sentí su mano sobre mi cabeza, como haría mi padre al estar orgulloso de mi.

—Gracias —balbucee cohibida.

El calor que se instauró en mi pecho solamente lo sentí con mi papá y mi hermano, pero ahora esta persona que yo siempre considere un "extraño" esta logrando que esa calidez me inunde con una intensidad abrumadora.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora