Extraño; Spreen

Capítulo 5.

Casualmente, Manuel apareció justo cuando se terminó la última gota de leche.

—Que comilon —susurró observando como se acurrucaba para dormir. Ahora que lo miro bien, se parece a mi hermano cuando era un bebé.

Lo dejamos entre una manta y lo rodeamos con almohadas para que no se escape, aunque a penas sabe caminar.

Esta vez sí pudimos empezar la película. A la mitad de esta, Manu ya estaba completamente tirado encima mío, con sus ojos cerrados.

Sonreí levemente y lo tapé mejor.

¿Dónde estaría mi luz sin mi Manu?

Acaricié su mejilla con los nudillos de mis dedos suavemente.

Crece tan rápido que me asusta que un día ya no mire hacia atrás para asegurarse de que lo siga.

¿Qué voy a hacer cuando pase eso?

En mis veinte años, nunca nadie quiso mantenerse a mi lado como él.

Nunca me preocupó que me dejen de lado, porque sabía que en mi casa me esperaban las únicas personas que necesitaba, pero me asusta que esa casa cada vez se encuentre más vacía.

Mi papá formó su casa y yo soy parte de ella.

Él me dijo que ahora es mi turno de formar un nuevo hogar del que él y mi hermano puedan ser parte.

¿Cuál es la parte más importante de una casa? Los pilares que la sostienen.

Yo no puedo forjar los nuevos pilares que puedan ayudar a sostener los antiguos.

Es un poco ridículo estar pensando todo esto cuando tan solo tengo veinte años...

¿Si lo es?

El tiempo pasa muy rápido.

Siento que fue ayer cuando escuché el primer llanto de mi hermano. Siento que fue ayer cuando observé el rostro de mi papá sin ninguna arruga.

Cuando vuelva a abrir y cerrar los ojos, mi casa va a estar desmoronada y no voy a poder devolverle esa calidez y seguridad a mi papá ni a mi hermano.

Si tengo suerte mi hermano puede adoptarme en su nueva casa.

Voy a ser la tía loca y solterona, y mi papá va a ser el abuelo con recuerdos de Vietnam.

Tal vez los dos terminemos en un loquero.

No importa la decisión que tome mi hermano, yo siempre voy a estar orgullosa de lo que es, al igual que mi papá.

Lamentablemente no puedo decir que ellos piensen lo mismo de mi con el paso de los años.

Si yo no puedo ayudarlos a construir los nuevos pilares, al menos me voy a encargar de no estorbarlos.

Lo prometo.

Bajé mis labios hasta la frente de Manuel y planté un beso sellando la promesa interna.

Mi corazón se detuvo al escuchar un profundo suspiro.

Levanté mi mirada aterrada encontrándome con el rostro indescifrable de Ivan.

Me olvidé completamente de su presencia casi nula.

Es el verdadero, "si no lo veo, no es real".

—Hola, soy Ivan —informó en voz baja al analizar mi expresión.

—Cada diez minutos tenes que avisar que estás acá —susurré.

—Perdón. —Volvió sus ojos a la pantalla desinteresado.