Capítulo 30.

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—Empiezo yo —dije antes de que él hable —. ¿Verdad o verdad?

Ivan sonrió divertido ante tantas opciones.

—Mm... verdad —decidió después de pensar exhaustivamente.

—¿Cuál es tu color favorito? —formulé intentando no fallar en el intento.

Nunca le había hecho este tipo de preguntas a alguien. Me siento más nerviosa que cuando le pregunto directamente si es un asesino ¿irónico, no?

Ivan me miró claramente sorprendido por la pregunta. Ambos sabemos que esperaba algo completamente diferente.

Subió sus pies descalzos al sofá de cuerina negro y dobló sus piernas en forma de indio, mirándome directamente de frente.

—El negro —respondió finalmente.

—Ah... —Me reí ante la estúpida pregunta.

Era obvio que su color favorito es el negro, o sea solamente se viste de negro.

—Me toca, ¿verdad o verdad? —Nuevamente intento esconder su sonrisa.

Los dos sabemos que hacer esa pregunta es una estupidez.

—Verdad —declaré, acomodandome igual que él.

Nuestras rodillas rozaron suavemente en el proceso. Agradezco el trabajo del robot limpiador o de lo contrario nuestros pies estarían completamente negros.

—¿Tú comida favorita? —cuestionó, siguiendo mi estilo de preguntas.

—Los canalones me gustan. —Mordí mi labio levemente indecisa —. Pero también la tortilla de papa... —dudé —. Supongo que cualquiera de esas dos. —Me encogí de hombros.

Ivan recorrió mi rostro con sus orbes oscuros, cuidadosamente.

—¿Y qué más te gusta? —quiso saber.

—Es mi turno. —Le di un leve golpe y pensé  —. ¿Qué haces para despejar tu mente?

¿Qué clase de pregunta es esa?

Nuestros ojos se encontraron poniéndome los pelos de punta.

—Espero que... —Tragó saliva —. Que no me denuncies —declaró divertido. Levanté mis cejas animandolo a seguir —. Pienso en vos —susurró casi inaudible —. O sea, en ustedes, en Manu también, no solamente en vos.

Lejos de querer denunciarlo, el calor subió hasta mis mejillas. Bajé mi mirada y apreté mi muslo nerviosa.

—Que acosador —balbucee en voz baja.

—¿Vos pensas en mi? —cuestionó.

Cerré mis ojos unos segundos, intentando pensar con claridad.

Este no era el tipo de preguntas que quería.

—Obviamente pienso en vos —respondí —. ¿Cómo no voy a pensar en la persona que esta cerca de mi hermano? —Lo miré como si fuera lo más obvio.

Él hizo una leve mueca, disconforme con la respuesta.

—¿De qué forma querías que piense en vos?—susurré evitando que mi voz tiemble.

Ivan suspiró sin saber que responder.

—No sé —admitió —. O si se, pero no te quiero decir.

Sonreí negando con la cabeza.

—Es verdad o verdad, no me podes ocultar lo que te pregunto —recrimine.

—Si puedo. —Su mano se acercó a mi rostro, hasta que rozó mi nariz con uno de sus dedos.

El gesto me pareció tan tierno y natural que mi corazón dio un salto.

—No podes —reprendí con fingida molestia.

—Entonces te la voy a responder con el tiempo, ¿te parece? —Me miró con sus ojos destellando de inocencia.

¿Qué mierda le pasa a Ivan Buhajeruk?

Aclaré mi garganta nerviosa antes de decir:

—Te toca preguntar a vos.

Los labios de Ivan se fruncieron levemente, pensando.

—¿Qué haces en tu tiempo libre?

¿Mi tiempo libre? ¿Eso seria cuando no estoy cumpliendo con mis responsabilidades?

—Ahora estoy en mi tiempo libre —dictamine.

—Elegiste pasar tu tiempo libre conmigo —dijo satisfecho.

—No, me obligaste a pasar mi tiempo libre con vos —discutí.

Él elevó levemente sus cejas, dándome la razón.

—Igual, no fue muy difícil convencerte, en el fondo también querías pasar tiempo conmigo, no me mientas —quiso que admitiera ese hecho.

—No. —Volví a golpearlo con mi rodilla.

Ivan la detuvo con su mano y la alejó con lentitud.

Use toda mi fuerza de voluntad para que no note el efecto que tiene en mi.

Formulé otra pregunta sin pararme a pensarla. Por lo que fue bastante trivial y ridícula. Ivan simplemente sonrió y la contestó tranquilamente.

Finalmente volvió a ser su turno y la pregunta que eligió hacer me dejó bastante perpleja.

—¿Que es lo que más te atrae de una persona? —inquirió con suma atención e interés.

Aparté la vista de su mano, que aún no se quitaba de mi rodilla, y lo miré.

—La sinceridad —contesté con una sonrisa satisfecha.

Él bufó y sentí sus dedos hundirse levemente en mi piel.

—¿Por qué esa reacción? —tomé esa pregunta como la de mi turno.

Ivan frunció el ceño, como si se hubiera percatado de que dejó mucho que ver.

—No tengo ninguna reacción —objetó.

—Tu cara no dice lo mismo —canturree con ironía.

—¿Mi linda cara? —cuestionó con autosuficiencia.

—¿Esa es una pregunta del juego?—Elevé mi ceja interrogante.

—Si. —Asintió.

—Que arrogante —la evadi —. Mejor juguemos al fifa.

—¿Pero tengo una cara linda para vos si o no? —insistió.

¿Para mí? No creo que exista persona en este mundo que piense que Ivan tiene una cara fea.

—Si no te callas, te voy a hechar —sentencie.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora