Nos adentramos a la tienda de acampar y nos encerramos en la oscuridad con solo una linterna alumbrando el interior.
Manu estaba decidido en pasar la noche acá, así que trajimos las sábanas más frías que teníamos y varias almohadas para acomodarnos sin morirnos de calor en el intento.
Después de contar las historias de terror que Ivan y yo nos esforzamos tanto en buscar, vamos a abrir la parte de tela compacta de la carpa para dejar solamente el mosquetero y permitir entre el viento.
—Empiezo yo —dijo inesperadamente Manu.
Levanté mis cejas sorprendida.
—¿Cómo sabías que...? —pregunté sin terminar.
—No sabia, pero se me acaba de ocurrir una super historia de terror —contestó.
Me reí por lo bajo y asentí.
Manu contó su, para nada terrorífica, historia y después le seguí yo.
Noté que se encogió un poco asustado en su lugar, pero nada grave. Finalmente, después del relato de Ivan, se escondió debajo de una de las sábanas y pidió que por favor prendieramos las luces del patio y abrieramos la tienda.
Ivan me miró confundido y yo me reí y negué con la cabeza, restandole importancia.
Salí a hacer lo que Manu me pidió y al volver puse música relajante para que pueda dormir tranquilo.
—Si viene un monstruo, Ivan lo va a espantar —aseguré, dándole palmaditas a mi hermano —. Estoy segura que él da más miedo.
Manuel se rió suavemente.
—Si, yo creo que si. —Asintió, provocando un quejido molesto por parte de Ivan.
Una vez que mi hermano se durmió, me pude alejar un poco de sus brazos.
Suspiré cansada y giré mi cuerpo mirando el techo de nylon verde.
—Espero que no tenga pesadillas por mi culpa —dijo Ivan en voz baja.
Su voz grave se colo por cada rincón de mi ser haciéndome temblar ante la cercanía.
Me giré levemente para ver a Ivan que estaba acostado al lado de la puerta. Según Manu, si entra algún monstruo primero va a tener que pasar por Ivan, después por mi y por último por él.
—Es culpa de Manu por ser tan cagon —me burlé por lo bajo.
Vi asomarse una sonrisa en sus labios.
—No digas eso —lo defendió.
Bufé levemente.
El pelinegro giró su cuerpo, quedando cara a cara conmigo.
—Hoy la pase bien —susurró tomándome desprevenida.
Nunca me dijo algo tan personal y simple como eso.
—Yo también. —Sonreí —. Hacemos un buen equipo —dije muy a mi pesar.
Que Ivan este con nosotros me aligera mucho la carga de tener que cuidar a mi hermano, por más feo que suene. Ahora tengo más tiempo para estudiar, leer libros y perder el tiempo, eso me hizo sentirme más relajada. Antes vivía estresada.
—Pensé que no me querías cerca —recordó.
—Si ya no me pude deshacer de vos, mejor te doy un uso ¿o no? —dije con ironía.
Ivan soltó una corta risa por lo bajo.
—Entonces tenes que explotarme más —recomendó.
—Lo tengo en cuenta —respondí pensativa.
¿Si tuviera que darle un uso a Ivan cual seria?
—¿Por qué no empezas pidiéndome que cambie el foco de tu baño? —sugirió.
Lo miré con el ceño fruncido.
—¿Manu te dijo? —cuestioné ofendida.
Intenté cambiarlo, pero fracasé varias veces. Eso hirió mi orgullo de mujer empoderada.
—Si. —Asintió —. Podes pedirme ayuda cuando la necesites.
Rodé lo ojos.
—Si, obvio, como esta semana estuviste todos los días acá, no sé como se me pasó decírte —hablé sarcástica.
Él me observó entretenido y con un leve rastro de conformidad. Eso me hizo enojar.
—¿Tanto te cuesta admitir que me extrañaste? —planteó divertido.
Abrí la boca para contestar, pero la volví a cerrar al darme cuenta de que estaba a punto de levantar la voz y despertar a Manu. Inflé mis mejillas molesta y le di la espalda.
Esta vez pude escuchar su suave risa más clara.
—No te extrañé —susurré después de calmarme —. Pero vos a mi si ¿no? —retruqué.
Desearía ver su expresión, pero ya me da paja volver a darme vuelta. Además, Ivan es inexpresivo, así que prefiero no decepcionarme con su cara indiferente.
—Buenas noches, Sabrina —dijo, dando por finalizada la conversación.
—Ey —me quejé y di media vuelta para verlo —. Yo quiero seguir hablando.
Todavía no le hice las preguntas más importantes.
Ivan suspiró en búsqueda de paciencia.
—¿De qué querés hablar? —solicitó como si supiera que mis preguntas son específicas.
—De que... —balbucee intentando encontrar la forma más sencilla de comenzar con el tema al que quería llegar —. Tendrías que comer mejor —susurré tontamente.
—¿Comer mejor? ¿Yo? —Elevó una de sus cejas.
—Si. —Asentí intimidada —. ¿No tenes alguna enfermedad? —Jugué con la sábana que estaba entre nosotros.
Sus ojos se dirigieron hasta mis dedos y después de unos segundos subieron vagamente hasta mi rostro.
—No que yo sepa —contestó —. ¿Por qué? —quiso saber, dándome pie a la pregunta.
—Por tu cicatriz —susurré, llevando mi dedo tembloroso hasta rozar el costado de su abdomen, donde estaba segura que yacía la larga cicatriz blanquecina.
Los abdominales de Ivan se contrajeron con tensión, haciéndome separar la mano.
—Eso... —Tomó aire —. Fue un accidente —finalizó.
—Perdón, no quería...
Mentira, si quería y quise desde el momento en que la vi, la duda me carcomia por dentro.
¿De verdad fue por un accidente o es la excusa más rápida que se le ocurrió?
Al ver su expresión contraída y pensativa me sentí un poco culpable.
—Perdón —repetí esta vez con sinceridad —. Que duermas bien, Ivan —susurré.
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Extraño; Spreen
FanfictionSabrina tiene un hermano menor que siempre trae diferentes amigos a casa. Su nuevo amigo se hace llamar Ivan y es más peligroso y extraño de lo permitido. Sabrina, con su obsesión por descubrir las verdades de las personas, se siente intrigada y se...