Capítulo 53.

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Narra Ivan Buhajeruk.

Corrí mientras presionaba la herida en mi abdomen. Creo que estuve en esta situación tantas veces que ya no me asusta.

Apoyé mi espalda contra un tronco sin hacer ruido y aguante la respiración.

—¡No lo veo! —la voz de uno de los hombres armados retumbó entre los árboles.

El rugido de un motor desconocido se escuchó a lo lejos.

Los refuerzos llegaron tal y como prometieron. La mafia liderada por Roman pronto va a invadir el perímetro y van a adueñarse de la base principal junto a todo el cargamento.

—¡Mierda, es él! —gritaron y todos se fueron a la dirección contraria.

Mi celular vibró y lo saqué con rapidez, empapando la pantalla del liquido rojo y espeso.

Rodrigo

No vuelvas al departamento, está rodeado.

Maldecí por lo bajo y guardé el celular para seguir corriendo.

No sé en donde va a esconderse Rodrigo. Si lo llegan a atrapar van a matarlo después de hacerle escupir todo lo que sabe.

Alejandro no va a tardar en enterarse que lo traicione y no van a parar de buscarme por todas partes. Estoy jodido.

El único lugar que vino a mi mente para esconderme fue el mismo que la primera vez que acabé con los hombres que me habían torturado por años e hice pasar como un accidente. El mismo lugar en donde me acogió un niño inocente de once años. Después de todo, ¿quién va a buscarme en el patio de un agente del FBI?

Narra Manuel Thomson.

—¿Ivan, estas acá? —susurré, entrando a la cabaña.

Le di este lugar a Ivan para que pueda venir cada vez que lo necesite. Cada vez que necesite mi ayuda.

La primera vez que lo traje a penas tuvo las fuerzas suficientes para llegar. Cuando lo vi sentado en la plaza su rostro me mostró que estaba listo para morir. Yo no podía aceptar eso. Papá y Sabri siempre me enseñaron a ayudar, ellos siempre ayudaban a las personas que lo necesitaban, entonces yo también tenía que hacerlo.

Me trague todo el miedo que sentía en ese momento y me acerqué a él para hablarle. Después de llegar a la cabaña el resto fue sencillo, pues él sabía como curarse solo, con los recursos necesarios. Y... después de eso nos volvimos amigos. Después de ser amigos nos volvimos familia.

Por eso la punzada que recorrió mi pecho al verlo tirado en el piso rodeado de un charco de sangre fue el mismo dolor que sentiría al ver a mi hermana o a mi papá en ese estado.

Ivan se estaba muriendo, otra vez.

—¡Ivan! —corrí hasta él y me arrodille a su lado —. Ay, no, no. ¿Qué hago? ¿Qué hago? —Mis manos temblaron.

Sus ojos estaban cerrados y su respiración era extremadamente lenta. Esta vez él no puede curarse.

Me levanté con rapidez y corrí unos pasos, mis piernas fallaron haciendome caer al piso, pero me volví a levantar con rapidez y corrí hasta el baño.

Saqué los botiquines que Ivan compró en caso de emergencias. Estaba claro que por la cantidad, él sabía que iba a haber más de una emergencia.

Volví hasta donde estaba el cuerpo desfallecido de Ivan.

Intenté varias veces abrir el botiquín, pero mis manos estaban tan temblorosas y débiles que fallaron más de una vez.

Dios, dios, dios.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora