Capítulo 6.

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Gracias a todos los cielos el llanto del gatito despertó a Manuel al instante.

Le dimos la leche y ahora estamos viendo que cocinar para la cena.

Si, la siestita se nos fue de las manos.

—Yo quiero merendar —exigió Manu, sentado sobre el mármol negro de la barra.

—A la madrugada te va a agarrar hambre —aseguré.

—Pero quiero chocolatada —se quejó —. Merendemos —insistió —. ¿Vos querés merendar, Ivo?

—Si, ni ganas de cenar —lo apoyó.

—Somos dos contra uno —festejó mi hermano.

Saqué mis ojos de la heladera para mirarlos mal.

—Que paja que me dan. —Saqué la caja de leche haciendo que Manu salte feliz.

Cerré la heladera repleta de dibujos de Manu sostenidos con imanes en la puerta.

Hice tostados de jamón y queso para acompañar la chocolatada hecha por el más chico.

Nos sentamos en los taburetes blancos para comer en la barra desayunadora de la cocina. Ahora que Manu creció, en su mayoría comemos aca.

Antes no lo hacíamos debido a que la barra tiene muebles integrados repletos de los licores de papá y encima de esta, hay un elegante soporte de madera que sostiene una colección de copas de vidrio invertidas. Es una linda decoración funcional.

—Ivan va a dormir en el sillón, obvio —discutí volviendo a la conversación.

—No seas mala, yo quería dormir con él. —Manu hizo un puchero.

—¡No! —grité exaltada —. ¿Cómo vas a dormir con él? —Suspiré.

—Así como duermo con vos —susurró Manu haciendo que sus ojos se iluminen de a poco —. ¡Durmamos los tres juntos! —exclamó feliz.

Arrugué la nariz disconforme con la propuesta.

Es eso o que a la noche el pendejo se escape y vaya a dormir con Ivan.

—Bueno —acepté a regañadientes.

—¿Vos querés? —El menor miró a Ivan.

—Si, obvio. —Sonrió levemente y lo despeinó.

Mi ceño se frunció levemente.

Terminamos de comer, limpiamos y volvimos a mirar la película.

Esta vez yo me senté en el sillón individual, causando algunas quejas por parte de Manuel.

Miramos hasta la tercera película y decidimos que era momento de traer los colchones.

—Yo puedo sola. —Los detuve antes de entrar a mi pieza.

Tengo un desastre y no me pinta que Ivan lo vea.

Tengo que parecer una chica super organizada a la cual hay que temerle.

—¿Segura que podes? —Inquirió Ivan con desconfianza.

—Que te importa —respondí resentida.

Él levantó sus cejas demostrando sorpresa por un leve instante.

Sin decir nada se fue.

Al final, con ayuda de Manu, llevamos el colchón al living.

Preparé bien los colchones porque hace frío. También lo trajimos al michi para no preocuparnos.

Ivan y Manu se pusieron a jugar a la play, mientras yo miraba consejos para tener gatos.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora