Capítulo 48.

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Después de un rato, nos acostamos sumidos en un silencio pesado y cargado de angustia.

No sé que esta pasando, pero ver a Ivan de esta forma hace que automáticamente comparta sus sentimientos y malestar.

—¿Cómo te puedo ayudar? —pregunté en un susurro.

Mis dedos siguieron moviéndose sobre su pelo, sobre las bolsas debajo de sus ojos, sobre sus mejillas, sobre su mandíbula... hicieron un recorrido completo sobre cada rincón de su rostro.

—Haciendo esto —confesó en voz baja —. Quedándote conmigo me estas ayudando.

Acercó su rostro y rozó delicadamente nuestras narices.

Narra Ivan Buhajeruk.

Los suaves dedos de Sabrina volvieron a acariciar mis pómulos.

De no ser por ella ya habría enloquecido.

Cada minuto que pasaba cuidando de Rodrigo temía que no fuera a resistir y mi cabeza se consumía de rabia, si antes quería matar a Alejandro ahora quiero hacerlo el doble. Estuve a punto de ir a buscarlo sin ningún plan, impulsado por la sed de venganza, pero Rodrigo me dijo que no lo haga, que piense en mi futuro, que piense en ella.

Sabrina me mandaba mensajes todos los días y yo evitaba leerlos, porque sabía que si los leía iba a tener que volver a sus brazos en busca de refugio.

Mi amigo se encargó de recitar y leer todos los mensajes en voz alta cuando estaba decidido a ir hacia mi muerte.

"No sé que me hiciste, pero no puedo dejar de pensar en vos, Ivan, te extraño".

"Empecé a notar que Manu también esta preocupado, ¿estas bien, Ivan?".

"Si no volves en la próxima semana, nunca más te voy a permitir entrar a nuestra casa".

"Ivan, ¿por qué estas haciendo esto?".

Cada palabra que decía Rodrigo calaba en mi interior con un golpe más fuerte que el otro y me vi obligado a volver con ella.

Mi mente no se había permitido pensar lo tanto que la extrañaba hasta que la vi y no pude contenerme. Estaba volviendo a perderme, pero Sabrina me trajo de vuelta.

Rodrigo ya esta mejor, por lo menos puede bañarse y comer por si solo, pero lo están buscando por todos lados. Mis superiores me contactaron para decirme que si lo veo, no dude en matarlo.

No pude ir a buscar el USB. Desplegaron una escuadra en toda la zona y tienen luz verde de dispararle a cualquier persona no autorizada. Si me ven husmeando por los alrededores no van a dudar en dejarme lleno de agujeros. Esto complico todo. Todo esta saliendo mal. Todo nuestro plan se esta derrumbando. Hoy me enteré de que le hicieron llegar al FBI el pendrive con la información falsa, eso significa que dentro de poco tiempo va a suceder la emboscada.

Si tengo suerte, eso sucedera dentro de un par de semanas, tal vez podría tener dos meses para conseguir el pendrive con información verídica y enviárselo a la agencia federal. Tal vez, todavía puedo llegar a salvar a Leandro Thomson momentáneamente. Tal vez, todavía puedo llegar a salvar mi futuro con Sabrina.

Apreté su cintura y la acerqué a mí. Su cuerpo es tan pequeño en comparación al mio que siento que puedo romperla si no tengo cuidado.

Su aroma dulce invadió todos mis sentidos y la carga en mi pecho cesó. No me di cuenta lo tanto que estaba sufriendo por la situación hasta este momento. Sabrina saca cada parte de mí a luz, es como si mi ser no tuviera miedo de mostrarse como es verdaderamente ante ella. Que ahora me esté aceptando tal y como soy me llena el corazón de felicidad.

Sabrina me devolvió la felicidad que perdí. Ella permitió que mi corazón vuelva a latir con calidez y emoción.

Rocé mis labios con los suyos buscando su aprobación. Necesito besarla. Necesito tenerla más cerca.

Ante su aprobación, la besé con todos mis sentimientos a flor de piel. Le demostré lo tanto que sufrí y lo bien que me hace tenerla en mi vida.

Sus suaves labios se movieron contra los míos con cariño y comprensión.

La quiero tanto que siento que voy a morirme.

Acaricié su cintura por encima de la tela de su buzo y su cuerpo se estremeció debajo de mi mano.

Es igual de sensible que una flor.

Separé mis labios levemente para recuperar un poco de aire y volví a dejarle pequeños besos.

—Te quiero tanto, Sabrina —admití sin pudor y me alejé para ver su reacción.

Ella sonrió, sus ojos brillaron y toda su carita se iluminó.

—También te quiero —repitió, apoyando sus labios contra los míos en un corto beso.

La acerqué a mí y ella acomodó su cabeza en mi pecho, mientras jugaba con los dedos de mi mano.

—Escucho tu corazón —susurró por lo bajo —. Antes pensaba que no tenías corazón —admitió burlona.

—Vos me lo devolviste. —Acaricié sus nudillos con mi pulgar.

—Te pido perdón si en algún momento fui demasiado forra con vos —se lamentó —. Siento lo de tus papás.

Mis papás.

Ellos amarian a Sabrina.

¿Estarían de acuerdo si yo mato a Leandro y pierdo al amor de mi vida en el camino? No lo creo.

—Mis papás estarían felices de saber que vos te cruzaste en mi vida —admití, bajando las caricias hasta la piel sensible y fina de su muñeca.

—¿En serio? —preguntó con una leve ilusión —. ¿Cómo eran ellos?

—Sí, en serio —afirmé con una sonrisa—. Ellos eran... eran todo para mí. Mi papá era un hombre correcto, demasiado correcto y serio a veces, pero nos amaba más que a nada. Siempre estaba al tanto de cada cosa, de cada detalle y no le importaba mostrarse sentimental con nosotros.

Hice una pausa para tomar aire y poder seguir recordando.

—Mi mamá era todo lo contrario, por eso siempre pensé que se complementaban. Ella llevaba su alegría a donde fuera que vaya, no le importaba bromear y reírse en momentos serios, a veces lo hacía solamente para molestar a papá y él ponía su cara seria, pero en el fondo esa luz que ella tenía nos tranquilizaba.

Sabrina levantó su cabeza de mi pecho y sonrió levemente con tristeza, sus ojos brillaron con una mezcla de ternura y melancolía.

—No suena como si ellos dos te hubiesen criado —admitió con la voz baja.

Me reí levemente. En el transcurso de mi vida perdí bastantes valores que ellos me enseñaron.

—No podía aplicar la forma en la que ellos me criaron en el mundo donde estaba. —Rocé la punta redondeada y respingada de su nariz.

Sabrina frunció levemente las cejas.

—¿A dónde fuiste después de lo que les pasó a ellos? —preguntó con sutilesa.

—No fui por elección propia. —Miré sus ojos, animandome a continuar —. Me obligaron a ir con ellos, me arrastraron hasta el fondo de su oscuridad. —Mi expresión se endureció, recordando el odio.

Ella dejó escapar un leve suspiro y apoyó su cabeza en mi hombro, acurrucándose más cerca.

—Me hubiera gustado conocer a tus padres —susurró, evitando seguir con el otro tema.

Mi pecho se relajó, agradeciendo eso.

La abracé más fuerte, sintiendo su calor. Tengo que protegerla. No puedo permitir que ella salga lastimada, porque yo no me lo perdonaría jamás.

Sabrina y Manuel me abrieron las puertas de su hogar y no puedo pagarles eso con la muerte de su padre.

En este momento matar a Leandro no es relevante. Lo único que me importa es que Sabrina esta conmigo. Tengo que encontrar una salida que no la destruya, porque yo la amo.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora