Capítulo 45.

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Narra Ivan Buhajeruk.

Miré como Rodrigo ardía de fiebre.
Estamos en problemas.

Al principio todo iba según lo planeado. Lo único que teníamos que hacer era apegarnos al plan original como si nada hubiera cambiado.

El plan original de la mafia consistía en entregarle al FBI una memoria USB con información falsa, si los profesionales rebuscaban en las decenas de carpetas darían con la ubicación de unos supuestos almacenes cargados de droga. Ellos no podrían dejar pasar esa valiosa información, él no la ignoraria e iría hasta ese lugar con un equipo de agentes bien organizados y armados, pero lo que ellos no se esperarían es que lo único que los estaría esperando en esos almacenes serían trampas por doquier para desestabilizar su grupo y, posteriormente, coches blindados con mafiosos cargados hasta los dientes de armas. Para cuando nosotros llegáramos, la mayoría de los agentes tendrían que estar cegados y drogados por las bombas de humo con sustancias poco beneficiosas para los sentidos humanos. Ahí daríamos el golpe final y yo podría hacerme con la cabeza de Leandro Thomson. Un plan con muy pocas probabilidades de fallar.

¿Qué fue lo que yo no tomé en cuenta? Que después de ese golpe Alejandro Bolsón, el líder, se haría con todo el poder para monopolizar Argentina entera, además de los estados que ya le pertenecían en USA. Porque no es un secreto que la mayoría de los políticos se venden por la falsa sensación de poder y dinero ¿no?

Entonces, si acababa con el FBI en Argetina no iba a poder matar a Alejandro y él siempre fue mi objetivo final. Eso me acorraló a dos opciones: o extendía la muerte de Leandro Thomson, o ese mismo día le daba una ventaja a la agencia federal, para que se maten entre sí. Remataba dos pájaros de un tiro.

Yo solamente luchaba por mis propios intereses y beneficios, todo este tiempo eso fue lo que hice.

Pero ahora... ahora quiero luchar por los intereses de Manuel, Sabrina y Rodrigo. No puedo ignorar que si yo consigo lo que quiero voy a destruirlos en el camino. Eso me quedo más que claro.

Donde voy, llevo mi destrucción conmigo. Porque ahora Rodrigo se está debatiendo entre la vida y la muerte por mi culpa. Porque Sabrina y Manuel van a tener los corazones rotos cuando yo acabe con su padre. Si salgo victorioso, todos ellos pierden. ¿La pérdida de ellos y mi satisfacción por haber conseguido la venganza que tanto busqué es equitativa? La balanza parece moverse en mi contra en esta ocasión.

Cuando cumpla mi objetivo voy a quedar completamente solo, otra vez. Me voy a volver a fundir en mi desesperación vacía y solitaria. Entonces, yo había decidido acabar con mi vida también, pero... ¿que sentido va a tener todo eso?

Siento que la venganza era una excusa para poder mantenerme con vida todos estos años, pero ahora tengo una excusa mejor para hacerlo; estoy enamorado.

Ese pensamiento intervino en todas mis decisiones.

Con Rodrigo planeamos que íbamos a cambiar la información del USB. Usaríamos todos los datos que teníamos para incriminar al líder de la mafia y a los políticos implicados para así facilitarle al FBI la tarea de acabar con la organización delictiva. Incluiriamos las verdaderas ubicaciones de los almacenes y las bases. Desde el primer momento sabíamos que era algo peligroso, sabíamos que nuestras cabezas estaban en juego, pero decidimos arriesgarnos.

Rodrigo respira con dificultad, su rostro está pálido, sus labios sin color y su cuerpo tiembla ligeramente. Esto no formaba parte del plan.

—Te vas a poner bien —aseguré, volviendo a enfriar el trapo húmedo de su frente.

Él trató de sonreír, pero no lo logró.

Rodrigo se había ofrecido a intercambiar los USB por información verdadera, para eso tenía que irrumpir en la sala custodiada de hombres armados que contenía aquella información. Parecía una tarea fácil, ya que teníamos el respaldo del plan original, y asi lo fue hasta que Rodrigo se hizo victorioso con el USB, pero algo alertó a Bolsón y no dudó en ordenar que lo atrapasen; vivo o muerto.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora