Capítulo 51.

749 145 147
                                    

Después de varias paradas técnicas, llegamos. Miré por la ventana, encontrándome solamente con un paisaje de pasto y árboles. Definitivamente si él me hubiera traído acá hace algunas semanas atrás, ya hubiera llamado a la policía.

—Ahora tenemos que caminar —indicó, abriendo la puerta del auto con naturalidad.

Hasta ese estúpido gesto logró llamar mi atención.

—Ah, o sea que no fue suficiente viajar dos horas y media. —Solté un suspiro y bajé.

—No seas vaga. —Posó su mano en mi espalda baja, para guiarme.

Sentí la piel quemarme justo donde posó sus dedos.

—No soy vaga —contradije en un balbuceo.

Ivan sonrió y dejó un beso sobre mi cabeza.

Nos adentramos por los árboles con la dulce caricia del sol sobre nuestra piel y el canto de las aves llenando el silencio del lugar.

Tenía muchas preguntas, pero dedici dejarlas de lado y disfrutar del momento. Guié mi mano hasta la de Ivan y entrelace nuestros dedos con delicadeza.

Él acarició el dorso de mi mano con su dedo pulgar y se giró levemente para volver a sonreírme.

Siento que me derrito por dentro.

Mi corazón late tan fuerte que no lo entiendo.

Un pequeño suspiro se escapó de mis labios al sentirme tan tranquila y a la vez emocionada.

Ivan observó mi rostro y sus labios se abrieron, dudando unos segundos en sí decir lo que estaba pensando.

—Cuando era chico mis papás me traían a este lugar —comentó —. Era como nuestra zona segura. —Su sonrisa tomó un tinte de tristeza —. La última vez que vinimos fue unos días antes de lo que les pasó, desde ese momento no me animé a volver.

Mi pecho se contrajo ante sus palabras. Nunca me atreví a preguntarle sobre el asesinato de sus padres y nunca me atrevería a hacerlo.

—Que lindo que quieras compartirlo conmigo —opté por decir —. Me pone muy feliz —admití con una sonrisa sincera.

Ivan está haciendo esto porque quiere, finalmente tomo la iniciativa de mostrarme parte de su vida y lo aprecio mucho.

Su mirada se suavizó, y su mano apretó la mía con más fuerza, como si en ese gesto intentara transmitir todo lo que no podia decir con sus palabras. Todo lo que guardaba en su interior.

—Siempre quise volver —murmuró —. Pero nunca encontré el momento para hacerlo. Hasta ahora. —Se acercó unos centímetros y me besó suavemente —. Tenía muchas ganas de venir con vos —confesó.

Mi corazón dio un brinco. Todo parece ser como debería ser. Me siento bien, no tengo la presión en el pecho que me grita desconfianza, solamente siento mis latidos acelerados y una calidez que me inunda de pies a cabeza.

En este momento no importa nada más que nosotros.

—Te quiero, Ivan —susurré.

Él se detuvo unos segundos y después de murmurar un "te quiero más" me besó. Se tomó su tiempo antes de reanudar la caminata, como si nunca quisiera separarse.

Después de unos minutos, nos detuvimos cerca de un árbol y en frente de este se podía ver un lago brillante bajo los rayos del sol y con leves movimientos por el viento calmado. Es como si el día hubiera conspirado con Ivan para ser perfecto.

—Que lindo. —Me quedé sin aliento, admirando la tranquilidad del lugar.

Me hace acordar tanto a mi infancia. Se siente como un lugar tranquilo, pero solitario. Siento que así fue mi vida hasta que nació Manuel.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora