Capítulo 26.

1.6K 255 144
                                    

Las ganas de lastimar a Leandro por medio de sus hijos era lo único que quería en ese momento.

Hasta que Manuel confío ciegamente en mi y me llevó a su pequeña guarida de juegos, una cabaña. Hasta que conocí a su hermana malhumorada que desconfia hasta de su propia sombra. Hasta que descubrí que todavía existe la esperanza.

Los ojos de Sabrina no paraban de analizar mi rostro, buscando alguna explicación.

—Lo que acabas de decir es demasiado cursi para venir de alguien como vos —expresó.

—Pero es la verdad —afirmé con sinceridad.

Ella suspiró y apoyo su mano sobre la mía.

—Te quiero creer —aseguró —. No hagas que me arrepienta, ¿si? —Pidió ladeando su cabeza.

Mi pecho se llenó de miles de sentimientos incomprensibles, haciendo que el aire me falte.

Las dos situaciones que tengo que enfrentar ahora están en extremos opuestos. Por un lado, siento un gran rencor hacia un padre y quiero arruinarle la vida y, por otro, quiero que su hija forme parte de mi vida y de mi futuro.

Nunca antes me había imaginado un futuro después de la venganza. Era como si, después de eso, el mundo dejara de girar y ya no hubiera algo para mi en este lugar. Desde que la conocí eso cambio.

Ya no veo dolor y desesperanza cada vez que cierro los ojos. La sonrisa y la luz de Sabrina reemplazo esos pensamientos oscuros.

Cada vez que estoy cerca de ella, siento una calidez inexplicable y una conexión que no había experimentado antes. Su presencia ilumina mis días y su sonrisa tiene un efecto tranquilizador en cada rincón de mi ser. Eso jodio todos mis planes, ahora mis sentimientos y mi mente están en contradicción. No sé que hacer, no sé como seguir sin arruinarlo todo.

No puedo retractarme como si nada y olvidarme de todo lo que viví hasta ahora. Tampoco puedo destruir la vida de una familia, tal y como lo hicieron conmigo.

¿Entonces que hago?

—No quiero que te arrepientas —formulé después de tomar aire.

Deslicé mis dedos fuera de su rostro, sintiendo la ausencia de su calor.

—Muchas cosas cambiaron ¿no? —cuestionó, observándome.

Sus ojos fueron los primeros en molestarme la primera vez que la conocí. Sentía que si bajaba minimamente la guardia, ella me vería hasta el alma y descubriría hasta el último de mis secretos.

—¿Por qué? —pregunté, intentando no titubear.

—Tus ojos son diferentes —admitió.

Fruncí levemente el ceño.

—No son diferentes —contradije.

—Si son. —Sonrió, como si la idea de finalmente poder leer mis emociones le encantara.

Eso no es algo bueno para mi.

—No los mires, entonces —demandé.

Ella levantó las cejas sorprendida.

—Andate de mi casa, entonces —retrucó.

Negué con la cabeza y sonreí levemente. Ella miró mis labios unos segundos y repitió la acción.

Quiero abrazarla.

Narra Sabrina Thomson.

Por primera vez puedo atinar a adivinar lo que pasa por la cabeza de Ivan.

Ahora mismo, pareciera que esta haciando un esfuerzo sobrenatural para controlar su cuerpo.

Apretó su puño levemente y colocó sus manos detrás de su espalda, impidiendose tocarme.

Mi risa se agrandó con malicia.

—¿Estás bien? —Me acerqué unos pasos más y apoyé mi mano suavemente sobre su rostro.

Estamos tan cerca que puedo oler su perfume.

Me gustaría escuchar si su corazón está igual de acelerado que el mio.

—Estoy bien —aseguró con la voz áspera.

La tensión en sus hombros y la presencia de un ser pequeño me hizo alejarme.

—Manu, te estoy viendo —dije al ver los pelos castaños y revoltosos sobresaliendo detrás de la barra.

—¡Abrazo de reconciliación! —gritó, corriendo hacia nosotros.

No pude reaccionar cuando mi frente chocó contra el cuello de Ivan.

—Perdón —balbucee con los nervios a flor de piel.

Quise separarme, pero no pude.

—No me pidas perdón —susurró.

Su nariz rozó levemente mi cabeza y bajo hasta debajo de mi oreja, en el inicio de mi cuello. Inspiró mi aroma y con suavidad rozó sus labios contra esa zona.

Apoyé mis manos en su pecho y lo empujé, alejandolo.

Siento que mis mejillas arden y un torbellino de emociones se acumula en mi estómago. Es demasiado para mi.

—No te acerques mucho —exigí con recelo.

No voy a cuestionar lo que siente, pero no puedo ignorar que esconde gran parte de su vida y es por algún motivo.

—Perdón —esta vez se disculpó él.

Yo simplemente negué con la cabeza, intentando entender lo que decía Manu con tanto entusiasmo.

Sentí los ojos de Ivan sobre mi por un largo rato, hasta que Manu acaparó toda su atención. En ese momento, me tomé el atrevimiento de observarlo.

Definitivamente algo esta pasando en mi interior por culpa de Ivan Buhajeruk.

Extraño; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora