6: Independiente

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Eran casi las dos y media de la tarde. Hacía poco tiempo que los novios habían llegado al lugar del convite, el cual, era un espacioso parque repleto de árboles con preciosas vistas. Mi cámara y yo estábamos alucinando.

- Nat, Ellen, quiero presentaros a los protagonistas de este fabuloso día.- dijo Edward.

- Soy Ellen, encantada.- dijo con una sonrisa.

- Natacha, un gusto.- dije.

- ¡Ya sé de qué te conozco!- dijo el novio.- ¿Tú eras la que estaba en pijama en el vestíbulo hace una semana?

- Sí.- respondí algo incomodada.- No me creo que me conozcan como la tía que andaba en pijama por los pasillos.- susurré.

- Bueno chicas, ellos son Nathaniel y Bethany, la pareja protagonista del día.- dijo Edward.

Bethany era rubia de ojos claros, alta, figura perfecta, era normal que alguien se enamorara de ella. Nathaniel era moreno, ojos cafés, con algo de barba, alto y buena figura. Estuvimos hablando por unos minutos muy agradables hasta que ellos tuvieron que irse para el reportaje de fotos.

- Ellen, no he tenido oportunidad de decirte que estás... ¡wow!- dijo Edward sin despegar sus ojos de los de ella. No exageraba, Ellen ya de por sí era preciosa, imaginadla con un vestido blanco con detalles en negro y un peinado perfecto.

- Gracias.- respondió ella con una risita nerviosa. Eso solo significaba una cosa en ella, Edward le seguía molando y mucho.

- Oye, Edward, ¿tu hermanito dónde está?- pregunté.

- ¿Max? Al otro lado del convite, grabándolo todo.

- Bien, dile que prefiero que me moleste a la hora del almuerzo, que por ahora me deje tranquila.- respondí sonriendo.- Si me buscáis, estaré echando fotos.- dije moviendo mi cámara de un lado a otro.

Me alejé de la muchedumbre mientras miraba a Ellen moviendo las cejas de arriba abajo sin que Edward nos viera. Gesticulé un "De nada" mientras ella me señalaba y acto seguido pasaba su dedo índice por su cuello del lado izquierdo al derecho. Esa fue mi señal para desaparecer.

Llegué a un árbol enorme, de tronco robusto y viejo, con miles de ramas que te proporcionaban una muy querida sombra en un día tan caluroso como lo era hoy.

Miré por encima de sus ramas, pude ver un paisaje que necesitaba recordar por toda la eternidad, una simple fotografía sería perfecta desde esta perspectiva, pero las infinitas ramas del propio árbol me tapaban la vista. Así que, decidí escalar el árbol y sentarme en una de ellas.

Así hice, incluso podía apoyar mi peso en una rama que estaba a mis espaldas que me hacía estar mucho más cómoda.

Llevé la mirilla de la cámara a mi ojo derecho y comencé a fotografiar aquellas increíbles vistas. Pero una terrible voz logró asustarme y a su vez, la rama a mis espaldas se rompió, lo que me hizo quedar colgando cual murciélago.

- Hola Max.- dije de mala gana.

- ¿Sabes? Empiezo a pensar que no te gusta verme.- contestó sonriendo mientras me grababa.

- Y yo que tienes el objetivo de la cámara pegado al ojo y por eso no paras de grabar, Míster Documentalista.

- ¿Necesitas ayuda?

- ¿Por qué lo dices?

- No lo sé, ¿será porque estás colgada boca abajo?

- ¿Quién dice que no quiero estar así?

- Perdona, pero te he escuchado gritar al notar que la rama que soportaba tu peso se caía, que por cierto, ha caído sobre mi pie.

- Lárgate, ¿no te lo ha dicho tu hermanito? Prefiero que me molestes en el convite que ahora, la verdad.

Cómo ser la Torpe perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora