- Nat... Natacha despierta.
Escuchaba a alguien llamándome, una voz grave. Sentí que me zarandeaban con gentileza, una mano cálida, un tacto y una voz que reconocía.
- Logan...- susurré. Al oír mi voz cansada me decidí a abrir los ojos poco a poco, en un intento de que la luz de la lámpara a mi derecha no me dejara ciega. Estaba en una habitación de tonos pasteles, envuelta en una manta blanca.
- Menos mal que despiertas.- dijo, aliviado. Sam estaba a su lado, con la frente vendada.
- ¿Te encuentras bien?- preguntó ella, cojeando.
- Cansada, ¿qué os ha pasado?
- Omar me dejó en el avión y fue en vuestra ayuda. Estaba tardando demasiado, hombres armados y con los rostros tapados llegaron al avión. Se abrió fuego allí mismo. Me escondí con Sam, pero no tardaron en encontrarnos.
- Estuvieron a punto de llevarnos como rehenes.- continuó ella.- El avión no despegó ese día. Tardó un par de días más. El mismo tiempo que tardaron en encontrarte.
- ¿Encontrarme?- pregunté.
- ¿No lo recuerdas?
- Tengo flashbacks borrosos. Solo recuerdo que el techo del edificio se agrietaba sobre mí.
- Omar, tú y muchos soldados quedasteis atrapados en el derrumbe. Tardaron dos días en encontraros y sacaros de allí.
Sorprendida por lo que ambos me contaban miré a mi derecha. Reconocí a Omar en la cama de al lado, con la cabeza vendada y los brazos magullados. Me destapé de golpe, y me quedé mirando mi brazo izquierdo, estaba escayolado.
- ¿Y Max?- pregunté.- Decidme que sabéis algo.
- No vino con nosotros en el avión.- contestó Sam.
- ¿Cómo que no vino? ¿No dijisteis que nos encontraron en el derrumbe? ¡Él también estaba allí!
- Nat cálmate.- dijo Logan, sentándose a un lado de mi camilla. Tomando mi mano continuó.- No le han encontrado, tanto como él como otros soldados han quedado atrapados.
Me quedé callada y volví a apoyarme en la camilla del hospital. Logan y Sam, después de un rato intentando animarme, ambos volvieron a su habitación. Estuve mirando a Omar durante un rato, me sentía culpable.
- Buenos días Natacha.- dijo un hombre vestido con una bata blanca, entrando en el dormitorio.
- Deduzco que eres el doctor.- dije, incorporándome como pude en la camilla.
- Deduces bien.- contestó sonriente.- ¿Cómo te encuentras?
- Cansada.
- Bueno, un síntoma normal después de haber dormido por dos días desde que llegaste junto con los demás heridos.- explicó mientras me examinaba.
- ¿Qué me pasó?- pregunté mientras el sacaba la linterna de su bolsillo.
- Llegaste inconsciente, con cortes en el rostro y el radio fracturado. Por suerte no nos vimos obligados a operarte de urgencia, el hueso no estaba desplazado. A ver, mira aquí.- dijo, colocando la luz de la linterna delante de mis ojos y moviéndola de un lado a otro.- Te enyesamos el brazo tras bajar la inflamación y te dejamos reposar en observación.
- ¿Cuántos llegamos?
- Erais veinte. Diez de ellos siguen en urgencias.- suspiró.- Todo parece estar bien, así que mandaré a preparar el papeleo para darle el alta. Su familia le está esperando.
Asentí, al poco rato entró una enfermera, la cual me ayudó a vestirme y preparar las pocas cosas que tenía. Tanto ella como el doctor me dieron las pautas necesarias que necesitaba saber ahora que tenía el brazo inmovilizado. Con todos los papeles en orden y ya en mano, acompañada de la enfermera bajé a la primera planta del hospital.
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Cómo ser la Torpe perfecta.
ChickLitNatacha Greens, una mujer sencilla de veintisiete años, como todas algo alocada, enamorada de la vida y su ciudad natal, Florida. Con un apartamento de lujo, un trabajo asegurado y... ¿a quién queremos engañar? Empecemos de nuevo. Natacha Gree...