Me encontraba terminando de colocar ciertas guirnaldas en el interior de la carpa junto a Ellen y Archie, solo quedaban un par de horas para que los invitados a la fiesta de cumpleaños comenzaran a llegar y todavía quedaba mucho por hacer. Además, el asunto de ayer al tener que montar la carpa nos tenía hechos polvo, cuando había llegado la hora de cenar, todavía quedaban varillas del techo que había que unir a la tela, y debía añadir, que la carpa no era precisamente pequeña.
Como Edward pensaba que aún quedaban un par de días para la supuesta velada de Erick, nos aseguró que al día siguiente nos ayudaría a montarla, por lo que, una vez que él se durmió, nos vimos obligados a levantarnos de madrugada y seguir montándola para que el exterior estuviera listo. Obviamente Edward creía, cuando despertó esta mañana, que Erick tenía trabajadores contratados y que ellos se encargaron de lo que quedaba.
La verdadera odisea se había formado hoy, ya que él se seguía empeñando en ayudarnos con la decoración. Juro que ya no sabíamos cuántas veces le había llamado Erick por una supuesta "urgencia", incluso nos habíamos visto obligados a cortar adrede la corriente de luz para mantenerlo ocupado.
- ¿Por qué hay tantas guirnaldas? ¿Erick se ha encargado de comprar la tienda entera?- dijo Ellen, algo estresada y buscando entre las tres cajas de cartón.
- Estas son las consecuencias de haber tenido que decirle a Edward que estábamos "faltos de adornos".- contestó Archie.
- ¿Y qué querías que le dijéramos? No había una razón más lógica para sacarlo de la finca.- aporté a la vez que sujetaba el otro extremo de la guirnalda.
- ¡Ellen, cielo!- escuchamos que gritó Edward desde afuera.- ¡Ya puedo ayudar!
Los tres nos miramos de repente, sin saber cómo actuar, sabiendo que como tardáramos un segundo más, Edward lo descubriría todo gracias al gigantesco cartel que cruzaba la carpa entera, el cual decía: ¡Felices 30 años, Edward!
- Esto... e... ¡Edward espera un momento que...!- comenzó a decir Ellen con las guirnaldas en ambas manos, sin saber qué hacer. Parecía que las excusas coherentes se nos habían acabado.
Sin pensármelo dos veces, dejé los adornos sobre Archie y salí corriendo hacia la entrada de la carpa que, con suerte, estaba sujeta con un lazo, así nos asegurábamos de que Edward no viera nada.
Deshice el lazo y, nada más salir, no tardé ni un milisegundo en volver a hacerlo y colocarme frente la entrada con total tranquilidad.
- ¿Qué pasa, Edward?- dije, mostrando una sonrisa un tanto falsa, ocultando mi nerviosismo.
- Ya he acabado con Erick, así que había pensado en ayudaros a colocarlo todo.- contestó, tan sonriente como siempre.
Rápidamente empecé a pensar alguna excusa medianamente creíble y, con suerte, al mirar disimuladamente por encima de su hombro, pude ver a Max, que parecía haber tenido que correr tras él, ya que intentaba recobrar el aliento.
Vio la situación en la que nos encontrábamos, y pareció que mis balbuceos le hicieron actuar rápidamente. Giró a su izquierda y abrió el panel de los fusibles. Sin pensarlo siquiera, los apagó todos de una, haciendo que toda la casa y las luces exteriores se apagaran.
- ¿Otra vez?- dijo Edward girándose hacia la casa.- ¿Pero qué le pasa a esta casa?
- ¡Edward!- gritó su hermano, haciendo como si acabara de cruzar las puertas de la cocina.- Han saltado otra vez.
Él volvió junto con su hermano entre suspiros, aunque nada más cruzar el umbral de la puerta de la cocina, Erick los detuvo. Mi madre, que estaba a su lado, parecía que en cualquier momento le iba a dar una taquicardia. Erick salió hacia la entrada de la carpa mientras yo golpeaba disimuladamente la tela de ésta para que los otros dos salieran.
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Cómo ser la Torpe perfecta.
ChickLitNatacha Greens, una mujer sencilla de veintisiete años, como todas algo alocada, enamorada de la vida y su ciudad natal, Florida. Con un apartamento de lujo, un trabajo asegurado y... ¿a quién queremos engañar? Empecemos de nuevo. Natacha Gree...