Era miércoles. El día anterior apenas habíamos podido descansar ya que Ellen nos llevó directos a urgencias, donde estaban suturando el corte que Edward se había hecho. El pobre parecía totalmente arrepentido cuando nos vio entrar por la puerta de la consulta, sin nombrar el susto que Ellen llevaba encima y lo mal que estaba.
Con tanto ajetreo de un lado a otro intentando animar a Ed llegamos de vuelta al apartamento cerca de las dos de la mañana. Archie y yo incluso nos quedamos dormidos en el sofá cama del estudio. Por la mañana se nos notaba cansados, más las otras tantas emociones con las que llevábamos cargando desde hacía unos días.
Con la taza en la mano me acerqué a la ventana, hacía un día precioso, soleado, con una leve brisa que no molestaba.
- ¿Ellen te ha dicho algo?- preguntó.
- He intentado convencerla de que fuéramos con ella, pero ha preferido ir sola junto a la funeraria.- contesté. En una hora Ellen iría a la base militar junto a la funeraria para recoger el cuerpo de Max. A solo tres días de la boda de mi madre... y la gran mayoría solo pensábamos en el funeral que tendría lugar dos días después.- ¿Crees que dejará a Ed solo después de lo de ayer?
- No, sus padres se quedan con él hasta que Ellen llegue. Lo último que le faltaba era ver a su hermano muerto delante suya después de haber intentado suicidarse. ¿Crees que... hubiera sido capaz?
- ¿De qué?
- De suicidarse. Ellen lo pilló a tiempo, pero imagina que no le llega a ver.
- Ed estaba muy deprimido, actuaría sin pensar en las consecuencias que tendría quitarse la vida. Seguramente cuando Ellen le pilló se le abrió los ojos, y pudieron detener el sangrado a tiempo.- contesté.
Di media vuelta y coloqué los platos y tazas en el fregadero. No tenía ánimos de nada, solo quería dormir por lo que quedaba de día y esperar que todo lo malo pasara de una vez. Al notar la presencia de Archie a mi lado me sequé las manos y le miré.
-Tengo algo que enseñarte.- dijo, con una sonrisa melancólica.
- ¿Qué pasa?- pregunté. Sin contestar dejó una de sus muletas apoyadas contra la encimera y metió su mano izquierda en el bolsillo del pantalón. Sacó un USB.
- Sé que las cosas están en la mierda más profunda, y que ambos estamos bastante mal. ¿Y si lo vemos?
- ¿Qué contiene?- dije, llevando el USB hacia el televisor para conectarlo al lector.
- Los vídeos de la cámara de Max.
Me quedé parada al escuchar aquello, mirando lo que tenía entre las manos. Archie se sentó en el sofá e hizo un ademán con la mano para que lo conectara. Quería volver a verle aunque fuera a través de una pantalla, pero no sabía si estaba lista, pues esto significaría la última despedida.
Encendí el televisor y nada más conectarlo corrí para cerrar las cortinas y sentarme en el sofá junto a Archie. Con el mando en la mano dudaba si debía o no darle al play.
- Es el momento Nat, y lo sabes tan bien como yo.- dijo.
Al darle al botón el primer video empezó a cargar. Lo primero que se vio fue a un Max un poco más joven colocando la cámara de manera que se enfocara y se viera bien el fondo. De repente alguien se le echaba encima, provocando su risa.
- ¡Cole, como la rompas me la pagas!- decía, riendo.
- ¡Rubio! ¡Corre que ya está encendida!- gritaba el tal Cole.
De repente apareció Archie, con el pelo algo más corto. Se sentó al lado de Max, sonriente.
- En fin... no sé cómo empezar esto.- decía Max.- Me llamo Maximus, tengo veinticuatro años y... dentro de una semana estos dos cafres y yo partimos rumbo a una misión en oriente medio.- explicó.- Sé que vosotros todavía no entendéis el propósito del video pero, solo quería que quedara constancia de esto: tíos,- dijo, mirando a ambos.- sois las personas más importantes de mi vida.

ESTÁS LEYENDO
Cómo ser la Torpe perfecta.
ChickLitNatacha Greens, una mujer sencilla de veintisiete años, como todas algo alocada, enamorada de la vida y su ciudad natal, Florida. Con un apartamento de lujo, un trabajo asegurado y... ¿a quién queremos engañar? Empecemos de nuevo. Natacha Gree...