24: Una taza de café

25 1 0
                                    

Max y yo anduvimos por todo el parque hasta alejarnos del jaleo de las atracciones. Nos sentamos en la terraza de una de las cafeterías, y mientras cada uno bebía lo suyo, decidí romper el silencio que nos rodeaba con una pregunta que me moría por decirle.

- ¿Cómo aprendiste a disparar?- le dije dejando la taza en la mesa.

Debido a mi pregunta tan repentina, provoqué que se ahogara levemente y empezara a toser.

- ¿A qué viene esa pregunta?- contestó tratando de recobrar la compostura y dejar de toser.

- Me sorprendiste bastante en el puesto de las latas, y tenía mis dudas.

- Bueno,- carraspeó.- a mi padre siempre le apasionó practicar su puntería, su padre cazaba, pero él no quería matar animales. Se limitaba con que le lanzaran platos de plástico al aire y darles de un solo disparo. Él nos enseñó tanto a mí como a mi hermano a disparar y saber defendernos, lo curioso es que Edward era incapaz de hacerlo bien y se enfadaba conmigo porque siempre lo hacía mejor.- dijo sonriendo al recordar aquello.- Mi padre siempre quiso que trabajara en algo relacionado con la defensa o protección, decía que tenía potencial.

- ¿Y lo hiciste realidad?

- Vaya, ¿estás intentando que revele mi profesión?- dijo sonriéndome a la vez que bebía de su taza.

- ¡No! Era solo curiosidad.- contesté riendo.- Aunque ya que has sacado el tema, ¿por qué la ocultas?- le pregunté apoyando mis codos en la mesa.

- Me estoy dando cuenta de que eres demasiado curiosa.

- Estudié periodismo, es obvio que quiera recaudar información.

- Entonces quieres investigarme, dime ¿vas a sacar una libreta y bolígrafo?- dijo sonriendo.

- ¿Quieres que lo haga?- contesté abriendo la mochila.

- No, déjalo.- respondió sonriendo de lado.

- Pero contéstame la pregunta. ¿Por qué? Es de lo más curioso.

Tras beber, dejó la taza en la mesa, suspiró y apartó la mirada.

- Porque no me siento orgulloso de ella, esa es la razón principal.- dijo algo incomodado.

Volvió a sonreír, se incorporó en la silla y, al igual que yo, apoyó sus codos sobre la mesa. Me miraba fijamente, y con una sonrisa algo maliciosa.

- Ahora me toca a mí.- dijo.- Dime, Nate ¿por qué has querido venir?

- Edward me lo pidió y yo acepté.

- ¿Te dijo algo? Porque si yo fuera tú, jamás querría pasar una tarde en un parque de atracciones con alguien que "supuestamente" odio.- dijo haciendo las comillas al aire.

- Sí, me dijo que necesitabas un respiro porque dentro de poco tendrías que volver a tu misterioso trabajo, y que además te notaba tenso desde la pelea que tuviste en el bar.

- Es decir, que hizo que te diera pena de mí. Me hizo una víctima.- dijo molesto.

- No.- contesté.- Perfectamente podría haber elegido no venir y quedarme con Ryuk intentando que adelgazara, pero no ha sido así, ¿y sabes por qué? Porque sé perfectamente lo que es sentir que tu trabajo es una mierda, que estás desperdiciando tu tiempo y, aun así, tener que soportar el ir, solo para tener con qué comprar el pan para mañana.

- ¿Y por qué has querido venir? No me debes nada.

- Sí, desatascaste el fregadero de mi cocina y me ayudaste a liberar a mi gato gordo de entre la nevera y el techo. Aparte quería darte a ti el respiro que yo no tuve antes de empezar a trabajar en esa maldita oficina.

Cómo ser la Torpe perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora