- Ellen, por favor tengo que colgar.- dije sujetando el móvil con mi hombro derecho mientras buscaba el abrigo.
- Vaya, parece que esta noche no tienes tiempo para mí.- contestó algo pícara.
- ¡Te has llevado toda la tarde llamándome!
- ¡Vamos Nat! ¡Solo quería evitar que esta noche temblaras de los nervios!- respondió entre risas.
- ¡Lo empeoras!- contesté de la misma forma que ella. Miré el reloj de mi muñeca, me sorprendí al ver que solo faltaban cinco minutos.- Ellen, tengo que colgar, en cinco minutos tengo que bajar.
- ¡Ya me contarás!- dijo con emoción.
Cuando colgó, guardé el teléfono en el bolsillo de mi pantalón, corrí al salón y agarré la mochila del sofá a la vez que intentaba ponerme el abrigo. Giré sobre mis talones antes de salir, me miré una última vez en el espejo y observé a mi gato sentado en el sofá.
- Ryuk,- dije yendo hacia la puerta.- ya sabes, nada de salir a la terraza, nada de entrar en el baño, nada de jugar con la arena de tu caja, nada de arañar muebles, nada de...- continué abriendo la puerta, al girarme lo vi tumbado en el sofá, mirándome con impasibilidad.- Mira haz lo que quieras.
Segura de que llevaba las llaves en el bolsillo delantero de la mochila bajé las escaleras a toda prisa para salir del edificio. Nada más cruzar el umbral de la puerta lo vi ahí, apoyado en la farola de la calle justo frente mi edificio. Inspiré profundamente antes de empezar a caminar hacia él, pero justo cuando alzó la mirada y me sonrió, me di cuenta de que no había servido de nada pues me temblaban las piernas.
- Puntual, no me lo esperaba.- dijo enderezándose y guardando su teléfono.- ¿Te pasa algo, Nate?
- No, no, para nada, qué va, no...- al verle alzar una ceja me di cuenta del significado de la mirada que me echaba, "mientes de pena, cuéntame lo que te pasa."- Sí, sí que pasa.- dije al fin.
- Oye, si son por los nervios no te preocupes. Vamos a pasarlo bien.
Iba a contestar, pero inesperadamente mi móvil empezó a sonar. Sin pensarlo siquiera contesté a la llamada. Poniendo mi mano libre en mi frente, y activando el altavoz para que Max también la escuchara, dije:
- Ellen voy a matarte.
- ¡Venga anda, no te enfades! ¿Cómo va la cita?
- ¡No me dejas empezarla!
- ¿Estás con Max?
- Ellen quiero que sepas algo.- respondió él, intentando aguantar la risa. Cogió mi teléfono y continuó hablando.- Estoy loco por dar comienzo a esta esperada cita, es una ocasión íntima y especial, y además de que deseo que sea inolvidable, también quiero darle a Natacha la mejor noche de su vida, no sé si me entiendes querida cuñada. Que pases una buena noche.
Ni siquiera alcanzó a contestar, lo último que se escuchó antes de que Max colgara fue el gritillo de emoción de Ellen. Me devolvió el teléfono y, mientras que yo me aseguraba de silenciarlo, Max me dirigió hacia su coche. Me abrió la puerta del copiloto y, una vez sentada, la cerró.
- Joder... joder.- susurré mientras Max caminaba hacia el otro lado del coche para montarse.- Venga ya Nat, ¡no es la primera vez que estás en el coche de Max! Relájate, relájate...
Me limité a guardar el teléfono y abrocharme el cinturón. Max me imitó una vez se sentó, arrancó el coche y, antes de salir del aparcamiento me miró, sonriendo. Le sonreí de vuelta, intentando calmarme al mismo tiempo, solo notaba mi pecho subir y bajar frenéticamente. Cualquiera que mirara por la ventana seguramente se pensaría que acabo de correr tres kilómetros.
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Cómo ser la Torpe perfecta.
Literatura FemininaNatacha Greens, una mujer sencilla de veintisiete años, como todas algo alocada, enamorada de la vida y su ciudad natal, Florida. Con un apartamento de lujo, un trabajo asegurado y... ¿a quién queremos engañar? Empecemos de nuevo. Natacha Gree...