3: Míster Desastres

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- Vamos, Natacha, sal de ahí.- dijo Ellen mientras daba pequeños golpes en la puerta del baño.

- ¡He dicho que no! ¡Parezco Stella!- contesté.

- Pero si estás preciosa, vamos, Edward nos ha invitado a la fiesta del hotel, y también te quiere presentar a alguien especial.

Solté un largo suspiro mientras maldecía entre dientes. Me miré una última vez al espejo antes de quitar el cerrojo de la puerta. Ellen me había obligado a ponerme un vestido azul algo más corto de lo que me gusta, más o menos, cinco dedos por encima de las rodillas.

Quité el cerrojo y miré a Ellen.

- No me gusta cómo me queda, Ellen. Es muy corto.

- A ver, tienes que empezar a presumir de piernas y de pecho, ese escote te queda perfecto.- dijo alisándome la falda del vestido.- Confía en mi palabra, Natacha, nunca te mentiría.

Me dejó con la palabra en la boca y abrió la puerta. Ya no había vuelta atrás, y la opción de salir corriendo con los tacones realmente no era una opción, seguramente acabaría besando el suelo.

Salimos al jardín del hotel, estaba decorado con luces blancas que estaban colgadas en los árboles, el Dj estaba en una de las esquinas animando el ambiente y la barra de bebidas te ofrecía cócteles y vinos caros. Ellen saludó a un chico rubio de ojos verdes y puede que algo más alto que nosotras.

- Edward, ella es Natacha, mi mejor amiga. Natacha, él es Edward, un amigo y compañero de trabajo excelente.- dijo sonriente.

- Encantado.- dijo estrechándome la mano.

- Igualmente.- respondí.- ¿A qué se debe esta celebración?

- Un amigo se casa dentro de una semana, y en vez de que la despedida de soltero sea un día antes de la boda, será una semana antes. Por cierto, Ellen me pidió que te lo dijera,- carraspeó.- estáis invitadas a esa boda, tenéis los asientos reservados y os sentareis en mi misma mesa.

- Ya veo... aquí hay gato encerrado, se os nota a los dos.- dije.

- También quiere presentarte a su hermano... Maximus.- dijo Ellen algo nerviosa.

- Sí, allí está. ¡Maxi, ven aquí!- gritó Edward.

- Oh no.- dije en voz baja.- ¿Por qué él, destino? ¿Por qué me quieres joder la vida? ¿Qué te he hecho yo? No fue mi culpa existir, fue la de mis padres.- susurré en voz baja.

Vi cómo Max se acercaba a nosotros con la misma cámara de video, grabando todo lo que ocurría, obvio. Se colocó al lado de Edward mientras sonreía y volvía a enfocarme.

- Maxi, ella es...- comenzó Edward.

- Ya nos conocemos.- le interrumpió él.

- Veréis chicos, mi cuerpo me está diciendo que necesito un baño, así que... disculpadme.

Di media vuelta y me mezclé con la multitud, solo quedaba lo fácil, salir de aquí e irme a la habitación con la excusa de que me dolía el estómago, sencillo. Nada puede salir mal.

Sentí que alguien ponía su mano en mi hombro y me obligaba a girar. Vi a Max, con la cámara en la mano pero sin grabar, y creo, solo creo, que estaba enfadado por lo de la tarta.

- ¿A dónde vas?

- Al baño, lo dije antes.

- El baño está por allí.- dijo señalando al otro lado del jardín.- ¿En serio creías que la excusa del baño te saldría bien? Buen intento. Ahora, me gustaría hablar contigo.

- No.- susurré. Aunque él no lo escuchase.

- Hablar sobre lo que ocurrió antes.

- Y sigue hablando, que no lo pilla.- susurré, cabizbaja.

- Creo que el tirarme un tarta en la cara no fue muy justo ¿sabes?

- ¿Cómo me libro de este tío?

Levanté la mirada, y a lo lejos pude ver a Stella, la estríper, vestida con tanga de leopardo y un sujetador que estaba a punto de explotar debido a sus pechos de plástico. Grité su nombre, ella vino hacia nosotros y se colocó a mi lado. Pasé mi brazo por sus hombros y le dije:

- ¿Qué tal, Stella? ¿Cómo vas?

- ¿Quién eres?- dijo.

- ¿No me recuerdas?

- Ya sé, eres una de mis clientas, ¿verdad?

- Sí.- dije nerviosa.- Por cierto, la última cita fue espléndida.- mentí, descaradamente.- Yendo al grano, verás, a mi amigo le hace falta un polvo. Le dejó la novia hace apenas tres semanas, es un poco dramático. ¿Le darás la mayor noche de su vida por cincuenta dólares?- dije moviendo el billete entre mis dedos.

- Trato hecho.- dijo ella acercándose a Max.

- Bien.- dije colocando el billete bajo el tirante del tanga.

Stella agarró a Max por la camisa y jaló de él.

- Pásatelo bien, compañero.- dije dándole palmaditas en el hombro

Max me miró sorprendido, y yo, deseaba que la tierra me tragase viva y muy lentamente. Con eso último la había cagado, como siempre.

- Solo queda pasar desapercibida y salir de esta locura de fiesta.

Seguí caminando entre la gente, empujando para abrirme paso entre la multitud. Vi a Ellen hablar con Edward, y gracias a eso, empujé a alguien, el cual a su vez, derramó su vaso sobre la mesa de mezclas del Dj. Esto sí que era cagarla.

Los gritos y abucheos se hicieron presentes al cortarse la música, me tapé el rostro con la mano y seguí caminando para que no me vieran. Esto era un caos, se había convertido en un caos por mí, otra vez. A veces creo que es un don y debería ir a un programa de cómicos y risas, dentro de poco alguien me grabará y acabaré en internet.

Al fin llegué a mi habitación. Cerré la puerta, me quité los tacones, me deshice del vestido y lo dejé en el suelo del dormitorio, quedando en ropa interior.

Me tiré sobre la cama, suspiré y me dejé llevar por el propio cansancio.

- Qué desastre de día.

Escuché toques en la puerta, me quejé y me incorporé. Ni siquiera me preocupé por preguntar quién era para saber si era conocido o no. Solo recuerdo la vergüenza que sentí al abrir la puerta y ver que era Max, el cual al principio estaba enfadado y después su expresión cambió al verme casi desnuda. Miré mi propio cuerpo, me puse nerviosa, y fui tan imbécil que, en vez de taparme o cerrar la puerta, solo alcancé a decir en un susurro:

- Oh, mierda.

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Bueno, aquí está la continuación.

Disfruten del capítulo, y recen por la pobre Natacha. xD

Rebel_Song

Cómo ser la Torpe perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora