14: Mamá Greens al rescate

32 2 0
                                    

Ellen abrió la puerta nada más escuchar el timbre sonar. No tardé ni un segundo en ver su voluminoso pelo rubio.

- Hola cielo.- dijo aproximándose a mí con ambos brazos extendidos.

- Hola mamá.- respondí correspondiendo su abrazo.

- Bueno, contadme. Porque cuando recibí la llamada de Natacha pude suponer que algo malo pasaba.

- Pues no supusiste mal, Abigail.- dijo Ellen entre risas.

- Oh Dios, tiene que ser algo horrible para que Ellen se esté riendo de tus desgracias.- contestó sentándose en el sofá.

- ¡Mamá! ¡Que estoy presente!- dije algo ofendida.

- Lo siento cielo, pero que te pasen tantas cosas malas no es propio de alguien normal. Ve aceptándolo, cariño. Explícame lo que pasa.

- Verás, mi empresa va a celebrar una especie de fiesta por los tres años que cumplirá nuestra campaña publicitaria. Es obligatorio ir con pareja, y obviamente, ir presentable.- expliqué.

- ¿Y cuál es el problema?

- Es este viernes.

- ¡¿Perdona?! ¡¿Me estás diciendo que tenemos dos días para encontrarte un vestido decente y que te quede espectacular?!

- Sí.

- ¿Y con quién irás?

- Si todo sale mal, me tocará acompañar a Martin.

- ¡¿A ese chico rubio que es tan pesado?! ¡De eso nada, cariño!

- Por eso un amigo mío se está encargando de buscarle pareja.- aportó Ellen.

- Pero habrá que entrevistar a los candidatos, no permitiré que un imbécil lleve a mi hija a una celebración tan importante.

- Yo creo que el asunto de las parejas puede pasar a segundo plano, porque la verdad es que no quiero ir desnuda.- dije para tratar de cambiar de tema.

- Cierto, menos mal que me habéis llamado a tiempo, chicas. Es hora de ir de compras, y vete preparando porque va a ser una tarde muy larga para ti.- dijo señalándome.

- Venga ya.- susurré.- Esto será eterno.

Salimos del edificio en cuestión se segundos y nos montamos en su preciado Fiat 500 de color blanco.

- Mamá, ¿por qué no cambias de coche?- le pregunté desde el asiento trasero.

- Porque con este me basto y me sobro. Ahora ponte el cinturón y cierra la boca.

- ¡Pero si no he dicho nada malo!

- Ya, pero cada vez que hablas es para quejarte. Y para estar escuchando tus quejas, prefiero que te quedes callada.

Ellen rio ante la peculiar conversación que se había formado en cuestión de segundos. No tuve más remedio que maldecir entre dientes, abrocharme el cinturón y mantener la boca cerrada durante todo el trayecto hasta el centro comercial.

Parecía una niña de cinco años enfadada porque le habían quitado el caramelo. Algo que suele pasar con frecuencia cada vez que mi madre viene a visitarme.

Es muy propio en ella dejarme en ridículo delante de Ellen, aunque en realidad sabe que no me molesta tanto como muestro. Debo admitir que más de una vez estuve a punto de echarme a reír.

Salimos del coche nada más aparcar, y entramos a ese enorme edificio que se ha ganado mi odio con los años: el Centro Comercial.

- Vamos chicas,- dijo mi madre mientras recorríamos el pasillo rodeado de tiendas.- tenemos que conseguir el vestido adecuado este mismo día, este fin de semana tendré que volver a ver a Erick para compensarle.

Cómo ser la Torpe perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora