De un segundo a otro todo se había vuelto un caos.
Debido al ataque repentino nos obligaron a coger nuestras cosas e ir de uno en uno hacia el avión que habían logrado preparar a tiempo para salir de aquí. Obviamente muchos soldados se verían obligados a quedarse hasta, al menos, un par de días más.
- Sam, sal tú primera.- le dijo Logan. Ella asintió sin rechistar a la vez que cogía su mochila.
Dos soldados la rodearon al salir de la tienda, escoltándola fuera de la ciudad. A nosotros nos obligaban a permanecer dentro. Sentada en la cama vi cómo Logan sacaba una foto de su mujer y sus mellizos de su bolsillo. Estaba tan asustado como yo.
- No quiero morir aquí...- susurró.
- Y no va a pasar.- contesté. Le miré con determinación, ahora no era momento para entrar en pánico.
- Logan, nos vamos.- dijo un soldado abriendo la tienda de golpe. Era Omar Rey, General de Brigada.
Cargando, ambos, con el peso del equipo de grabación salieron de la tienda. Logan sujetaba la fotografía contra su pecho, me dedicó una última mirada antes de salir corriendo entre el sonido de los disparos. Estaba asustada, nerviosa, era una rara mezcla de emociones pero a la vez era consciente de que debía permanecer tranquila y convencerme a mí misma de que saldría de aquí.
El estruendo que provocó una explosión me obligó a taparme los oídos. No era como las demás, había sonado mucho más cerca del campamento. Estaban avanzando hacia aquí a zancadas.
- ¡Max!- dije al verle abrir la tienda y acercarse a mí.
- Escúchame Nate,- dijo agarrándome del brazo.- pégate a mí y no te separes en ningún momento, no mires atrás y corre. Mírame,- continuó obligándome a mirarle a la cara.- no voy a permitir que te hagan nada; ni a ti, ni a mí.
Asentí, cogí la mochila y la coloqué sobre mi hombro. Max, que parecía indiferente al estruendo y los gritos exteriores, cargaba su arma. Se dio la vuelta y me miró.
- ¿Lista?
- Sí.
Me agarré a su chaleco, pasó su brazo por encima de mis hombros, pegándome contra su cuerpo. Salimos de la tienda y empezamos a correr en contra de las masas de gente. Se había levantado el polvo de la tierra, lo que dificultaba la visibilidad. De un momento a otro se detuvo, ocultándose tras una de las tiendas más grandes.
- ¿Qué pasa?- pregunté.
- Han rodeado en campamento.- contestó.
- ¿Y ahora qué hacemos?
- El avión te espera en las afueras, visto que nos han cortado el paso solo nos queda una opción. Coger el camino más largo atravesando la planta baja de ese edificio de ahí.- dijo, señalando a un edificio próximo de no más de tres plantas y que estaba en muy mal estado.- Es peligroso porque están centrando el bombardeo en estructuras grandes; ya se han adentrado en media parte del campamento, así que no tardarán en bombardearlo hasta hacerlo añicos.
- ¿Entonces cuál es el plan?
- Correr lo más rápido que podamos y atravesar la planta baja. A partir de ahí el avión está solo a unos cincuenta metros de distancia.
Nos miramos y asentimos a la vez. Esta vez al agarrarme a su ropa mantuvo ambas manos sujetando el arma, se asomó mirando a ambos lados, y cuando pudo verificar que no había nadie cerca empezamos a correr. Ahora todo era más complicado, los disparos iban en todas direcciones, los gritos se escuchaban más cerca... era un infierno.
Estando a las puertas del edificio Omar salió en nuestra ayuda, agarrándome del brazo y metiéndome dentro lo más rápido que pudo.
- Sabía que vendrías para acá.- dijo, cuando Max entró y se colocó contra la pared.
- No soy un suicida.- contestó sonriendo de lado.- Id avanzando vosotros dos, iré separado unos dos metros, cubriéndoos.
Omar asintió, y aun agarrándome del brazo comenzó a caminar rápido. Veía la salida a escasos metros, cuando cometí el error de mirar hacia atrás. Aquellos que nos atacaban habían avanzado hacia nosotros, se escuchó un estruendo sobre nuestras cabezas; Omar cubrió mi cabeza con sus brazos, miré hacia arriba, el techo se agrietaba sobre nosotros y Max se había caído al suelo.
Me solté del agarre de Omar y corrí hacia él, lo agarré del brazo y lo senté contra una columna ancha a la que le faltaba poco para ceder. Le habían disparado en la pierna, en pocos segundos noté la presencia de Omar a mi lado, agachado.
- ¿Qué estás haciendo, Nate?- dijo, aparentemente molesto.
- ¿Tú que crees? ¡Ayudarte!- contesté.
- Dejadme aquí, solo voy a retrasaros a los dos. Tenéis que iros.
- Max...- susurró Omar.
- ¡Por Dios! ¡Deja ya de ser tan dramático y dime que hago!- grité, frustrada.- La bala te ha atravesado, ¡¿eso es bueno, no?!
- Sí. Aplica presión sobre la herida y véndala.- contestó Max.
Con mi mano izquierda traté de evitar que la sangre siguiera corriendo de la herida. Buscaba, totalmente desesperada, algo para vendar la herida y detener la hemorragia, aunque fuera temporal. Le miré el hombro, arranqué la bandana que llevaba con la cruz roja y la use para vendar la herida, presionando la tela y atando el nudo lo más fuerte que pude.
Omar vigilaba que nadie se nos acercara, miré a Max sonriente, ni loca le iba a dejar tirado como hicieron con él hace tanto tiempo, cuando Archie quedó atrapado y Cole murió en consecuencia.
Al intentar levantarle, caí de rodillas llevando mi mano derecha al hombro. Omar me atrajo hacia él de inmediato.
- ¿Te han dado, Nat?- preguntó.
- No, parece que no.- contesté destapando mi hombro.- Solo me ha rozado la bala.
Max se había quedado mirándome con los ojos completamente abiertos, tensando su mandíbula. Posó su mano sobre mi hombro y observó la herida más detenidamente, sentía que ardía. Como pudo apoyó su peso sobre la otra pierna sin levantarse, me miró a los ojos.
- Llévatela.- dijo firme.
- Max por favor, solo me ha rozado.- dije.- Aun podemos salir de aquí los tres.
- Llévatela, Omar. Iros al puñetero avión.
- Max, tú...- trató de decir.
- ¡He dicho que te la lleves! ¡Es una orden de tu superior! ¡Obedece y cierra la boca!- gritó.
- Me niego, no... no puedo, no puedo dejarte aquí.- dije.
Me miró de manera severa. Los disparos se aproximaban y los tres sabíamos que pasar un segundo más ahí significaba aumentar la probabilidad de que los tres acabáramos muertos.
- Cumple tu orden como soldado.- le dijo a Omar, sin mirarme. Se levantó como pudo y apoyó todo su peso contra la columna. Estaba cabreado.
Cuando Omar me tomó del brazo, noté la mano de Max en mi nuca, atrayéndome hacia él besó mi frente. Tirando de mí empezó a correr, dejando a Max en esa columna.
- Lo siento.- gesticuló.
A pesar de la distancia que ya me separaba de él sabía que una lágrima había corrido por su mejilla cuando soltó aquello. Respiró hondo. Sin pensarlo, cojeando, salió de su escondite y junto con los demás soldados se encargaron de disparar aguardando la retaguardia.
- No... no. ¡Max! ¡Max, por favor!- grité.
De nuevo se escuchó un estruendo sobre nuestras cabezas, aun corriendo de la mano de Omar miré hacia arriba; el techo se agrietaba más rápido que antes y Omar se percató de ello. Empezó a correr, y cuando supo que no nos daría tiempo salir gritó lo que me temía:
- ¡Cuerpo a tierra! ¡Todo el mundo al suelo!
Miré hacia atrás, todo parecía ir a cámara lenta. La columna cedió y el edificio empezó a desplomarse sobre nosotros. Caí al suelo junto a Omar, cubriéndome la cabeza.
Tenía miedo.
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Cómo ser la Torpe perfecta.
ChickLitNatacha Greens, una mujer sencilla de veintisiete años, como todas algo alocada, enamorada de la vida y su ciudad natal, Florida. Con un apartamento de lujo, un trabajo asegurado y... ¿a quién queremos engañar? Empecemos de nuevo. Natacha Gree...