43: Pusilánime

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- ¡¿Qué?!- gritó Ellen levándose de golpe de la silla.- Dime que es una broma, ¡dime que te lo estás inventando!- dijo señalándome.

- No.- contesté negando con la cabeza.

- Recordadme que en cuanto salga de esta camilla mate a mi hermano por idiota.- dijo Edward, acomodando la almohada de su espalda.- ¿De qué va el loco este?

- Pero a ver Nat, sé más concreta. ¿Qué ha pasado?- preguntó Ellen.

- No sé, cuando pasó lo de Ed es como si se obsesionara. Entiendo que estuviera preocupado, pero el sentía que si no estaba contigo podría pasarte algo malo.- contesté mirando a Edward.- Y cuando me dijeron lo de Zuyb pues, obviamente decidí no decírselo porque estaba hecho polvo. Apenas dormía, la mayor parte del día se la pasaba en el hospital a base de café, y cuando llegaba... es que ni hablábamos. Es como si entre los dos hubiéramos creado un muro, y en vez de hablarlo lo hemos dejado pasar.

- Por eso ayer se fue con Archie otra vez, ¿no?

- Yo no quería que se fuera.- respondí.- Dijo que solo sería una pausa, pero en realidad,- dije llevando mi mano al pecho.- siento como si hubiera roto conmigo.

- No lo ha hecho.- dijo Edward, con una simple mirada me hizo entender que me acercara. Me paré a su lado izquierdo.- ¿Te acuerdas de ese hotel en verano, ese en el que os conocisteis? Cuando Max llegó a nuestra habitación no dejó de mirar la cámara, repetía en bucle ese vídeo en el que tú te caías encima de él. Lleva enamorado de ti mucho tiempo Nat, lo último que haría sería romper contigo. Aunque esa mierda de solución de separarse de ti en vez de hablar contigo demuestra que es un idiota.- dijo, haciendo que riera.- ¡Eso quería ver! ¡Esa sonrisa que tanto nos alegra a Ellen y a mí!

Los miré a ambos, sonrientes. Me incliné, abrazando a Edward, el cual no dudó ni un instante en corresponderme y besarme la mejilla. Ellen se acercó por mi espalda y cuando me separé de él, su brazo me rodeó por los hombros como muestra de apoyo.

- Escúchame Nat, dado que Max para este tipo de cosas es un poco vergonzoso y a veces un inútil, vas a solucionarlo tú. Vas a tener esa charla que él tanto evita. Se acabaron las tonterías y los secretitos, ¡coge al toro por los cuernos, como dice tu madre!

Aún era temprano, si me daba prisa podría llegar a casa de Archie antes de que anocheciera. Haberle contado todo a Ellen y Edward había ayudado bastante, me negaba en redondo a esta distancia impuesta por Max por una tontería tan grande como una discusión. Me despedí de ambos y recorrí los pasillos del hospital hasta la salida. Esperé a que un taxi parara, y al montarme, sin siquiera darle tiempo al conductor a saludar le dije la dirección.

Fue un trayecto relativamente corto comparado con otras veces, pagué y bajé del coche. Crucé las puertas de mi edificio vecino y subí por las escaleras hasta la séptima planta, ¡me negaba a esperar al ascensor! Algo de lo que me arrepentí al llegar, ya que parecía que había corrido una maratón y estaba al borde de la taquicardia. Llamé al timbre.

- Que sea lo que Dios quiera.- susurré a pocos centímetros de la puerta.

Max abrió la puerta, mostrando su sonrojo y nerviosismo.

- Hola.- dije, sonriente, recobrando el aliento a la vez.

- Tienes que tener una razón muy urgente para haber tenido que subir por las escaleras.- respondió mirando al pasillo, esquivándome la mirada.- Archie no está, pero puedo decirle que...

- Tú eres mi razón urgente.- dije, interrumpiéndole. Salió solo, de hecho me tapé la boca cuando salió de mis labios, avergonzada. Estaba roja como un tomate.- H-he venido por ti, solo por ti.

Cómo ser la Torpe perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora