Nuevo reto.(Corregido)

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***

Bakugou se quedó en silencio ante la pregunta de Kirishima.

¿Realmente él quería volver al mundo humano y dejar a su novio atrás como si nada hubiera pasado?

¿Katsuki? ¿Tú quieres volver?

Su voz sacó de sus pensamientos al híbrido de demonio, que respondió:

No, no quiero volver.—Mi vida ahora está aquí, junto al hombre que amo.

Tras hablar, el rubio cenizo le sonrió y el príncipe demonio le correspondió de la misma manera.

Gracias por elegirme, Katsuki.—Te prometo que te haré feliz y que jamás te arrepientas de quedarte a mi lado.

—No tienes que hacer nada, Eijirou. Yo nunca me arrepentiré de elegirte a ti.

Conmovido, el joven de dientes afilados se acortó la distancia con él para besarlo.

Te amo, Katsuki.

—Y yo a ti.

Ambos iban de vuelta al dormitorio del pelirrojo pero uno de los empleados de su padre los interceptó.

Me disculpo, pero los reyes solicitan su presencia en su despacho.

Ellos se miraron entre sí y accedieron a ir, ya que supusieron que sería algo importante.

Cuando llegaron al despacho, los reyes se encontraban allí esperándolos en silencio.

Padre, madre, ¿sucede algo?

Los adultos se miraron entre sí y su madre contestó:

—Antes de nada, quisiera que tomaseis asiento y desactivéis vuestras formas demoníacas.

Ellos lo hicieron y se sentaron frente a los reyes. Expectantes por lo que debían anunciarles.

—Según las investigaciones que hemos llevado a cabo estos días, ya tenemos una ligera idea de lo que podemos hacer para solucionar este conflicto. Pero vosotros tendréis que hacernos un favor.—Dijo Hiroko.

—¿Qué clase de favor, suegra?

—Pues...

La pelirroja tenía dificultades para decirlo, pues no era algo sencillo de decir, así que su esposo la ayudó.

—Lo que tú madre quiere decir es que, el cielo nos exige explicaciones del por qué permitimos que una cantidad de demonios superior a la permitida y las medidas que vamos a tomar para impedirlo.—En resumidas cuentas: Debéis viajar al cielo para reuniros con Dios y los arcángeles.

Eijirou se tensó al escuchar que debían ir a aquel lugar hostil, aunque tenía la duda del por qué debían ser Katsuki y él quienes debían tomar aquella responsabilidad.

—Pero... ¿Por qué nosotros?—Se atrevió a preguntar el pelirrojo.

—Porque tu madre y yo no seremos bien recibidos por problemas que existieron entre los dos reinos desde la creación de los humanos.—Nosotros creemos que sería beneficioso que vieran caras nuevas a la hora de negociar, ya que los problemas del pasado no tienen nada que ver con vosotros.

La explicación parecía plausible mas, el príncipe tenía dudas todavía.

—Entiendo vuestro argumento, sin embargo, ¿realmente nos escucharán a nosotros? ¿Nos tomarán en serio?

Daiki entendía la preocupación de su hijo y, para tranquilizarlo, le respondió:

—Hijo, comprendo tu inquietud.—Pero tanto tú como Katsuki habéis demostrado ser carismáticos, audaces, inteligentes y calculadores en el momento preciso. Además de saber cuales son las prioridades según el momento, por lo que, en mi opinión; vosotros sois una buena opción para hablar con los mandatarios del cielo.

—Os agradezco vuestra confianza en nosotros, padre. Pero mi preocupación es que algo pueda salir mal.

El rey se levantó y se acercó a su retoño, poniendo una mano sobre uno de los hombros de éste, para decirle:

—Tranquilo, Eijirou. Nosotros os estaremos observando en secreto desde aquí. Por lo que, si vemos que la situación se complica demasiado, apareceremos para calmar el ambiente.

Los ojos del príncipe mostraban una mezcla de  incredulidad y alivio.

—¿L-Lo dices en serio?

—Por supuesto. Tu madre y yo no os dejaremos desamparados.

Sus palabras lo tranquilizaron un poco, aunque todavía estaba nervioso.

—Está bien, lo haremos pero... ¿Cuándo debemos ir al cielo?

—En dos días.

—¿Dos días?—Pero, padre, ¿desde cuándo sabías que debíamos ir al cielo?

—Desde ayer solamente.

—¡¿Y ayer decidisteis que Katsuki y yo ascenderíamos al cielo?! ¡¿Sin consultarnos nada?!

Daiki lo miró de la forma y le contestó:

—No necesito consultaros nada, vosotros simplemente debéis obedecer mis órdenes sin rechistar.

A Eijirou le molestó la respuesta de su padre y comenzó a activar su forma demoníaca. Hiroko fue consciente de esto y dijo:

—¡No te enfrentes a tu padre, por favor!

El pelirrojo se quedó paralizado y observó a su madre para escuchar lo que ésta tendría que decirle.

—Eijirou, sé que te molesta su respuesta pero evita el conflicto con él.—No os peleeis, te lo ruego.—Le dijo con mirada suplicante.

Los ojos preocupados de su madre hicieron que se sintiera tan mal que surtió efecto en él y no completó su forma demoníaca, desactivándola por completo.

—Te lo agradezco, hijo mío.—Dijo la reina suspirando de alivio.

—De nada, madre...

Bakugou notó que su novio parecía avergonzado, así que le dijo al oído:

—Ei, tú no tienes nada de qué avergonzarte.—Es el estúpido de tu padre, quien debería disculparse por tratarnos como seres sin cerebro.

—Gracias, Katsuki. Sé que tienes razón, sólo me preocupaba mi madre.

—Lo sé, eres un buen hijo.—Dijo sonriéndole de manera sincera.

El príncipe del infierno lo miró con ternura y agradecimiento y lo abrazó.

—Te amo, Mi Katsuki.

—Y yo a ti, Mi Eijirou.—Respondió correspondiendo al abrazo.

Los dos jóvenes se mantuvieron abrazados por unos instantes hasta que Daiki carraspeó, haciendo que éstos se separasen.

—Bueno, ya está todo dicho. Os podéis retirar a descansar, nosotros tenemos todavía  trabajo que hacer.

Ellos asintieron y salieron de allí sintiendo la incertidumbre de no saber lo que sucedería cuando fuesen enviados al cielo.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!

¡Espero que os haya gustado!



El demonio que se enamoró de un humano.[Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora