Otra oportunidad.

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***

El príncipe demonio abrió el despacho de los reyes sin llamar siquiera, pues sentía que no había tiempo para formalidades.

—¡Padre, madre, antes de que os enfadeis! ¡Tengo algo que decir!

Los reyes dirigieron la mirada hacia su retoño, perplejos al verlo liberado.

—¿Cómo has escapado...?—Preguntó Hiroko impresionada.

—Usando mis poderes al máximo, pero lo importante es que tengo una idea sobre cómo deshacer este embrollo.

Daiki lo miró colérico mas se contuvo para averiguar lo que su hijo tenía en mente.

—¿Y cuál es tu "gran idea"?—Le preguntó con tono autoritario.

Eijirou se sintió un poco intimidado, empero decidió no dejarse cohibir y contestar:

—Creo que podría escribir una carta de disculpa al cielo e intentar negociar con ellos para concretar una nueva reunión con Dios y los arcángeles.

De repente se hizo un incómodo silencio para luego ser interrumpido por un grito del rey del infierno:

—¡¿En serio crees que con eso los vas a convencer?!—¡No seas estúpido y mejor permanece en tu cuarto! ¡No se te ocurra hacer nada más!

—¡Pero padre, yo...!

—¡Tú nada!—¡Ve a tu dormitorio y no salgas hasta que yo lo ordene!

"No puedo aceptar esto, no puedo haber venido hasta aquí en vano."—Pensó apretando sus puños.

—¡No, escúchame!—¡No me quedaré de brazos cruzados y me niego a obedecerte sin más!

—¡¿Y qué harás?! ¡¿Escribir esa estúpida carta?!—¡Adelante, haz el ridículo!

—No haré el ridículo, sino lo correcto.

El pelirrojo se marchó y volvió a sus aposentos para empezar a redactarla.

***

Eijirou estuvo escribiendo varias cartas, mas ninguna le parecía lo suficientemente buena.

"Esto es más complicado de lo que creía."—Pensó arrugando un papel más.

No estaba avanzando en absoluto y eso le frustraba.

—Menuda basura.—Comentó en voz alta.

Entonces, sin que se diera cuenta, el híbrido de demonio se acercó a él para abrazarlo por detrás.

—¿Qué pasa, Ei? ¿Necesitas ayuda?

El joven de dientes afilados dio un respingo y luego se volteó.

—Oh. Hola, Katsuki.—¿Te he despertado? ¿Estás bien?

—No me has despertado y estoy perfectamente, pero me doy cuenta de que algo te está frustrando. ¿Qué te pasa?

—Pues...—Estoy intentando escribir una carta de disculpa para la gente del   cielo pero, por mucho que escribo, siento que nada de lo que redacto es bueno.

La mirada del rubio cenizo se oscureció y dijo:

—Así que te vas a bajar los pantalones con esa gente.

—¿Qué? ¿Bajarme los pantalones?

—¡Sí, ellos nos faltaron al respeto y nos amenazaron! ¡¿Por qué te ibas a disculpar?!—¡Mejor escribe una carta para convencerlos de tener otra reunión, que nos den otra oportunidad!

—¿Y cómo sugieres que me dirija a ellos?

—Déjame, que escriba algo.

—Vale, adelante.

El demonio que se enamoró de un humano.[Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora