Mi jornada laboral finaliza, por fin son las dos de la tarde y eso solo significa, que soy libre y que ya he terminado de realizar mis tareas de todos los días.
Desde mi habitación huelo la pasta Carbonara, que está cocinando Hugo en la cocina y eso solo me dan más ganas de salir, corriendo después de apagar el ordenador e ir poniendo la mesa para que podamos comer.
-Buenos días querida-me dice.
-No te imaginas el hambre que tengo así que por favor date prisa-digo mientras cojo los vasos y los platos.
-Que buenos humos tienes hija mía-dice sarcásticamente.
Por fin, nos sentamos a comer y ambos nos contamos que hemos hecho a lo largo del día. Hugo ha estado toda la mañana durmiendo ya que otro día más no ha trabajado, en cambio, yo le cuento detalladamente todo lo que he hecho hoy, desde revisar pólizas de seguros hasta abrir expedientes judiciales de lo más extraños.
-Me encanta tu trabajo, te enteras de la vida de todo el mundo-dice Hugo.
Lo que dice Hugo es totalmente cierto, en mi trabajo me entero de la vida de todo el mundo que me llama tanto de los problemas comunes como de los más importantes y eso hace que sienta más presión de lo normal, ya que a veces considero que la vida de las personas está en mi mano en muchas ocasiones. De hecho recuerdo que cuando entré por primera vez a trabajar en esta empresa, aparte de firmar el contrato, tuve que firmar una cláusula de protección de datos, lo cual significa que no puedo contar nada a nadie de lo que pasa en mi trabajo.
Ni siquiera a Hugo suelo contarle todo simplemente le resumo mi mañana y de vez en cuando le cuento algún caso pero sin darle toda la información, confío en él, y sé que mi trabajo está a salvo, ya que nunca le diría nada a nadie.
-Oye, ¿cómo estás? Ya sabes...Respecto a Antoine.
-Estoy bien, no quiero pensar más en él, no consigo nada tirándome horas buscándole en redes sociales, o mirando como una idiota el collar que me regaló-digo.
-Oye cariño, puedes mentir a todo el mundo menos a mí-dice agarrando mi mano-Sabes que no tienes que mentirme y que puedes decirme absolutamente todo lo que pienses y sientas.
-Te encanta exagerarlo todo, no siento ni pienso nada, simplemente me fastidia la situación de haber conocido a una persona y ni siquiera tener una forma de contacto con él, pero ya está.
Miento. En el fondo se que me molesta muchísimo más de lo que yo pienso. me tiro las horas pensando en que hubiese pasado si me hubiese quedado un par de días más en París o en si ambos viviésemos en la misma ciudad, pero son pensamientos que debo ir borrando de mi cabeza cuanto antes y pienso que si no lo hablo con la gente tardaré menos en quitarme ese tipo de ideas de la cabeza.
-¿Sabes lo que necesitas tú?-me pregunta.
-No se te ocurra decir la palabra fiesta-digo advirtiéndole.
-¡Una buena fiesta!
Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza ante la actuación de saltos y bailes de mi mejor amigo.
-¡Para! No voy a salir a ningún lado, no me gusta la fiesta.
-A mi mejor amiga de hace tres años, le encantaba salir de fiesta-dice.
-Bueno, esa chica murió, desapareció y se esfumó, ahora tienes una mejor amiga la cual adora estar en casa y en su cama, viendo películas de terror.
-Venga por favor, solo una noche, tú y yo solos, nadie más.
Veo como me hace pucheros y pone los ojos llorosos para intentar convencerme e intento ignorarle mientras que recojo la mesa y friego los platos.
-¡Por favor!
-¿Si te digo que si me dejarás en paz?-le pregunto.
-Querida, solo te dejaré en paz si vienes-dice guiñándome un ojo.
-De acuerdo, pero a las tres como tarde estamos en casa.
-A las cuatro-replica.
-A las tres-repito.
-Tres y media-dice intentando llegar a un punto de acuerdo.
-Vale, ni un minuto más, ¿lo has entendido?
-¡Te adoro!
Me abraza y me hace dar pequeños saltos con él alrededor de toda la cocina para después empezar a bailarme con su culo, como si me estuviese perreando.
-¡Quita tu sucio culo de mi cuerpo! Aparta vamos-digo empujándole en modo broma.
-¿Sabes que te quiero verdad?
-Yo sí que te tengo que querer a ti como para salir de fiesta un día entre semana.
-¡Cariño vivimos en Madrid, aquí todos los días son fiesta!
No le contesto y voy a sentarme al sofá del salón para encender la televisión y buscar una película para poder relajarme mientras intento quedarme dormida. Si hay algo que no cambio por nada en este mundo es la siesta. Soy una gran amante de dormir dos o incluso tres horas todas las tardes, Hugo dice que pierdo el tiempo, pero para mí es la mejor forma de aprovechar mi día.
-¡Oye! Hazme un hueco-dice tumbándose conmigo.
-Vete al otro sofá-respondo.
-Venga quiero dormir contigo-dice haciéndome la pelota.
-Vale, pero no me molestes.
-Si fuese francés, tuviese los ojos azules más bonitos del mundo y me llamase Antoine ya verás como no me echarías del sofá-dice riéndose.
Sin dudarlo, ni un segundo le empujo hasta que se cae al suelo y comienzo a reírme como una desquiciada mientras se intenta levantar del suelo como puede, porque también se echa a reír ante la situación.
-No me mires así, te lo merecías-le digo.
-¿En qué momento decidí que ser tu amigo era buena idea?
-Cállate, no puedes vivir sin mí.
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Si decides quedarte.
Ficção AdolescenteNatasha ha dedicado su vida a trabajar y viajar a partes iguales. Siempre ha tenido el mundo a su disposición y la vida resulta. Reina del orden y la tranquilidad, ese ha sido siempre su lema. Un viaje a Paris, una familia no común y la reina de la...