Capítulo 28.

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Un mensaje aparece en mi teléfono de un teléfono desconocido. Me indica que baje a la calle y obedezco ante ello. Sin despedirme de Hugo ni Gala salgo por casa y bajo en el ascensor hasta que finalmente me encuentro en la calle.

-¿La señorita Natasha?

Veo que un hombre mayor se acerca a mí. Me sorprende porque viste un traje bastante caro y es muy formal hablando.

-Solo Natt-le digo.

-Por favor, acompáñeme-me indica.

Camino detrás suya sin entender absolutamente nada y veo que al girar la esquina de mi calle hay una limusina negra.

-¿Eso es para...?-digo sin poder terminar la frase.

-Es para usted-me indica el hombre.

Del techo de la limusina aparece un cartel que distingo letras escritas.

"¿Preparada para una nueva misión?"

Al leerlo inmediatamente sé que se trata de Antoine, por si tenía algún tipo de dudas, esa frase me lo ha confirmado todo.

La puerta de la limusina se abre y Antoine aparece dentro, vestido con un traje elegante de color negro y en su mano sujeta un tulipán rojo.

Entro a la limusina y me siento a su lado sin entender nada y sin poder casi ni hablar tampoco. Lo que más rabia me da es no haberme imaginado todo esto, si no me hubiese vestido más elegante y no con un vestido de punto negro y unas botas militares.

-¿Qué es esto?

-Las rosas rojas son demasiado habituales-dice entregándome el tulipán en la mano.

-No hablaba del tulipán, a propósito, gracias porque es mi flor favorita.

-¿De verdad? No tenía ni idea, la compré porque también es la mía.

Sonrío ante su comentario y en un impulso mío interior me acerco para depositar un beso en su mejilla en nuestra de agradecimiento.

-¿A dónde vamos?-le pregunto.

-Si te lo dijera no sería una sorpresa-me dice-Ahora disfruta de la música y relájate.

-¿Puedo al menos preguntarte cómo ha ido el día?

-Después, ahora a relajarse-dice sonriendo.

Miro por la ventanilla y veo las calles a rebosar de gente, a pesar de conocer Madrid no sé a dónde podemos dirigirnos por este camino. Intento adivinar edificios o leer el nombre de alguna calle pero lo intento es en vano.

La música es relajante y por supuesto francesa, suerte para mí que me gusta. Apoyo la cabeza en el asiento y estiro las piernas en todo el gran espacio que hay aquí dentro. En los laterales hay botellas de alcohol y también algo de fruta variada, como uvas y piña.

-Hemos llegado-me dice Antoine.

-Espero que después me expliques cómo has organizado todo esto-le digo.

-¿Podrías por favor por un segundo dejar de intentar controlarlo todo?-me pregunta mientras salimos de la limusina.

A primera vista solo hay edificios blancos, por lo que sigo sin entender nada de lo que está pasando. Antoine agarra mi brazo y entramos por una gran puerta plateada. Seguimos caminando hasta la puerta de un ascensor y después de un rato esperando, por fin entramos los dos. Veo que en el edifico hay veintiocho plantas y que nos dirigimos hacia la más alta.

-Espero que no tengas vértigo-me dice mientras desde la cristalera del ascensor veo las vistas de la ciudad.

Al abrirse las puertas del ascensor me quedo paralizada al ver la belleza que tengo delante. Es una gran terraza reservada solo para nosotros, con una mesa en el centro y todo decorado con flores y plantas. Camino sin decir nada y veo que en la mesa hay una nota.

"Bienvenida a la misión"

Le miro y sonrío, él está a unos pasos por detrás mía y agarro su mano para atraerle contra mí.

Apoyo mi cabeza en su gran brazo y le aprieto la mano con la mía.

-Esto es demasiado, no sé qué decir.

-No tienes que decir nada-me dice.

Nos sentamos en la mesa y los camareros comienzan a traernos platos de comida.

Pulpo, sushi, lomo de cerdo con nata y champiñones y una gran tarta de zanahoria, mi favorita.

Hablamos durante toda la comida sin parar ni un solo segundo, por primera vez consigo abrirme con alguien que no sea mi hermana o Hugo. Por primera vez en mucho tiempo, le estoy entregando a alguien una de las cosas más importantes que tengo, mi confianza.

A veces siento que le conozco de toda vida, que estoy a salvo con él, que no puede pasar nada malo si ambos estamos juntos.

-¿Por qué te gusta tanto viajar?-me pregunta.

-Porque es la única forma de no sentirme atada y poder escapar de todo por un rato.

-Tengo la sensación de que no escapas de la ciudad, si no de algo en concreto-me dice.

-Mi padre murió, estuve mucho tiempo encerrada en hospitales y postrada al lado de su cama, cuando murió me prometí a mí misma que jamás volvería a encerrarme, que viviría mi vida al máximo-le explico con toda mi confianza.

-No pretendo que me cuentes todo ahora, quiero que lo hagas cuando te sientas con la confianza total y absoluta para hacerlo pero quiero que sepas que yo no te juzgaré nunca-dice tranquilizándome.

-Gracias por entenderme o respetar mis tiempos-le digo.

-Tenemos tiempo de sobra para hablar de todo lo que quieras.

-Si decides quedarte, podría contarte más-digo sonriendo.

Sé que no se quedará y mucho menos por mí, pero necesitaba decirle de alguna forma que me encantaría que lo hiciese, aunque sé que no es posible.

Me gustaría contarle todo de mí y que supiera cada uno de mis secretos, pero no creo que sea el momento y además espero tener mucho más tiempo con él para poder hacerlo tranquilamente.

Si decides quedarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora