Capítulo 56.

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Mentiría si dijera que al principio no echaba de menos Madrid, mentiría si no dijese que fue más duro de lo que pensaba. Me costó acostumbrarme al cambio de país y de vida, me costó alejarme de mi hermana, al principio no paraba de llorar y no soltaba el teléfono porque me tiraba las horas hablando con ella, añoraba a Emilio y a su forma de aconsejarme, a las locuras de mi madre y sobre todo, a mi otra mitad, a Hugo.

Aunque echar de menos a Hugo no duró mucho, al cabo de dos o tres meses abrí mi propia agencia de viajes en París mientras Antoine me enseñaba el idioma para poder defenderme y fue entonces cuando contraté a Hugo hasta que heredase la gran empresa de su padre. A pesar de sus miedos y del gran cambio que le supondría cambiar de trabajo no lo dudó en cuanto le dije que el contrato incluía una casa enfrente de la mía.

Antoine y yo nos mudamos a un precioso ático cerca de Disney y de la agencia, para facilitarnos la vida, lo hicimos porque queríamos construir algo juntos desde el principio, algo que fuese nuestro y donde crear recuerdos nuevo y una larga vida juntos.

Mi hermana sigue siendo una gran mujer y estudiante, sigue siendo mi orgullo y lo mejor tengo en la vida, siempre irá por encima de cualquier persona o cosa, siempre será el amor de mi vida y lo que más quiero, de vez en cuando ella y Emilio vienen de visita y se quedan unos días aquí con nosotros. Alguna vez también vamos a visitarles a Madrid cuando nos lo permite el trabajo.

Mi madre... ¿Qué decir de mi madre? Sigue siendo un alma libre y sin ataduras. Llevo tiempo sin hablar con ella, la última vez que lo hice estaba en Asturias de vacaciones. Supongo que eso siempre nos diferenció, que yo siempre intentaba atarme a la estabilidad y a todo lo que me sostenía serena y en cambio a ella siempre la sostuvo su libertad.

Hace unos años pensaba que lo sabía todo sobre la vida, sobre la familia, sobre la amistad, sobre el amor... Pero en realidad no sabía nada. Yo vivía creyendo que sabía todo, pero únicamente estaba empezando a descubrir que la vida tenía grandes cosas que ofrecerme, yo siempre viajaba pensando que esas grandes cosas las descubriría fuera de casa, conociendo mundo, pero no fue así, tardé años en darme cuenta de que en realidad todas esas grandes cosas siempre me habían acompañado a lo largo de mi vida y que siempre habían estado cerca de mí. Conocí a Antoine y fue cuando me di cuenta de que con él completaba lo que había buscado tantos años sin saberlo.

He aprendido del amor, pero no solo del amor de pareja, si no del amor de la amistad al darme cuenta de que Hugo cambió su vida por mí y abandonó su ciudad por seguirme. Del amor de la familia cuando mi hermana aceptó el separarse de mí porque sabía que yo sería feliz en París y del amor propio cuando por primera vez me elegí a mí misma y seguí a mi corazón cuando me dijo que debía luchar por el amor de Antoine.

Ahora queda poco de la Natasha de antes, sigo manteniendo esa esencia de vez en cuando, pero he cambiado mi vida al completo. Por fin, después de tantos años buscando la felicidad la encontré, después de tantos años buscando mi sitio lo hallé. Antes, soñaba con la vida que ahora tengo, soñaba con tener una estabilidad que me hiciese sentir libre y con estar en paz conmigo misma por tener una vida plena y feliz... Ahora es cuando entiendo que todos esos años no fueron en vano porque conseguí tener todo aquello con lo que antes soñaba, ahora tengo un marido maravilloso que no me hace dudar ni un solo día de lo mucho que me quiere y en tan solo unos meses una nueva personita llegará a esta casa y me llamará "mamá".

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